El largo juicio culminado en condena para Carlos Menem deja debate sobre las absoluciones anteriores y la sentencia del jueves. El trasfondo político del contrabando de armas fueron las «relaciones carnales» con el imperio. Como el contrabando de armas a Croacia y Ecuador fue muy meneado en los medios durante años, no hay demasiada necesidad […]
El largo juicio culminado en condena para Carlos Menem deja debate sobre las absoluciones anteriores y la sentencia del jueves. El trasfondo político del contrabando de armas fueron las «relaciones carnales» con el imperio.
Como el contrabando de armas a Croacia y Ecuador fue muy meneado en los medios durante años, no hay demasiada necesidad de citar tanto los hechos. Son conocidos. Como pasaron 18 años desde la denuncia mediática y el inicio de las actuaciones judiciales, algo hay que refrescar, porque el tiempo borra algunos recuerdos.
Carlos Menem firmó decretos reservados entre 1991 y 1993, para exportar armas a Panamá y Venezuela. Empezaron a embarcarse vía marítima y aérea hasta que en 1995 se conocieron las primeras denuncias. Y en el juzgado federal de Jorge Urso se abrió el expediente por asociación ilícita, falsedad ideológica y contrabando, con el fiscal Carlos Stornelli preparando la acusación.
Estaban imputados el ex presidente, su ex ministro de Defensa Oscar Camilión, el interventor de Fabricaciones Militares Luis Sarlanga, el cuñado presidencial Emir Yoma, el ex jefe de la Fuerza Aérea Juan Paulik, el ex titular del Ejército general Martín Balza y otros militares y civiles.
Se acreditaron siete embarques por mar a Croacia, en guerra de secesión contra Serbia, y tres fletes aéreos a Ecuador, en guerra con Perú por la cordillera del Cóndor.
Ni Panamá tenía ejército, tras la ocupación de EE UU en 1989; ni la Venezuela de Rafael Caldera había comprado ni una bala. Se falsearon los destinos en los decretos del PEN, para encubrir esa venta de 6.500 toneladas de fusiles, balas, cañones, obuses y misiles, fletados a destinos donde política y jurídicamente Argentina no debía meterse. En Croacia había un embargo de armamentos de la ONU y en el conflicto sudamericano Buenos Aires era garante del Tratado de Río de Janeiro.
Y sin embargo, Menem lo hizo. Había dos buenas razones para ello: servir al imperio en una época de «relaciones carnales» y ganar muy buena plata por los embarques, para su entorno político y familiar. El negocio de venta de armas deja buena plata…
Amigos son los amigos
Como lo cortés no quita lo valiente, hay que decir que «La Nación» publicó la primera noticia sobre los embarques, en febrero de 2005, bien que en una pequeña nota, sin demasiada importancia. Su socio y rival, Clarín, presume de la primicia, porque en marzo publicó una investigación mayor, firmada por Daniel Santoro. Y en ésta se basó el abogado Ricardo Monner Sans para presentarse con la denuncia ante Urso, interviniendo el fiscal Stornelli (hoy es jefe de Seguridad de Boca Juniors y no sirve ni para detectar los torpes movimientos de los barras de «la 12»).
La gravedad del asunto fue mayor en 1995 porque a principios de ese noviembre se produjo una voladura de FM en Río Tercero, con 7 muertos y 700 heridos. Un veloz Menem y un solícito Ramón Mestre, gobernador de Córdoba, aseguraron que había sido «un accidente», pero para muchísimos observadores y testigos, fue un «daño colateral» de la causa armas. Se habría querido disimular allí el faltante de cañones del Ejército-FM, vendidos a Croacia.
El inicio de la causa armas fue en marzo de 1995 por lo que transcurrieron dieciséis años hasta que el 13 de setiembre de 2011, tras un trabajoso juicio de tres años en el Tribunal Oral Penal Económico (TOPE 3), se leyeron sentencias absurdas. Los 18 imputados fueron absueltos por el voto de dos de los camaristas (Imas y Artabe). Losada, el tercero, votó a favor de condenas, en línea con lo pedido por las querellas del Estado y la Aduana.
¿Por qué el fallo fue del TOPE y no de la justicia federal? Es que 2001 la Corte Suprema de Justicia, amiga de Menem, anuló los cargos por asociación ilícita y falsedad ideológica. Sólo dejó en pie el delito por contrabando y giró las actuaciones a la justicia Penal Económica. Se sabía que esa última acusación y ese fuero iban a ser mucho más benignos. No se sabía cuán benignos iban a ser los amigos, de la Corte y el TOPE 3…
Nuevos aires, al menos en parte
El fallo absolutorio para toda la runfla menemista en setiembre de 2011 fue tan escandaloso que no pudo mantenerse. Se había comprobado que Croacia y Ecuador habían pagado 53 millones de dólares, depositados en bancos uruguayos, de los que el contrabandista Diego Palleros había abonado 34 millones a FM y se había quedado con una comisión de 2 millones. El resto se habrían dividido entre los intervinientes de esta asociación poco lícita, que para la Corte de los Milagros no fue tal.
El único que salía perjudicado políticamente fue el general Balza, embajador en Colombia y actualmente en Costa Rica. Se pedía investigarlo porque había declarado que al Ejército no le había faltado ningún cañón. Sin embargo, hubo testigos de que los cañones Citec de 155 mm y los Otto Melara de 105 mm disparaban de lo lindo en Croacia, matando serbios y dividiendo a Yugoslavia.
Las absoluciones derivaron en un nuevo juicio, anulada la sentencia anterior por la Cámara de Casación en marzo pasado. Y en este caso sí hubo bastante de justicia, con el nuevo veredicto que el jueves de esta semana dio a conocer el TOPE 3. Al ex presidente le dieron 7 años de prisión, a Camilión 5 y medio y así en cadencia descendente a los demás.
La justicia llegó con una puntualidad nada suiza. Muchos años de retardo, que dejaron sin saber el resultado a Ana Gritti, querellante de la causa voladura de Río Tercero, donde murió su esposo. Gritti falleció cuando los acusados en ambos expedientes gozaban de total libertad.
El fallo del jueves será recurrido por los letrados del hombre de Anillaco y demás condenados. No estará firme hasta que la Corte no lo confirme y además el senador tiene fueros. Para quitárselos habría que aguardar el pronunciamiento de los cortesanos y luego reunir dos tercios de los votos en la Cámara Alta, para desaforarlo. Y aún si todo eso se pudiera hacer, el destino del reo no será Ezeiza ni Marcos Paz sino alguno de sus varios domicilios, atento a sus 82 años.
No deja de ser una buena noticia que la justicia, presionada por una opinión pública furiosa por las tardanzas y absoluciones, fallara esta vez en términos condenatorios. Al menos en parte hay nuevos aires en Tribunales. Lejos de indicar que la reforma judicial sería innecesaria, eso debería servir para que ésta se lleve a cabo en profundidad.
Que digan la verdad
Las condenas al ex presidente han sido bien recibidas por la mayoría de la población, que lo tiene en la mira hace varios años. Abundan críticas a las políticas neoliberales y privatizadoras de su gobierno, la corrupción, el desempleo, etc.
Algunos de esos programas, apoyados por las grandes centrales empresarias y el FMI-Banco Mundial, hicieron las delicias de los medios monopólicos que luego se fueron despegando del menemo-cavallismo. Clarín y «La Nación», como se mencionó más arriba, compiten en quién publicó la primera nota sobre el contrabando de armas en 1995, pero no dicen nada sobre el apoyo que brindaron en 1992 al plan para privatizar los ferrocarriles. Y esta semana, el día antes del fallo del TOPE 3, se produjo la enésima catástrofe en un ramal de pasajeros privatizado por aquel gobierno y con continuidades hasta hoy.
Sería bueno que aquellos medios indagaran en sus archivos y publiquen sus elogios de veinte años atrás a un esquema fondomonetarista que redujo miles de kilómetros de vías y el plantel de trabajadores, además de muchos otros daños al país.
Las «relaciones carnales»
Se ha hablado en esta causa de los aspectos legales y políticos, las coimas y de los favores judiciales que habían beneficiado al ex presidente. En cambio se ha mencionado muy poco el trasfondo político del asunto. No fue casual que Menem contrabandeara armas hacia Croacia en ese momento. Se libraba en la ex Yugoslavia la primera de las guerras separatistas, por parte de Croacia y Eslovenia, alentadas por la OTAN, Estados Unidos, Alemania y el Vaticano, del casi santo Juan Pablo II.
Ese bloque imperialista quería derrotar a Serbia, que con Montenegro resistían la pérdida total de la otrora pujante República Socialista Federativa de Yugoslavia, fundada por el mariscal Tito luego de la II Guerra Mundial.
Ese separatismo tuvo éxito con la guerra, las matanzas y la diplomacia, más el señuelo de un «desarrollo económico» europeo que estos años mostraron como un fraude. Luego de Croacia siguió Bosnia y el golpe de gracia para Belgrado llegó en 1999, con la guerra «humanitaria» de la OTAN con la excusa de Kosovo, hoy un protectorado de la OTAN.
Menem sirvió para el «trabajo sucio» pedido por Bill Clinton. Con el escándalo Irán-contras, de tiempos de Reagan, el presidente norteamericano no quería que sus funcionarios o el Pentágono aparecieran en la provisión de armas a sus aliados croatas y bosnios. Esa tarea fue cumplida con gusto por Menem, listo para todos los servicios demandados por las «relaciones carnales».
Su grupo político y entorno se habría repartido 19 millones de dólares en comisiones por las armas. Como político, presumió de ser el primero en recibir de Clinton el poco honroso título de país «aliado especial extra OTAN»; en ese sitial tan opuesto a la integración regional hoy quiere sentarse el colombiano Juan M. Santos.