El gobierno argentino celebra el acuerdo con los técnicos del FMI (https://www.imf.org/es/News/Articles/2023/03/13/pr2368-imf-staff-and-argentine-authorities-reach-staff-level-agreement-on-review-under-eff), el que tendrá que aprobarse próximamente por el directorio del organismo, y con ello, el cierre de la cuarta revisión trimestral (serán 10 en total) y un desembolso de unos 5.300 millones de dólares, para seguir cancelando el préstamo de 45.000 millones de dólares del 2018.
Claro que al mismo tiempo se engorda la cuenta del nuevo préstamo de Facilidades Extendidas que hipoteca al país hasta el 2034 y que con seguridad requerirá nuevas negociaciones en un par de años. De hecho, se tira la pelota hacia adelante, en beneficio de las partes.
El gobierno local se presenta cumpliendo con los compromisos, destacado por el FMI en su comunicado de prensa, que resalta el ajuste de las cuentas públicas para el 2022 y demanda asegurar la reducción del déficit fiscal para el 2023, a la meta del -1,9% del PBI.
Para el FMI se trata de no hacer ruido en un momento de gran incertidumbre financiera y económica global, especialmente en EEUU.
En efecto, en simultáneo con el acuerdo entre el país y el FMI se manifestó la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) y otros bancos estadounidenses, con impacto en el sistema financiero y las bolsas y cotizaciones de acciones y títulos estadounidenses.
Así, el impacto se extiende al sistema mundial y agrega incertidumbre a un tiempo de desaceleración de la economía mundial con perspectivas de recesión, según manifiestan todos los informes especializados.
Por eso, en este contexto, el FMI no necesita evidenciar más problemas y favorece los necesarios “perdones” en las metas de acumulación de reservas, unos 2.000 millones de dólares menos, siempre que se mantenga el objetivo de ajuste fiscal, acelerando la eliminación de subsidios en tarifas y recortando gastos, situación favorecida por la elevada inflación.
Con precios en alza, el gasto en personal estatal se licua, al tiempo que mejora de manera relativa la recaudación. Entre otras cuestiones, la inflación favorece el ajuste desde el Estado, sobre cumpliendo las metas suscriptas con el FMI.
Quiebra del SVB
El colapso bancario en EEUU tiene referencia directa con una crisis presente, arrastrada desde el 2007/08 y también del 98/01.
La crisis del cambio de siglo en EEUU se la conoció como la de las “punto com”, con relación a la emergencia de las nuevas empresas de tecnología, que motivó la denominación de “nueva economía” y a Seattle como la ciudad emblema de proliferación de emprendimientos de tecnología, las “startups” y la atención de capitales excedentes para invertir como “capital de riesgo” para financiar ideas de innovadores, emprendedores.
Tal el trayecto de jóvenes como Bill Gates y empresas que hoy están en el top de la valorización financiera, escalando desde un inicio como “idea”, proyecto a materializarse.
Ese financiamiento se canalizó mediante fondos que canalizaban inversiones a los emprendedores, a quienes se les denominó Ventures Capital (VC) por su nombre en inglés, que puede traducirse como “Capital de Riesgo”. Se trata de fondos, los VC, que captan dinero excedente de inversores a la búsqueda de negocios y ganancias.
Las VC eligen a los emprendedores o startups a financiar y de allí surge la renta para devolver la inversión más la rentabilidad en tiempos de lógica financiera y especulativa exacerbada. No importa que muchos emprendimientos no finalicen exitosamente, porque el éxito de una o varias startups facilita la rentabilidad de todos los inversores. Algunos van a perdida, pero uno con éxito cubre el costo de gestión de la VC y ofrece altos rendimientos al capitalista inversor.
Las VC terminaron concentrando sus inversiones y depósitos en un banco, el SVB, que ahora hace visible una crisis sistémica, más allá de las innovaciones tecnológicas, la digitalización y la revolución del conocimiento en la producción y circulación del capital.
El SVB invirtió en bonos del tesoro a largo plazo en tiempos de baja de tasas, una oferta de largo aliento de los monetaristas al frente de la Reserva Federal de EEUU. Ante las subas de tasas y al pretender cambiar los activos en manos del SVB, más que mejorar el paquete de activos, de 209.000 millones de dólares a fines del 2022, motivó retiro de inversores y depósitos, que con anterioridad alcanzaban unos 175.000 millones de dólares.
Así, en pocos días perdieron más de 40.000 millones en depósitos, expresión de la corrida bancaria y, por ende, el banco fue intervenido. No solo hubo declaración conjunta de la Reserva Federal y la Secretaría del Tesoro, sino que el propio Joe Biden tuvo que hablar para tranquilizar a la sociedad ante la situación de colapso bancario.
No solo eso, sino que aseguraron devolución de depósitos más allá de lo estatuido previamente y líneas de crédito para otros bancos que presentaran problemas. Además, anunciaron la investigación sobre las responsabilidades en la política pública para arribar a la situación de quiebra y colapso de la banca.
El Mercado necesita del Estado capitalista
Insistiremos hasta el cansancio de la falacia liberal que sostiene que el “mercado” todo lo resuelve, ya que como en el 2007/09, o en el 1998/2001, el Estado capitalista sale a resolver la crisis del capitalismo. Es que para eso está el Estado capitalista.
No es cierto que el Estado somos todos o es para todos, y tal como vuelve a demostrarse cuando la situación afecta a unas de las instituciones del orden capitalista, caso de la banca. Ahí interviene el Estado sin prejuicio ideológico.
Tanto el “mercado” como el “estado”, son relaciones sociales. En uno domina el capital y en el otro, también.
La ampliación del mercado necesita la ampliación de las funciones estatales, no solo en la regulación, sino en la intervención directa.
No se puede pensar al neoliberalismo emergente hace medio siglo sin la intervención terrorista del Estado en las experiencias de las dictaduras del cono sur de América, como tampoco sobre el papel represivo del Estado británico o estadounidense bajo las gestiones de Thatcher o Reagan hacia 1979/80.
Hacia el 2001, la respuesta fue la militarización económica y social del mundo y el gran endeudamiento de los estados, las empresas y las familias, que motivó la crisis del 2007 y sus secuelas hasta la recesión mundial del 2009.
El orden capitalista en crisis desde el cambio de siglo muestra los límites al consenso neoliberal con la situación explicitada luego del 2010.
La tendencia es a la desaceleración, con bajas preocupantes de la productividad y de la producción, lo que deriva en pérdida de iniciativa productiva a manos de China e India, entre otros, que, ante sanciones unilaterales y obstaculizaciones de la universalización productiva, asumen las banderas de la liberalización de la economía mundial.
Es curioso ver como se cambiaron los papeles producto de las novedades del desarrollo capitalista contemporáneo.
Las quiebras bancarias en EEUU deben analizarse en ese contexto, y son parte de las dificultades para sostener una hegemonía construida en los últimos cien años.
El problema en este tiempo no es tanto reconocer la crisis capitalista, sino los límites para objetivar una conciencia colectiva organizada para construir un orden económico y social alternativo, en contra y más allá del capitalismo.
Sostenemos esta conclusión a 140 años de la muerte de Carlos Marx (14/03/1883), quien aportó en vida a la crítica del orden capitalista, como base sustancial para el despliegue de un proceso de revolución social.
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
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