En este ultimo tiempo la atención publica se encuentra sensibilizada por las repetidas noticias sobre choques y desperfectos en el sistema ferroviario, que deja lamentables saldos de heridos y muertos, entre la población mas pobre de nuestro país. Nadie puede pensar que los trenes dejaron de funcionar de un día para el otro: esta ampliamente […]
En este ultimo tiempo la atención publica se encuentra sensibilizada por las repetidas noticias sobre choques y desperfectos en el sistema ferroviario, que deja lamentables saldos de heridos y muertos, entre la población mas pobre de nuestro país.
Nadie puede pensar que los trenes dejaron de funcionar de un día para el otro: esta ampliamente documentada y probada la historia de desinversion y de vaciamiento que los distintos gobiernos, desde el Menemismo a esta parte, han sometido al sistema ferroviario.
La falta de soberanía política y económica propia del neoliberalismo, que privatiza y solo acepta el accionar del Estado detrás de los movimientos del capital privado, es la causante de estas deficiencias. «La osamenta de nuestros Estados -tan frágil y añosa- seguirá siendo golpeada por tormentas tanto climáticas como políticas. Y a medida que piezas clave de la infraestructura se pierden, no existe ninguna garantía de que sean reparadas o reconstruidas, por lo menos no con el sentido que tuvieron antes. Mas factiblemente, serán dejadas para pudrirse, mientras los pudientes se refugian en comunidades cercadas, sus necesidades satisfechas por proveedores privados» dice Naomi Klein en un articulo [1].
En los próximos años veremos recrudecer una nueva catástrofe, silenciosa, insidiosa, y no menos terrible: la reagudización de problemas de salud y enfermedades que se consideran hoy «superadas».
La Tuberculosis por ejemplo, es un problema muy real y muy vigente en nuestro país, que produce dos muertes por día según las cifras del Ministerio de Salud [2]. Esta enfermedad tiene características que requieren políticas y recursos especializados, sin embargo las pocas intervenciones especificas de Estado están cada vez mas limitadas.
El achicamiento constante de los «Institutos Nacionales» como el INER «Coni» en Sta Fe o el INE, los presupuestos para las actividades supeditados casi exclusivamente a obtener financiación de fuentes internacionales (con lo cual la agenda la marca la ultima tendencia o moda del momento), las plantas profesionales de estas instituciones van envejeciendo sin solución de continuidad, y sin poder legar su experiencia a profesionales mas jóvenes que tomen la posta.
La carga del trabajo con la TBC la soportan cada vez mas los servicios de neumonología de algunos hospitales, que están en mala posición para llevar adelante este trabajo por las características que tiene, ya que requiere un seguimiento largo de los pacientes y un trabajo en la comunidad de control de contactos, que no es propio del trabajo hospitalario.
En los pocos casos en que pueden llevar estas intervenciones a cabo, es con un grado de coordinación con el sistema de atención primaria, sin embargo estos casos aislados se deben al celo de profesional de algunos individuos, no a políticas de coordinación entre jurisdicciones y niveles dentro del sistema de salud.
El sector de la atención primaria o municipal se encuentra desbordado y poco capacitado para responder a campañas epidemiológicas.
El sector privado no tiene interés alguno en diagnosticar y tratar estas patologías, grandes sectores de la población se encuentran vulnerables y expuestos.
El numero de personas que padezcan las consecuencias de esta enfermedad, discapacidad y muertes, será una tasa de victimas silenciosas y pobres en aumento, no tendrá titulares en la prensa, hasta que un día tengamos que despertarnos a la cruel realidad que nos sensibilizara en las noticias y nos dejara consternados, no sabiendo a quien culpar.
Notas:
[1] Disaster Capitalism, the new economy of catastrophe.
[2] Ver http://www.anlis.gov.ar/inst/
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