La investigación de la organización periodística sin fines de lucro Forbidden Stories sobre el software espía Pegasus, de la empresa israelí NSO, con asesoría técnica del laboratorio de Amnesty International y la participación de quince medios de distintos países, entre ellos Le Monde, Washington Post, Haaretz, The Guardian y Die Zeit, tuvo una enorme repercusión internacional, entre otras cosas porque uno de los espiados mediante ese sistema fue el Presidente de Francia Emmanuel Macron, desde Marruecos. El propio ministro de Defensa de Israel, Benny Gantz, voló a París para efectuar control de daños.
La Argentina no figura entre los países que la investigación menciona como clientes de un software dirigido a espiar a organizaciones terroristas, pero que en distintos lugares del mundo fue dirigido contra opositores políticos, activistas por los derechos humanos y periodistas, entre ellos el saudita Jamal Kashoggi, columnista de opinión del Washington Post, quien fue asesinado en 2018 luego de ser torturado en oficinas consulares de su país en Estambul.
Sin embargo, hay fuertes indicios de que Pegasus fue adquirido por el gobierno de Maurizio Macrì en 2017, en ocasión de la visita del primer ministro israelí Beniamin Netanyhahu, en octubre de ese año. En su comitiva había representantes de la empresa NSO y los informes oficiales de Israel mencionaron acuerdos de inteligencia entre ambos países y la aplicación de la ciencia y la tecnología a la lucha contra el terrorismo.
Las actuales autoridades del Ministerio de Seguridad y de la Agencia Federal de Inteligencia no encontraron ni las máquinas ni la documentación probatoria. La versión que circuló en la AFI es que toda la operación fue clandestina y que su subdirectora, Silvia Majdalani, trasladó a su casa en el barrio cerrado Abril la sala de control de Pegasus poco después de las elecciones en las que Macrì no consiguió ser reelecto. Pero esa posibilidad no fue investigada ni la vivienda de Majdalani revisada, porque no se produjo ninguna denuncia judicial. En el Ministerio de Seguridad hay quienes creen que el software israelí pudo ser operado desde la Secretaría de Asuntos Estratégicos, a cargo de Fulvio Pompeo. Su actual titular, Gustavo Beliz, recién lo supo hace unos días y se comprometió a investigarlo.
El diario progresista israelí Haaretz publicó un artículo con la firma Anonymous, titulado “Yo trabajé para la empresa israelí de hackeo telefónico Cellebrite. Nos mintieron”. Cellebrite es una compañía similar a NSO, que exporta a distintos países del mundo máquinas y programas creados por organismos de defensa, seguridad e inteligencia del pequeño estado de menos de 9 millones de habitantes, en la vecindad de más de veinte países árabes, habitados por casi 450 millones de personas. El mismo diario publicó un podcast titulado Cómo el software de espionaje Pegasus llegó a forma parte del arsenal diplomático de Israel, en el que se afirma que el ex premier Netanhyahu actuó como corredor de comercio del grupo NSO y de otros fabricantes israelíes de armas. El periodista anfitrión del podcast, Simon Spungin, señala la coincidencia entre las listas de países con los cuales Netanyahu mejoró las relaciones de Israel y aquellos en los que Pegasus se utilizó para espiar a periodistas y activistas por los derechos humanos. Igual que en el caso de aviones, tanques, submarinos o misiles, estas tecnologías de espionaje sólo pueden exportarse con la explícita aprobación del Ministerio israelí de Defensa, explica en el podcast el analista senior de Defensa Yosi Melman, quien lo compara con la venta de drones y misiles a Azerbaiyán. Claro que no se los venderán a enemigos de Israel como Irán o Siria, dice. En su opinión la Mossad apoyó esas transacciones, que a veces fueron abiertas y otras veces clandestinas. El problema es que al Ministerio de Defensa solo le interesa vender. Los contratos incluyen restricciones y condicionalidades, pero en la práctica nadie controla que se cumplan, agrega. Si dormís en un hotel de cuarta, no te asombres si te pican las pulgas, ejemplifica.
Estos son algunos conceptos del artículo:
- Como ex empleado de Cellebrite puedo decir por experiencia personal que la compañía vende productos y servicios a usuarios de dudosa reputación, de regímenes autocráticos, y no hace nada para impedir su mal uso.
- Cuando con otros miembros del equipo pedimos explicaciones a la dirección, nos respondieron con dilaciones, confusiones y mentiras descaradas.
- Sabemos que son mentiras por investigaciones realizadas por grupos de derechos humanos que llevaron a Cellebrite a suspender sus ventas a Bielorusia y China. [El software estrella de la compañía es el UFED, que también fue ofrecido en la Argentina durante la visita de Netanyahu].
- Armamentos israelíes, desarrollados por gente como yo, ex miembros del establishment de defensa, que adquirimos nuestros conocimientos en el Ejército, no deberían caer en manos de algunos de los peores criminales del mundo, para ser usados contra periodistas, disidentes, miembros de la comunidad LGBTQ o contra cualquiera que haya nacido en el grupo étnico equivocado.
- El argumento de que las exportaciones de armas provee miles de millones de dólares al Estado de Israel me impresiona por su egoísmo y crueldad. Implica que por mucho dinero está bien ayudar a violaciones sistemáticas de los derechos humanos.
- También es falso el argumento de que NSO opera en Israel por razones sionistas pero que bien podría mudarse a Chipre y no emplear más a israelíes. NSO depende de los conocimientos de trabajadores israelíes, veteranos de la comunidad de inteligencia, que los adquirieron en el Ejército, en el servicio de seguridad Shin Bet o en la Mossad. Esta no es una cuestión trivial. Tales conocimientos, centrales para la investigación y desarrollo en seguridad informática, no pueden adquirirse en casi ningún otro lugar del mundo, y ciertamente no en Chipre o Arabia Saudita. Hay muchos especialistas en Israel y muy pocos en otros países.
- Otro argumento falso es que, dado que los gobiernos podrían obtener los mismos servicios en China, es mejor que se los venda Israel. Si fuera así, ¿por qué los sauditas los procuraron en Israel y no en China?
- La respuesta es que las soluciones desarrolladas en Israel por ex miembros del establishment de Defensa son superiores. Si los estados autocráticos no pudieran adquirir esos servicios a NSO, deberían conformarse con alternativas inferiores y más costosas. Esto reduciría su capacidad de espiar y reprimir a sus ciudadanos.
Compañías como Cellebrite y NSO producen tecnología de punta para la vigilancia, fácil de usar contra civiles. A menudo también es fácil identificar a los clientes problemáticos y los contratos dudosos. El Ministerio de Defensa debería supervisar en forma cuidadosa la exportación de productos y servicios desarrollados por esas firmas, reconociendo que son equivalentes a armamentos. Debería entender que proteger los derechos humanos no solo es ético sino que también está en el interés de largo plazo de Israel y sus ciudadanos.
Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/pues-entonces-quien-lo-tiene-2/