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A esta hora exactamente hay un niño en la calle

Fuentes: Rebelión

Soy parte de una generación que recibió en sus oídos, como evangelio laico, a Mercedes Sosa, diciéndonos con dulce voz «Es honra de los hombres proteger lo que crece, cuidar que no haya infancia dispersa por las calles, evitar que naufrague su corazón de barco, poniéndole una estrella en el sitio del hambre. De otro […]

Soy parte de una generación que recibió en sus oídos, como evangelio laico, a Mercedes Sosa, diciéndonos con dulce voz «Es honra de los hombres proteger lo que crece, cuidar que no haya infancia dispersa por las calles, evitar que naufrague su corazón de barco, poniéndole una estrella en el sitio del hambre. De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo, ensayar en la tierra la alegría y el canto, porque de nada vale si hay un niño en la calle«.

También, ya en el plano de lo normativo, me eduque apropiando como saber, que el niño es sujeto y no objeto de derecho, y que ese paradigma forma parte del bloque constitucional de derechos humanos, con recepción legislativa en la ley 26061.

Sin embargo, el plano de la realidad se superpone sobre lo normativo y lo ético, haciendo que el arte y la poesía se revelen insuficientes y hasta si se quiere absurdos, al punto tal de transformar ese bagaje ideológico ,en una foto trágica de la miseria humana.

La noticia conmociona, remite a una noche en un barrio cualquiera de Rosario, un transporte público, pasajeros y la emergencia de un robo con un niño protagonista activo que busca desapoderar de lo que puede llevar alguien a esa hora en un ómnibus, el intento frustrado y la ulterior reducción a golpes por las hipotéticas víctimas devenidas en agresores, para por esa vía de hecho, reducirlo y privarlo de su libertad. El suceso ocurre además con la incidencia de un intento del entorno barrial de evitar la detención del muchacho, lo que hizo que el chofer del vehículo, cerrara sus puertas y se trasladara al aeropuerto Rosario -sitio más cercano-, donde entregó el niño a la policía de seguridad aeroportuaria

La Encuesta sobre la Deuda Social Argentina (EDSA) realizada por el Programa «Observatorio de la Deuda Social Argentina» del Departamento de Investigación Institucional de la Universidad Católica Argentina, a partir de la valoración más conservadora que surge de Fuentes No Oficiales (Canasta Mínima), destaca que si bien la tasa de pobreza habría caído de manera importante entre 2010 y 2011, de 17,6% a 14,3% en hogares y de 27,6% a 22,9% en personas, ambas tasas habrían subido en 2012 a 15,5% y 24,5%, respectivamente.

El mismo informe indica que el comportamiento de las tasas de indigencia y de pobreza tuvieron como contexto general una economía que durante 2012 se estancó en cuanto a la generación de empleos de calidad y en donde el rimo inflacionario habría aumentado a niveles elevados, afectando sobre todo a los asalariados y no asalariados del sector informal, los cuales tampoco pudieron aumentar el nivel de actividad laboral ni de ingresos reales por vía del mercado de trabajo.

Desde esta objetividad, la desmesura de la respuesta social al conflicto generado por el intento de apoderamiento ilegítimo desplegado por un niño, tanto sea en cuanto refiere a la violencia ulterior ejercida sobre su persona para reducirle, como el intento de rescate por medios de fuerza, nos colocan en un escenario de «guerra» que no hace otra cosa que traducir el alto componente de crisis que emerge como efecto necesario de un entorno social como el que reflejan los datos estadísticos.

Nadie puede sentirse bien con lo sucedido, pero ¿cuanto más de esto debe suceder para que la conflictividad planteada no reciba otra respuesta que la represiva? que no es respuesta ni solución alguna del problema.

Alguien bien nacido, puede pensar que un niño, en una dependencia policial, es el resultado deseado por la sociedad en su conjunto para la infancia adolescencia. ¿Cuanto antes de esta foto, hay por recorrer en sentido inverso del rodaje, para encontrar las razones que lo llevan a subirse a un colectivo a las 22.30 hs cuchillo en mano, en búsqueda de algo, que llevan aquellos que como él no andan en la noche por diversión o paseo, sino agobiados por las cargas laborales cotidianas?

Lucha entre pobres, el peor de los escenarios. Nos asombramos cuando toma forma de saqueo o acción colectiva, Levantamos los hombros impotentes, cuando toma forma individual. A esa hora, exactamente, como lo pide la canción, ¿dónde debería estar ese niño? Seguramente que en un viaje de imaginación y sueños, volando en un vuelo que seguramente debió partir de otro aeropuerto, diverso del despacho de la seguridad portuaria.

Si la miseria no cede, si la pobreza no acaba, si la indigencia es material y moral, puede esta sociedad anómica adjudicarse la condición necesaria, de ámbito potencialmente capaz para desarrollo integral e igualitario de las personas. Y si no lo puede, ¿como explica su existencia desde la idea de justicia? Tal vez la foto sonriente de políticos en campaña, pueda darnos la respuesta.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.