El presidente argentino Mauricio Macri, en una desmedida e irreal comparación con la gesta libertaria de los héroes de la independencia de ese país, con una personalidad cada día más caricaturesca, comparó sus acuerdos con el FMI y los efectos sociales y políticos que han significado para Argentina, con los peligros y esfuerzos llevados a […]
El presidente argentino Mauricio Macri, en una desmedida e irreal comparación con la gesta libertaria de los héroes de la independencia de ese país, con una personalidad cada día más caricaturesca, comparó sus acuerdos con el FMI y los efectos sociales y políticos que han significado para Argentina, con los peligros y esfuerzos llevados a cabo por los padres de la patria al cruzar Los Andes en su lucha contra el dominio colonial español a inicios del siglo XIX.
Ante tamaño y megalómano paralelo histórico, el aspirante presidencial por el Frente de Todos, Alberto Fernández no tardó en responder señalando en un Twitter «presidente: nuestros héroes, con San Martín a la cabeza, lucharon por librar a nuestra Patria y a nuestro continente de una monarquía que nos sometía. Usted sólo supo entregar al país al FMI y a acreedores externos. Se podía hacer otra cosa. Nada heroico hizo usted».
Mauricio Macri, tras la aplastante derrota sufrida en las Primarias Abiertas y Simultánea Obligatorias (PASO) del pasado 11 de agosto, a manos de la dupla conformada por el aspirante presidencial Alberto Fernández y su compañera de fórmula a la vicepresidencia, Cristina Fernández (que obtuvieron un 47,1% de los sufragios contra un 32,48% deLoficialista Juntos Por el Cambio) no ha escatimado promesas, discursos con cantos de sirena y ofertones para tener la oportunidad de volver a ocupar la presidencia. Como también, asignar la culpa de todos los males que afectan a Argentina, no sólo al gobierno anterior presidido por la propia Cristina Fernández, sino que también una campaña del miedo ante la clara posibilidad, que en las elecciones presidenciales del 27 octubre próximo triunfe ampliamente el binomio Fernández-Fernández.
Tal eventualidad aterroriza a «Juntos Por el Cambio», la organización política que acoge a Macri y sus adherentes, no sólo porque echa por el suelo el sueño derechista de afianzarse en la conducción del país sino también porque pone en peligro, el seguir favoreciendo los intereses empresariales ligados al actual mandatario, su familia y amigos. Y, sobre todo, tener que responder políticamente, frente al millonario préstamo solicitado al Fondo Monetario internacional (FMI) por 57 mil millones de dólares, cuyo porcentaje mayoritario será gastado previo al fin del mandato presidencial pero, hipotecando al Estado argentino por varios años. Un empréstito destinado a suplir la enorme fuga de capitales o concretar millonarias licitaciones del Estado con ofertantes que se han adjudicado dichas licitaciones y que están vinculados a Macri y su círculo. El gobierno argentino ya recibió 44.000 millones de dólares del programa a tres años acordado en 2018, que seguramente será revisado en plazos y condiciones por el próximo gobierno, si los pronósticos se concretan respecto al Frente de Todos.
Recordemos que el financiamiento por parte del FMI, apoyado en el estrecho contacto que tenía Macri con la ex directora del Fondo Christine Lagarde se concretó cuando al gobierno argentino se le cerraron gran parte de las otras fuentes de financiamiento, donde pesaba la pésima evaluación sobre el manejo económico del país. La propia Lagarde, defendiendo el mega préstamo aseguró que «Argentina tocó a nuestra puerta. ¿Qué hubiera pasado si no hubiéramos estado ahí? ¿Si no hubiéramos hecho nada? Creo que hubiera sido mucho peor. Para mí no hay dudas al respecto. Nadie estaba preparado para dar financiamiento a ese país. yo fui por ahí, toqué a muchas puertas de muchos países, muchas palabras amables y apoyos gentiles, pero ninguna financiación «, sostuvo Lagarde, dando a entender que las dificultades, en el país sudamericano, serían aún peor de la que son hoy con una economía a la baja, tarifazos en los servicios básicos y transporte, subida generalizada en productos de primera necesidad. Despidos tanto en el sector público como privado, con cierre de miles de empresas, profundización de la recesión, cierre de ministerios y oficinas fiscales, reducción del gasto social y en general, con los ajustes estructurales que el FMI exige a nuestros países. ¿Se puede estar peor?
Los mandatos del FMI se han convertido en una receta crónica y perversa, conocida y experimentada por nuestros países latinoamericanos cuando se surte de dinero a gobiernos que suelen malgastar dichos préstamos usureros, que no benefician en modo alguno a la población y que suelen volver a las mismas arcas de donde salen en un ciclo retorcido y con efectos desastrosos para nuestras sociedades. En general, la carga del pago, las compensaciones asociadas son sufragadas por la población, la ciudadanía más vulnerable, la clase media, jubilados, los sectores jóvenes que suelen tener altos promedios de desempleo. Incluyendo recortes a sectores primordiales para el país como la salud, ciencia, cultura y educación. En ese marco, son los sectores más acomodados los menos afectados, quienes suelen blindarse frente los ajustes, ya sea depositando su dinero fuera del país o resguardándose gracias a medidas, surgidas desde los propios entes financieros gubernamentales, que suelen no dañarlos.
No se puede confiar en este tipo de organismos financieros, controlados precisamente por aquellos que son los dueños de los grandes capitales, que tienen a su cargo enormes sumas provenientes de fondos previsionales de gran parte de los países, que suelen aplicar recetas económicas que agravan la situación de nuestros países y que generan mayores grados de dependencia. Me refiero al Banco Mundial cuya sede está en Nueva York con cinco grandes accionistas (Francia, Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) y el Fondo Monetario Internacional cuya sede radica en Washington. Entidades destinadas a intensificar el dominio del mundo por las economías hiperindustrializadas, que suelen ser las mayores acreedoras. Entidades que además suelen apoyar en forma enceguecida a gobiernos, que tienen el sello de la irresponsabilidad en el manejo de sus países.
No es casual que la propia Christine Lagarde, cuando aún ocupaba el cargo de directora del FMI y negociaba el acuerdo prestatario con Argentina señaló, en una entrevista en junio del 2019 , tras un año desde el inicio del salvataje al gobierno de Macri que «La economía argentina mostró una situación increíblemente complicada, donde varios actores, entre los que me incluyo, subestimamos la situación cuando se comenzó a negociar el programa de financiamiento para el país. Fuimos demasiado optimistas sobre los pronósticos de contener el alza de precios. La inflación era mucho más resistente de lo que pensábamos y que controlarla tomará mucho más tiempo de lo que anticipábamos»
El Premio Nobel de Economía y acérrimo crítico del FMI, Joseph Stiglitz sostiene que «la política económica del gobierno Macrista ha sido una apuesta fallida respaldada por una comunidad internacional cegada por modelos caducos. La situación se ha deteriorado tan rápido, que es muy difícil en este momento emitir un juicio. Creo que la Argentina, no debería haber contraído esos enormes préstamos del FMI como respuesta a sus problemas» Le esperan momentos duros a la Argentina, afirma Stiglitz «Debo decir una vez más que es a los banqueros a quienes habría que criticar, incluyendo, en este caso particular, al FMI al suministrar erradamente este préstamo, unido a los errores de Macri, como cuando empezó a eliminar los impuestos a la exportación para después comenzar de nuevo. Luego los errores del Banco Central con la forma en que se llevó a cabo la política monetaria y la estabilización. El FMI debió hacer sonar el silbato y no lo hizo, pensó que la política económica estaba bien y que por ello iban a aportar 50 mil millones de dólares. Un pensamiento mágico, un juicio enturbiado por la ideología. El FMI no estaba ayudando a la Argentina, sino violando la política de no intervención o intentando modelar la política argentina.
Según un informe entregado a fines del mes de septiembre por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda, en el último año, Argentina perdió 155 000 empleos, lo que representa un puesto de trabajo menos cada un minuto y medio, «La desocupación alcanzó los dos dígitos en el segundo semestre del 2019 trepando al 10,6 por ciento. Creció 4,7 puntos porcentuales con relación al año 2015 y 1 punto porcentual con relación al 2018. Se estima en 2,2 millones de desocupados en la Argentina», detalla el documento. En un dato escalofriante desde el punto de vista económico, el citado documento consigna, como ejemplo de la catastrófica administración del derechista Mauricio Macri, desde Argentina se han fugado 2,4 millones de dólares por hora, 57 millones de dólares por día y 20 mil quinientos millones de dólares por año. La misma cantidad de dinero prestada por el FMI.
El año 2019 no terminará bien para Argentina y para una enorme mayoría de su población, que tras cuatro años de gobierno de Macri ha transitado por un camino de crisis económica, como no se veía desde el año 2001. Con un déficit que podría llegar a los 600 mil millones de pesos argentinos, sobre todo intensificado por la decisión de Macri – con manotazos de alguien a punto de ahogarse – de acometer con los gastos destinados a incrementar en un 50% el servicio de la deuda con respecto al año 2018 y así cumplir las exigencias del FMI. Tiene razón el candidato presidencial Alberto Fernández y su candidata a la vicepresidencia al sostener que «se viene una etapa difícil y compleja para el país tras las elecciones presidenciales». Palabras ciertas pero que no pueden servir para hacer un relato político similar (si triunfan en las presidenciales) al de un Macri, que en cuatro años, no dejó de asignar la responsabilidad de su mal gobierno a la administración anterior presidida por Cristina Fernández.
Lo que viene según el Frente de Todos, reafirmado en el comunicado que difundió después del encuentro con la misión del Fondo que el candidato Alberto Fernández tuvo en agosto del 2019, es que el futuro gobierno deberá renegociar el acuerdo de Macri con el FMI. Sobre todo porque este organismo y el propio gobierno fracasaron estrepitosamente en los objetivos planteados: recuperar el crecimiento económico; generar empleo para combatir la pobreza (que ya supera el 32%), reducir la inflación (que se disparó al 53,9%) y bajar la deuda pública (que subió 29 puntos porcentuales del PBI). El Frente de Todos ha señalado reiteradamente que el «el programa económico que impulsa el Gobierno de Macri no refleja ninguna de las prioridades establecidas en la plataforma del Frente de Todos. Tampoco existen coincidencias con las recomendaciones de política impulsadas por el FMI cuyos créditos otorgados han sido utilizados, en gran parte, para financiar la salida de capitales».
Macri, a pesar de cifras que permiten catalogar a su gobierno como uno de los peores en Argentina en los últimos 30 años, con un manejo económico deficiente, catastrófico. Una administración donde se ha favorecido descaradamente a su entorno de amigos y familiares. Donde las mayores licitaciones del Estado, han sido adjudicadas a sus cercanos, no ceja en considerarse un fuera de serie en materia política y económica. No tiene noción de realidad, sus delirios de grandeza no le permiten observar el daño causado, su ceguera le asigna responsabilidad al gobierno anterior y al que venga. Un megalómano que le ha costado a Argentina sus posibilidades de desarrollo y que le costará además, sangre, sudor y lágrimas, para salir del marasmo en que la ha sumido. Una Argentina con un futuro difícil y que sí o sí deberá asignar responsabilidades frente a un manejo político y económico escaso de luces, en un país cuya sociedad no merece seguir sometido a gobiernos mediocres.
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