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Noticias (neo)franquistas

Fuentes: Rebelión

En Noticias, noticias de un mundo nuevo, rebelde, insatisfecho, horrorizado ante la infamia y no servil ni pasivo ni cínicamente entregado, un mundo que apunta aquí y allá, y ahora, si miramos como nos enseña a mirar Santiago Alba Rico, el coautor de El naufragio del hombre nos recuerda una imaginada pero muy real noticia […]

En Noticias, noticias de un mundo nuevo, rebelde, insatisfecho, horrorizado ante la infamia y no servil ni pasivo ni cínicamente entregado, un mundo que apunta aquí y allá, y ahora, si miramos como nos enseña a mirar Santiago Alba Rico, el coautor de El naufragio del hombre nos recuerda una imaginada pero muy real noticia aparecida en The Worker, el 2 de mayo de 2009 [1]. El titular «Al menos 200.000 en manifestación del Día del Trabajo». La noticia de ese mundo que ya podemos imaginar y sentir: «No menos 200.000 -según fuentes oficiales- se han reunido hoy en la punta de un alfiler para celebrar el Día de los Trabajadores. Sin alas, protegidos del estruendo de los humanos por la proximidad de sus compañeros, miles de ángeles han clamado al cielo esta mañana contra las injusticias de este mundo. «Nosotros oímos demasiado, pero Dios desgraciadamente es sordo», ha declarado Antrael, un viejo serafín que acompaña en la actualidad a un político español. A las diez de la mañana algunas sombras se han buscado las manos, pero el mediodía ha encerrado de nuevo los cuerpos en su pureza angelical. Luego, hacia las seis, con el sol a media altura, miles de sombras se han puesto a copular en la punta del alfiler, doblemente excitadas por la inminencia de la noche, que se llevará sin dejar rastro -dentro de un rato- el dolor de no tener bastante cuerpo, el placer de haber tenido al menos una sombra».

Otras noticias, ambas de Público [2], provienen de esta parcela del mundo llamada «Reino borbónico de España», un país en el que las costumbres y poderes (ne)franquistas siguen actuando casi a sus anchas y muy a lo largo.

Los Pabellones Polideportivos de los Batallones de Ferrol (A Coruña) [3] son instalaciones militares de uso civil. Cualquier ciudadano de Ferrol puede acceder a las instalaciones deportivas previo pago de una entrada. Eso sí, los familiares de los militares entran gratis; por supuesto. Los galones propios o heredados otorgan una onticidad antropológica especial y enérgica, muy enérgica.

No sólo es eso, pecata minuta en este caso. La noticia que parece de otro mundo que está cómodamente instalado en éste: los bañistas de estas instalaciones tienen prohibido por norma, firmada por el capitán de navío jefe de las instalaciones deportivas, estorbar las brazadas de los oficiales, de los almirantes, capitanes de navío y coroneles de la gloriosa Armada española. La primera calle de la piscina les está reservada en todo momento. Ordeno y mando.

La aplicación de la norma, por lo que parece, es taxativa. Los responsables de la piscina son tajantes en su cumplimiento. Incluso los niños (¡los niños!) son obligados a abandonar la primera calle de la piscina ante la llegada de uno de los oficiales del destacamento militar. No se andan con chiquitas. El aviso del capitán de navío, del «Jefe» de las instalaciones, es claro, distinto y rotundo: «Se comunica a todos los usuarios de la piscina que la calle 1 quedará reservada, en todo momento, a los almirantes, capitanes de navío y coroneles. En el caso de no estar utilizando dicha calle ninguno de los mencionados [SLA: se entiende obviamente que con la presencia de uno tan sólo «de los mencionados» ya es suficiente para la expulsión y limpieza], podrá ser usada por los demás bañistas que la dejarán libre al presentarse alguno de los oficiales citados. Estos, en caso necesario, requerirán del socorrista la ejecución de la norma«. [las cursivas son mías]

Los galones son los galones, los privilegios son los privilegios. El bañador no cuenta; siguen pegados en la piel y en el alma.

Francisco Jorquera, del BNG, presentó el pasado miércoles 23 de junio una pregunta sobre el caso a la Ministra de defensa. El diputado nacionalista considera estas prácticas totalmente abusivas, propias de una época pretérita. Será eso, es eso, pero todo parece indicar que la sombra de esta época pretérita es alargada. Se nota tanto y en tantos sitios, además de en la bandera y en el himno del reino borbónico.

Otra noticia, por lo demás, parece corroborar el pesimismo del diputado Jorquera.

Juan Antonio Martínez Campo [4], portavoz de la Conferencia Episcopal nacional-católica, ha señalado en rueda de prensa que suprimir el crucifijo en las aulas de las escuelas públicas españolas (¡imagínense!) es poner en peligro la separación Iglesia-Estado y la libertad religiosa!. Ni más ni menos, el mundo girado 360 grados. ¿Por qué? Porque si en nuestra propia tradición, tomen nota del argumento, vale la pena no olvidarlo, «no vamos a poder visibilizar (sic) los símbolos de nuestra cultura, ¿no estaremos negando nuestro futuro?». Se entiende, obviamente, que nuestra cultura según el portavoz del nacional-catolicismo es la cultura católica y que no debería haber límites en la «visualización» de los símbolos de esa tradición religiosa de prácticas tan singulares durante las cuatro décadas (creo que me quedo corto) de fascismo hispánico.

De hecho, añadió el representante nacional-católico, apunten también esta consideración histórica, vale la pena, «todos -«todos» es todos- los logros de la civilización [sin exclusión ni límites geográficos] surgen en torno al crucifijo». Por ello, por esa separación entre Iglesia-Estado, el señor representante de la benemérita Conferencia Episcopal se permitió arremeter de nuevo contra la ley del aborto y señalar que la conducta homosexual es «desordenada». Si se impone -«impone» no es palabra menor- lo que llamó la «desertización de los símbolos religiosos de la vida pública», es decir, la sentencia del Tribunal de Estraburgo que posiblemente confirmará que los crucifijos deben estar fuera del aulario de la escuela pública, que no de las escuelas privadas concertadas ni de las privadas sin concierto, si se cumple esa medida, lo simplemente razonable, «ese vacío tendrá que ser llenado con otras ofertas culturales, no siempre benéficas».

«Ofertas culturales» es expresión del representante nacional-católico. ¿Y de dónde ese nuevo relleno? De donde sea. Así lo dice, y con ello basta, el señor portavoz de la fundamentalista Conferencia Episcopal, un prolongado y activo tentáculo de un neofranquismo que marcha de nuevo a galope y cortando el viento.

Ni que decir tiene que el señor Martínez Campo amaga, sin citar explícitamente, con la invasión de símbolos religiosos musulmanes en las aulas españolas. Agitar vientos desconocidos y sembrar miedos ha sido táctica usual de los dirigentes de una de las instituciones más tristes y terribles de esta historia triste y trágica que es la historia de España.

Notas:

[1] Santiago Alba Rico, Noticias. Caballo de Troya, Madrid, 2010, p. 47.

[2] Iñigo Aduriz, «¡Bañistas, dejen paso al almirante!». Público, 25 de junio de 2010.

[3] La ciudad obrera, con importantes luchas anticapitalistas y antifranquistas, llevaba en tiempos de la dictadura el añadido «del Caudillo». No recuerdo la fecha exacta del cambio de denominación.

[4] Público, 25 de junio, p. 29.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.