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Entrevista al ecologista Antonio Elio Brailovsky

«Los humedales han sido siempre reguladores del ciclo hidrológico»

Fuentes: Rebelión

M.H.: El pasado 2 de febrero se celebró el Día mundial de los humedales en conmemoración al convenio que hace 50 años se firmó en Irán y al que Argentina se sumó hace 30 años. Me llamaron la atención algunas cosas sobre este tema, porque en la Argentina los humedales ocupan una superficie estimada de 600.000 km2, el 21,5% de nuestro territorio. Entre ellos se destacan las turberas de Tierra del Fuego, los meilines de la Patagonia, los esteros del Iberá, las lagunas de altura y salares de la Puna y el Delta del río Paraná y la CABA tiene la reserva ecológica de Costanera Sur.

E.A.B.: Además de una reserva ecológica en Ciudad Universitaria y otras dos en proceso de administración, una cerca del Riachuelo y otra en Parque Sarmiento.  

M.H.: Es una superficie significativa, porque el 21,5% de nuestro territorio me parece mucho. 

E.A.B.: Es un montón. 

M.H.: ¿Cuál es la importancia de todo esto? 

E.A.B.: Lo que se hizo siempre fue decir “estos pantanos no sirven para nada, cómo podemos llenarlos de tierra”. Pero han sido siempre reguladores, por ejemplo, del ciclo hidrológico. Cuando se planteó “vamos a tapar los bajos con basura” ahí se descubrió que el bajo generalmente, el humedal, pantano, etc., era el que regulaba la crecida de los ríos y arroyos. Si uno rellena el pantano, lo que hace es mandar el agua para otro lado, generalmente donde vive gente. Esta idea de hacer desaparecer los humedales, pantanos, bañados, etc., es olvidarse que si hay tierras altas que no se inundan, es porque hay tierras bajas que sí se inundan. El agua tiene que ir para algún lado.  

M.H.: ¿Por qué se ha tardado tanto en promulgar esta ley de humedales que está en el Congreso hace 9 años desde 2012? 

E.A.B.: Ya en 2012 hubiera sido tarde. Lo que pasa es que hay un acuerdo de distintos sectores políticos de no tocar nada de lo que pudiera generarle intereses económicos a corto plazo. Ya tuvieron un acuerdo de hacer leyes de bosques y glaciares, pero no para cumplirlas. Entonces se plantean para qué más leyes de protección de la naturaleza, mejor dejar las manos libres para hacer cualquier barbaridad. Es un punto de vista hasta desde el plano económico negativo y desfavorable.  

Nosotros vivimos en una sociedad que no sabe qué hacer con los humedales, pero si uno estudia qué hicieron otras culturas se encuentra que son formidables sitios de producción agrícola o agropecuaria. Doy dos ejemplos, los aztecas en el Valle de México, en la laguna Texcoco, construyeron islas artificiales sobre troncos flotantes, troncos, mimbre, tierra, plantas y la inmensa productividad de los humedales les permitía tener cosechas todo el año, con una capacidad de producción que la tierra seca no tiene. Abastecieron de flores, frutas y hortalizas a la ciudad de México desde hace 700 años hasta ahora. Esos cultivos se llaman chinampas, los turistas van a verlas todavía en una zona que se llama Xochimilco. Son zonas en continua producción, después de 700 años de producción continuada no tienen erosión, pérdida o deterioro del suelo. Son humedales que no han sido desecados, gran parte los secaron para hacer la ciudad de México y ahí hicieron desastres ambientales, pero con los humedales que quedaron siguieron con el método de producción indígena que funciona y que son una punta interesante para aprender a hacer algo distinto en vez de destruir.  

Otro ejemplo es en Colombia, en el norte hay una zona de ciénagas, también humedales, donde los indígenas, grupos anteriores a la conquista española, el pueblo Zenu (invito a que sigan la historia de este pueblo por internet porque es muy interesante) construyó un extraño paisaje de camellones, zonas de tierra elevada, que se inundaban naturalmente y al bajar la inundación, esto fertilizaba los suelos y construyeron una civilización agrícola basada en los cursos de inundación rurales de los humedales del norte de Colombia. Cuando los arqueólogos comparan la productividad de esos cultivos con el uso de los mismos territorios en la actualidad, recomendaron volver a lo que hacían los pueblos originarios. Porque es mucho más productivo, eficaz y rentable. Entonces, para hacer soja con el método de Monsanto hay que destruir el humedal. Si uno se pregunta qué hago en este lugar que se adapte a sus condiciones naturales, destruir no es una posibilidad.  

M.H.: Esa sería la pregunta que nos deberíamos hacer en nuestro país, teniendo en cuenta que ocupan más del 20% de nuestro territorio. 

E.A.B.: El ecólogo Jorge Morelo decía que en zonas como los Esteros del Iberá criar vacas es una estupidez. Hagamos ganadería con carpinchos que es el animal que vive ahí. Que tiene carne y cuero, si uno quiere hacer un asado y cuerear es posible, y el cuero de carpincho es mucho más valioso económicamente que el de vaca. Hay infinitas opciones, el tema es forzar un ecosistema para una producción no adecuada, ese es el error.