Hablar de los medios de comunicación hoy, pareciera un tema trillado, más en el caso venezolano. Por ejemplo, señalar que el discurso mediático, en el caso venezolano, está orientado a:
1) elevar la migración venezolana a un nivel de crisis continental que exige intervención multilateral;
2) el relato sensacionalista de problemáticas sociales generadas a raíz de la llegada de migrantes venezolanos, y sobre las enormes dificultades que sortean “en su desesperación por huir de Venezuela”;
3) visibilizar vocerías oficiales de los gobiernos de Perú, Colombia, Brasil y Ecuador, de academias de estos países y del funcionariado de organismos multilaterales para dar legitimidad política y científica al discurso sobre la necesidad de intervenir Venezuela y conducir recursos a la atención de la crisis;
4) construir, en torno a las y los migrantes venezolanos, una imagen similar a la de desplazados y refugiados a causa de un conflicto bélico,
5) responsabilizar exclusivamente al gobierno de Nicolás Maduro como causante de la migración, obviando el efecto que las sanciones económicas, el bloqueo contra Venezuela y el ataque sistemático a la economía venezolana desde 2013 tienen en la configuración de la compleja situación de su economía.
Agregando que, en Venezuela, el Gobierno de EEUU, suministró (y sigue suministrando) fondos en 2020, a la Asamblea Nacional de Juan Guaidó y a Medios de Comunicación de Oposición; la nota de albaciudad.org, lo señaló así: El representante especial del gobierno estadounidense para asuntos con Venezuela, Elliott Abrams, aseguró que en 2020, la administración Trump suministrará fondos para la Asamblea Nacional que supuestamente dirige el diputado Juan Guaidó, así como para medios de comunicación que Estados Unidos denomina “prensa libre” y para “las fuerzas de la libertad” de la oposición venezolana.
Y con esta posición parecen estar justificados, pero no, la realidad es que: la función de los medios de comunicación es informar. Silenciar, manipular, tergiversar, venderse y muchos otros calificativos es lo contrario de informar. Si los medios de comunicación se dedican a lo anterior, no pueden considerarse como tales.
Pero nos interesa mostrar que la actitud de los medios en general, no sólo es en el caso venezolano, sino pareciera ser la manera única de los medios occidentales y no occidentales, quienes alardean de precisión e imparcialidad. En este sentido, el tema comunicacional debe ser un tema permanente, evitando caiga en el trillaje, ya que en manos de la oposición a los cambios estructurales hace mucho daño.
Veamos un ejemplo, no muy cercano a nosotros/as, recordando que los medios se tranzan, como ya dijimos con funcionarios de organismos multilaterales.
Israel-Palestina
La parcialidad de los medios de comunicación occidentales permite a Israel seguir asesinando en Gaza. Nickolay Mladenov, Coordinador Especial de Naciones Unidas para el proceso de paz en Oriente Próximo, organización internacional (cuya única razón de su existencia es garantizar la paz mundial), agregando que, no existe ningún “proceso de paz”, declara, “preocupación” por la “actual y grave escalada entre Yihad Islámica Palestina e Israel”; añadiendo: “el lanzamiento indiscriminado de cohetes y morteros contra áreas pobladas es absolutamente inaceptable y debe cesar de inmediato”, subrayando que “no puede haber justificación para ningún ataque contra civiles”. Sorprendentemente, Mladenov se refería a los civiles israelíes, no a los palestinos. En el momento en que se publicó su declaración en los medios de comunicación, ya eran docenas los muertos o heridos palestinos civiles, mientras que los medios de comunicación israelíes hablaban de unos cuantos israelíes.
La Unión Europea declaró, y no lo hizo mejor. Repitió la misma respuesta de Estados Unidos, condenando “el aluvión de ataques con cohetes que alcanzó hasta el interior de Israel”. “El lanzamiento de cohetes contra población civil es totalmente inaceptable y debe cesar de inmediato”.
En un informe publicado por la BBC de Londres, la cadena británica se refirió a “la violencia transfronteriza entre Israel y militantes de Gaza”. Pero Gaza no es un país independiente y, según el derecho internacional, sigue bajo ocupación israelí. Israel declaró a Gaza “territorio hostil” en septiembre de 2007, estableciendo arbitrariamente una “frontera” entre el Estado israelí y el territorio palestino asediado.
CNN, por su parte, informaba que “la campaña militar de Israel contra Yihad Islámica” entra en su segundo día, al tiempo que destaca la condena de la ONU de los ataques con cohetes. CNN, al igual que la mayoría de sus contrapartes estadounidenses, informa sobre las campañas militares israelíes, en el contexto de una imaginaria “guerra contra el terrorismo”. Por lo tanto, analizar el lenguaje de los principales medios de comunicación estadounidenses, con el propósito de subrayar y resaltar sus fracasos y sesgos, es un ejercicio inútil.
Lamentablemente, el sesgo estadounidense sobre Palestina se ha extendido a los principales medios de comunicación de los países europeos, que solían ser, hasta cierto punto, si no más justos, sí algo más comprensivos con la situación del pueblo palestino.
Por ejemplo, el diario español El Mundo hablaba de que algunos palestinos (asegurándose de remarcar que eran “en su mayoría militantes”) “murieron”, en lugar de fueron asesinados por el ejército israelí. La escalada se produjo tras la muerte del líder de la rama armada de Gaza, informaba El Mundo, sin poder identificar una vez más a los culpables de esas muertes aparentemente misteriosas.
La Republica, considerado en Italia como periódico de “izquierda”, parecía más bien israelí y de derecha, al describir los acontecimientos que provocaron la muerte y las heridas de muchos palestinos. El periódico italiano utilizó una cronología irreal que sólo existe en la mente de los militares israelíes y de los responsables de la toma de decisiones. “La violencia continuó, (Militantes de Yihad Islámica de Gaza) lanzaron varios cohetes contra Israel, rompiendo la breve tregua, según informan (el periódico derechista israelí The Jerusalén Post y el ejército israelí). No queda claro a qué “tregua” se refería La Republica.
(El Mundo) Le Monde, de Francia, hizo lo mismo e informó siguiendo las mismas líneas y clichés engañosos de Israel, asumiendo las declaraciones del ejército y el gobierno de Israel. Curiosamente, la muerte y las heridas de palestinos en Gaza no merecen un lugar en la web del periódico francés. En su lugar, decidió destacar una noticia comparativamente irrelevante en la que Israel denunciaba el etiquetado de los productos de los asentamientos ilegales como “discriminatorios”.
En otro orden de ideas, Noam Chomsky Edward S. Herman, en su libro: “Consenso Manufacturado: La economía política de los medios de comunicación”, señalan que los medios de comunicación están envenenándonos con odio, a su vez, exponen las técnicas que los medios comerciales utilizan para promover y defender las agendas económicas, sociales y políticas de las élites gobernantes. Estas técnicas incluían retratar a las víctimas como valedoras o no de simpatía. Un sacerdote católico como Jerzy Popiełuszko, por ejemplo, asesinado por el régimen comunista en Polonia en 1984, fue deificado; pero cuatro misioneros católicos que fueron violados y asesinados en 1980 en El Salvador por escuadrones de la muerte respaldados por Estados Unidos fueron, sin embargo, calumniados como compañeros de viaje del movimiento rebelde “marxista”.
Además, señalan que, las técnicas conducen y son una estrategia de mercado, que fomenta un comportamiento adictivo y agresivo. Cuanto más se rastrean los hábitos de los lectores y espectadores en, por ejemplo, Internet y en los dispositivos electrónicos, más se alimenta la adicción y la agresión.
Y qué decir sobre la desinformación sobre la vida internacional: parecen estar al día las mentiras, la manipulación, y los silencios de los medios de comunicación dominantes. Para los medios de comunicación dominantes, un lanzador de piedras contra la policía en París, o contra la policía en Seúl, es un matón, pero un ciudadano lúcido y valiente si es gaseado en Argel o en Caracas!. Un manifestante asesinado o herido en París, no es más que un error, resultante de un comportamiento individual, en el contexto del mantenimiento del “orden”; pero en Venezuela, ¡es el resultado de la naturaleza represiva del “régimen”. Veamos algunos otros ejemplos:
- El tratamiento de los paraísos fiscales y de la evasión fiscal es muy complaciente: los medios de comunicación sólo critican a unas pocas “ovejas negras de cuello blanco”, pero el sistema de fraude “legal” tolerado por los Estados nunca se lleva a juicio. Los casos de los “Panamá Papers” han sido despolitizados al máximo y las propuestas de medidas vinculantes no han sido apoyadas.
- Los medios de comunicación occidentales han anunciado repetidamente la muerte del “régimen” de Corea del Norte y han esgrimido la amenaza que representa para la paz mundial, que se refleja en el interminable desfile militar en todas las pantallas, que es claramente la única actividad de los fanáticos norcoreanos. A este espectáculo edificante se le añaden los comentarios televisivos y radiofónicos de los “expertos” más analfabetos sobre los “horrores sin parangón del sistema político norcoreano”.
- En África (especialmente en el África de habla francesa), donde se multiplican las elecciones presidenciales amañadas, los medios de comunicación occidentales dominantes muestran discreción: la indignación por el fraude electoral se enfoca en otras direcciones.
- Cuando las tropas de la OTAN han destruido todo Oriente Medio y continúan haciéndolo con Arabia Saudí en Yemen, se “explica” que estas guerras se libran de acuerdo con el derecho humanitario, lo que no es el caso de los rusos en Siria, por ejemplo, “aliado incondicional” del verdugo en Damasco. Los periodistas no tienen que preguntarse por el costo de las “guerras justas”, sino sólo por el costo de las intervenciones rusas o iraníes, cuya mala conducta es obvia.
- La nueva dictadura brasileña (bolsonarista) no preocupa a los periodistas sudamericanos. Por otro lado, la Venezuela chavista merece todas las acusaciones, aunque el régimen bolivariano, antes de experimentar la crisis actual, en gran medida debido a las políticas estadounidenses, sacó a miles de venezolanos de la pobreza.
Está claro para los medios de comunicación que no se debe dar crédito a ninguna experiencia de orientación socialista, porque no hace falta decir que ninguna “debe” tener éxito.
Desde Allende hasta Maduro, pasando por el régimen cubano, se proclamó mediáticamente que el fracaso estaba programado. Todo eso sirve igualmente para golpear a la izquierda occidental cuando ésta se muestra solidaria.
Veamos otro ejemplo-caso en Colombia. Las cadenas televisivas RCN TV y Caracol TV, ¿son medios de comunicación o de contaminación?. Obsérvese que el presunto periodismo de investigación de Caracol TV y RCN TV, sólo se ocupa de averiguar de manera minuciosa y detallada durante varios y largos meses, cómo los ladronzuelos se roban los espejos de los carros en el Centro de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena o Cúcuta. En cambio, el periodista y columnista Daniel Coronell se ha dedicado a revelar a través de sus más recientes columnas de opinión en la Revista Semana las pruebas sobre el comportamiento presuntamente sospechoso de definidos altos funcionarios del Estado colombiano, como es el caso del expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez, el de otros senadores, el del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla; incluso, al propio Fiscal General de la Nación.
Al parecer, no se conoce ninguna investigación periodística, ni profunda ni siquiera superficial realizada por los medios tradicionales de Colombia (ni aun de los de televisión) que haya coadyuvado para que la justicia de ese país, pudiera revelar algún escándalo político, algo así como un género de investigación, similar a «WikiLeaks», de Julian Assange.
Finalmente, veamos con el ejemplo mencionado del Corea del Norte, también muy lejano, que mucho se escucha decir y poco se conoce sobre este país asiático. El país es constantemente presentado por la mayor parte de los medios de comunicación, como una dictadura belicista, bajo comando de Kim Jung-Un, supuestamente responsable por mantener un pueblo oprimido y hambriento.
La visión que se tiene en Occidente de un estado beligerante, principalmente a partir de la adopción explicita de la política “Songun” (priorización del sector militar) es bastante parcial. No se comenta, al menos no lo suficiente, que se trata de un territorio estratégico ambicionado por los EEUU, desde la II Guerra Mundial, sobre todo por su capacidad de cerrar el cerco con China, sumándose a las bases ya establecidas en Japón, Corea del Sur, Guam, Taiwán, Singapur, por citar algunas.
El pueblo coreano quiere la paz y la reunificación del país, tanto que detestan la expresión “Corea del Norte”, pues consideran que hay una sola Corea, que se intentó construir muchas veces, y que la revolución surgió exactamente para la liberación del país, y que todo el pueblo coreano está dispuesto a dar la vida, para no caer nuevamente en la subyugación extranjera, sea de Japón, como en el pasado, o EEUU ahora.
Las ciudades son limpias y la propiedad pública muy bien cuidada, con todas las limitaciones de recursos. Los servicios básicos son gratuitos y de acceso universal; y hasta el problema urbano más común, el acceso a la vivienda, es inexistente. Con el casamiento, todos reciben del gobierno una residencia que puede no ser lujosa, pero sin dudas digna. No hay, diferentemente de lo que se pregona en la contra propaganda Occidental, un grave problema estructural de hambre y desabastecimiento.
Noam Chomsky en su encuentro con Lula da Silva en 2018 señaló que hay que tomar medidas para contrarrestar la concentración de poder de los medios de comunicación de derecha en Latinoamérica (y en Occidente y en el Mundo), al manifestarle Lula que durante todo su mandato sufrió constantes ataques de los medios de comunicación. Se trató de miles de ataques, desde todas las direcciones, algo que, por supuesto, confunde y socava a la opinión pública. ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo se contrarresta? Tema para otro artículo.
Concluimos señalando, con una frase quizás trillada, pero cierta, los embates de los grandes medios de comunicación son, en gran medida, contra la libertad de expresión.