Existe una importante crisis política por arriba para dirimir el liderazgo del bloque en el poder mientras la dinámica popular construye la resistencia a la ofensiva ajustadora del gobierno de Milei y sus aliados, más allá de las disputas.
El bloque de poder se reorganiza en el marco de la crisis capitalista. La desaceleración con perspectivas de recesión mundial tiene su especificidad local empujada por la política de austeridad de Milei.
La inflación elevada deliberadamente por la devaluación en origen del gobierno (dólar de 400 a 800 pesos) más liberación de precios contribuye a la generación de miedo de la población empobrecida y a aceptar, por ahora, las restricciones de un brutal ajuste sobre los ingresos populares. A la inflación se suma la recesión con impacto en desempleo, baja de actividad económica y consumo. Más temor y condiciones para exacerbar el ajuste y la regresiva reestructuración.
El enfrentamiento del gobernador de Chubut con el Presidente es una discusión al interior del poder, no solo es una cuestión política entre las derechas de LLA o del PRO, sino de los intereses detrás de los sellos políticos. Una disputa que arrastra a sectores sociales detrás de proyectos ajenos, regresivos, bajo la bandera de la soberanía de las provincias, restituida por la reforma constitucional del 94, producto del pacto PJ-UCR.
Las petroleras deciden no continuar con inversiones en hidrocarburos convencionales, base de la producción y exportación desde Chubut y se orientan a la nueva meca de las ganancias en Neuquén y el yacimiento de vaca muerta. El objetivo apunta a potenciar el sesgo primario exportador del modelo de acumulación hegemónico en el país. La ganancia y su acumulación prima en las decisiones del capital.
Milei sabe que su éxito está en un discurso crítico a la política tradicional y por eso insiste en que el problema es la casta. ¿Qué es la casta? Todo aquello que obstaculiza el objetivo de liberalización a ultranza, a favor de la propiedad privada y la libertad de mercado, o sea, de los inversores privados.
Ese fue el eje de su campaña, de su discurso inaugural y reiterados en toda entrevista y posibilidad de comunicación; en Davos en el FEM y recientemente en la cumbre de acción política conservadora en EEUU, abrazo y compromiso mediante con Donald Trump.
Milei juega a todo o nada, no sabe actuar de manera distinta. Reconoce su ausencia de partido y de poder institucional o territorial, por lo que fuerza la máquina para hegemonizar la reconversión reaccionaria del capitalismo local, más allá de burocracias de derecha, en los partidos o en los medios de comunicación.
Hasta ahora parece funcionar y deja sin discurso a sus aliados, a quienes quiere subordinar, tal como ya hizo con aquellos cooptados a su gestión, caso de la fórmula presidencial de Cambiemos, o destacados funcionarios del Frente de Todos.
Bloque popular
El problema está en la sociedad y un consenso político más allá de los votos conquistados en agosto, octubre o noviembre del 2023. El movimiento popular está desarrollando variadas iniciativas de confrontación, desde el inicio del gobierno Milei, con el paro nacional y movilización del 24E y la multiplicidad de jornadas de luchas que se suceden desde entonces a los conflictos gremiales desatados en el presente, de docentes, de estatales, de portuarios, entre otros. Pero también en inter-sindicales, multisectoriales, asambleas barriales y variadas formas de articulación para frenar el ajuste y las regresivas reformas estructurales en materia laboral, previsional o en privatizaciones.
Lo que debe reconocerse es que, así como en el bloque de poder hay debate político sobre quien dirige y en ese sentido, Milei lleva la iniciativa ideológica política hasta el paroxismo, en el movimiento popular existe ausencia de alternativa política.
Existen distintos proyectos políticos en ese reagrupamiento del movimiento popular y actúa desde el peronismo y sus distintas fracciones (en ese sentido está el documento de Cristina Fernández), como en la izquierda, lo que involucra a los partidos con representación institucional y un amplio abanico de construcciones políticas que articulan con aquellas, con diferencias y matices y voluntad de construir nueva identidad de izquierda para la disputa de poder, incluso con voluntad de ampliar la participación institucional. El abanico de la izquierda se incluye en movimientos sociales, sindicales, territoriales, culturales, de intelectuales, en un amplio espectro de perspectiva anticapitalista, atravesada por los feminismos populares y el ambientalismo en su diversidad, especialmente los que luchan contra el régimen del capital y su lógica de saqueo.
Reagrupamientos en la disputa de poder
Son tiempos de desafíos políticos en la reestructuración de los bloques que disputan poder.
Por arriba está claro quiénes son los sujetos que le ponen nombre a la discusión por la hegemonía.
Está pendiente la cuestión por abajo, lo que se define en la dinámica de organización y lucha del pueblo, tanto como en la crítica al capitalismo actual y la orientación de una estrategia de poder en contra del régimen del capital, una ausencia de época en la etapa actual del capitalismo.
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
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