No deja de ser curioso. Varios amigos argentinos que piensan más o menos lo mismo desde el conflicto árabe-israelí o Evo Morales hasta el matrimonio gay, pasando por visiones progresistas de la política, la economía y la sociedad quedan en bandos opuestos a la hora de valorar a la presidenta Cristina y a su esposo […]
No deja de ser curioso. Varios amigos argentinos que piensan más o menos lo mismo desde el conflicto árabe-israelí o Evo Morales hasta el matrimonio gay, pasando por visiones progresistas de la política, la economía y la sociedad quedan en bandos opuestos a la hora de valorar a la presidenta Cristina y a su esposo Néstor. Y en el caso de quienes no veo hace tiempo me es imposible adivinar su posición pro o anti k (o más o menos pro o más o menos anti) a partir de cualquiera de sus posiciones sobre cualquier otro tema. Además, entre los kirchneristas casi nadie admite con facilidad esa identidad, en general la respuesta es «apoyo pero también soy muy crítico…», «no soy kirchnerista pero están haciendo algunas cosas que nadie se animó a hacer», «¿al final, qué hay enfrente de los Kirchner»? La asignación universal por hijo aparece como una suerte de ingreso ciudadano.
Entre los críticos predomina la idea de que el «relato» K es puro oportunismo, que lo que el matrimonio persigue es perpetuarse en el poder y que el posneoliberalismo no es más que capitalismo de amigos.
En efecto, el posicionamiento no es fácil. Basta leer la página 5 del periódico para sentir cierta simpatía (por ejemplo en el impulso del matrimonio igualitario frente a la Iglesia y la derecha), que se diluirá en la página 10 al leer que el Gobierno y los gobernadores K de las provincias mineras se proponen bloquear la ley de defensa de los glaciares y así defender a la minería transnacional. O basta ver a connotados menemistas que aplaudieron las privatizaciones sentados casi en la misma silla de la Casa de Gobierno aplaudiendo los ataques K contra «las corporaciones», como el Grupo Clarín, frente a un cuadro del Che Guevara, para sentir ciertas cosquillas en el estómago. El director del Dipló argentino, Carlos Gabetta sintetizó la situación: «… el peronismo kircherista practica ahora una política globalmente progresista y adecuada a ciertas necesidades de la hora, aunque sin programa, con aliados impresentables y una pasable corruptela». Quizás Gabetta fue generoso con el término «pasable».
Hoy los Kirchner rescatan un setentismo que muchos mayores de 50 viven como una verdadera reivindicación vital luego del fracaso de la guerrilla en los 70, que dio lugar a todo tipo de autoflagelaciones políticas y psicológicas. Pero los críticos recuerdan que pese a ser abogados, el matrimonio no presentó ni un hábeas corpus por los desaparecidos y -pero aún- se dedicó a amasar una fortuna millonaria aprovechando las políticas de la dictadura, que indexación de créditos mediante, dejaron sin casa a miles de argentinos. Algunas de esas propiedades, compradas a precio de gallina muerta, contribuyeron a la fortuna K. Como dicen que dijo Néstor, la política es «cash más expectativas», según su biógrafo no autorizado Walter Curia en «La cara oculta de Kirchner». «Mientras a mí me buscaban para hacerme pedacitos, Kirchner hacía usura», resumió el diputado, escritor, periodista y ex amigo de los Kirchner, Miguel Bonasso, en una entrevista con la revista Noticias. El matrimonio Kirchner hace «una utilización mercantilista de los derechos humanos. Me duele que los mártires de los ’70 -con sus errores, pero que se jugaron la vida-, sean utilizados para encubrir una corrupción estructural», agrega el autor de «Recuerdos de la muerte».
Con todo, los Kirchner se fortalecen gracias al éxito de su política de polarización. Ernesto Laclau es hoy uno de sus teóricos preferidos, y el intelectual del populismo se siente muy a gusto en ese lugar. El gobierno tiene ahora varios medios y hasta está logrando seducir al rey de la televisión Marcelo Tinelli, quien pese a tener su show en un canal de Clarín decidió no hablar de política, a diferencia de ciclos anteriores. De hecho, Fernando De la Rúa lo acusó de haber sido un partícipe fundamental de su caída. La economíaa crece a más del 8% y Kirchner se entusiasma en ganar en primera vuelta en 2011. Para eso necesita el 40% y diez puntos de diferencia sobre el segundo, hace un año un imposible, el año que viene… quién sabe.
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