Los resultados arrojados por el reciente proceso electoral primario habilitaron el florecer de análisis con pie de barro. Pocos efectuaron el esfuerzo de cimentar la argumentación en una hipótesis explicativa que se inserte en el proceso histórico que discurre la Argentina. Un analista avezado utiliza el análisis de las variables estructurales para explicar las de […]
Los resultados arrojados por el reciente proceso electoral primario habilitaron el florecer de análisis con pie de barro. Pocos efectuaron el esfuerzo de cimentar la argumentación en una hipótesis explicativa que se inserte en el proceso histórico que discurre la Argentina.
Un analista avezado utiliza el análisis de las variables estructurales para explicar las de coyuntura, efectuar la operación de forma inversa solo puede satisfacer la búsqueda de una posición preconcebida.
Expresiones como «fin de ciclo» o «transición» desde el declive kirchnerista a 2015, encabezan la lista de argumentaciones. Las lecturas desarrolladas desde ésta óptica, desconocen las características de la discusión en torno a la disputa por la hegemonía política. Gramsci sostenía que se podía ser hegemónico, incluso, antes de ser gobierno. La referencia se vincula a la victoria de una batalla cultural previa al acceso al aparto estatal, consolidando un sentido común opuesto a quien ostenta la institucionalidad estatal. En ese sentido, podrías utilizar el argumento a la inversa. La cuestión económica, presentada como el sentido común del pensamiento económico no estuvo en el centro de la escena, ni en la agenda de campaña, como si apareció en múltiples momentos de la política criolla. Aquí puede sostenerse que los elementos que constituyeron la estabilidad económica, han sido respaldados por el electorado. A tal punto puede observarse esto, que los diversos discursos opositores no transitaron la crítica económica. Se ha internalizado, vomitado en un nuevo sentido común que, la intervención del Estado en la economía esta fuera de discusión, que los procesos de re distribución social son necesarios, que el proceso de desendeudamiento externo se mostró positivo, que las políticas de estimulo al consumo son recepcionadas positivamente por múltiples sectores sociales. Continuando con el argumento, estos elementos construidos desde el kirchnerismo, presentados de forma enunciativa, se han hecho carne en la sociedad; En esos elementos el kirchnerismo se proyecta hegemónico, no declinante.
La batalla cultural, entendida en términos amplios a tallado en los resultados electorales, donde su proceso involucró amplísimos sectores sociales que excedieron las propias referencias políticas del kirchnerismo. Esta etapa estuvo vinculada a la recomposición de un incipiente Estado Benefactor. Consolidado parte de dicho paradigma, el proceso político posterior, impulsado por el kirchnerismo, que claramente profundizó la batalla cultural forzando un corrimiento parcial de quien históricamente conducía el proceso cultural e ideológico de Argentina, se topó con una resistencia del sentido común insospechada. Aquí varios elementos. Algunos sectores no dispuestos a perder la reproducción de la conducción ideológica del país, pese a haber acompañado mientras se daba la recomposición económica y consolidación de cierta estabilidad. Otros sectores que no pueden generar empatía con los nuevos paradigmas que instala la batalla cultural por resultarles extraños.
Indudablemente, podría sostenerse que existieron problemas en la transmisión de las propuestas. La ratificación del peso específico que como reproductor de sentido común contienen los medios masivos de comunicación, y algunos errores tácticos condensados al pasar al plano político, vale decir impulsar leyes, acciones políticas, etc, antes de consolidar un sentido común que pueda acompañarlo, contribuyen a las variables explicativas. Esta es una de las máximas limitaciones de impulsar un transformación desde arriba.
Visto desde la casuística, las expresiones de algunos comunicadores, que sostienen la declinación de la hegemonía kirchnerista, desautorizan lo estructural de su argumento. Un ejemplo paradigmático podemos observarlo en múltiples ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires donde las tasas delictivas son insignificantes; pese a ello, se diagnosticó al tope de las reivindicaciones de esos sectores, de cara al proceso electoral de las PASO, la cuestión de la seguridad. Vale la pregunta: ¿quién tiene la hegemonía suficiente para inocular reivindicaciones que no le son propia de los mismos sectores que las demandan? Dicho de otra forma. Nunca logró el kirchnerismo desarrollar un hegemonía completa, puesto que la misma hegemonía es la que se encuentra en dispuesta, y continuará así después de éste proceso electoral.
Este fenómeno podemos hilarlo a la composición actual del Bloque Histórico que pugna por instituirse como Bloque Dirigente en Argentina. La volatilidad de dicho bloque ha quedado demostrado. En ese sentido, el kirchnerismo nunca logró estabilizarlo de modo tal de remarcar el concepto de Dirigente. La construcción de articulación con fracciones de clases que determinan un Bloque Históricamente Dirigente ha sido una aspiración política del proyecto nacional y popular, pero no necesariamente se ha logrado cristalizar. Por lo tanto, no puede perderse aquello de lo que se carece. La falta de argentinización del capital, el déficit histórico de una burguesía nacional, y la conducta rentística de los sectores agroexportadoras, han contribuido de forma decisiva a que los sectores popular consoliden dicho bloque.
De aquí se desprende parte de lo que debería ser la discusión permanente de la política Argentina: ¿Dónde esta el poder fáctico? Si no engrosa el intento de construcción del Boque Histórico Dominante, decididamente se encuentra por fuera de el. Por lo tanto, el despliegues de política para confrontar al kirchnerismo deben dar cuenta del poderío real de los poderes fáctico; allí condensa el enemigo del pueblo, independientemente del sostenimiento de táctica divergentes con el kirchnerismo. Actuar de forma opuesta, solo fortalece la reproducción ampliada de los poderes antipopulares.
Mariano Massaro. Abogado, periodista y dirigente sindical.
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