El segmento de niños de 0 a 14 años fue el más afectado por el aumento de la pobreza a 52,9% durante el primer semestre de 2024. Además, la indigencia trepó a 18,1%.
Durante los primeros seis meses del gobierno de Javier Milei, la pobreza trepó al 52,9% y alcanzó a casi 25 millones de personas. A la vez, la indigencia escaló a 18,1% y afectó a 8,5 millones de argentinos. Los datos se agravan al observar la incidencia del flagelo en los más chicos: dos de cada tres nenes de entre 0 y 14 años son pobres.
Así se desprende de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que difundió el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Un análisis fino de la información difundida por el INDEC arroja que el 39,1% del grupo etario 0-14 es pobre mientras que el 27% restante se ubica por debajo de la línea de la indigencia. Esto implica que los menores no llegan a cubrir las necesidades de la Canasta Básica Alimentaria (CBA).
Al mismo tiempo, el 40,5% de los niños de 0 a 5 años es pobre y el 23,3% restante es indigente. De 6 a 11, el 27,7% se ubica por debajo de la línea de indigencia y el 39,3% ingresa en el universo de la pobreza. Para los adolescentes de 12 a 17, los números son alarmantes: el 29,4% es indigente y el 39,9% es pobre.
Por otra parte, el porcentaje total de personas pobres para los grupos de 15 a 29 años y de 30 a 64 años es de 60,7% y 48,6%, respectivamente. En la población de 65 años en adelante, el 29,7% de los ciudadanos quedó por debajo del umbral de la pobreza.
Distribución geográfica
En cuanto a la distribución geográfica de la inquietante situación social que atraviesan más de la mitad de la ciudadanía, las mayores incidencias se observaron en las regiones Noreste (NEA), 62,9%; y Noroeste (NOA), 57,0%. Las menores, al contrario, se dieron en la Patagonia, 49,1%; y la zona Pampeana, 49,9%.
Con respecto al segundo semestre de 2023, la cantidad de pobres subió tanto en los hogares como en las personas, de 10,7 y 11,2 puntos porcentuales (p.p.). En el caso de la indigencia, creció 4,9 p.p. en los hogares y 6,2 p.p. en las personas. A nivel regional, se observó un alza de ambas en todas las regiones.
En simultáneo, el INDEC informó que la brecha de la pobreza de los hogares se ubicó en 42,6%: el ingreso familiar promedio de los hogares pobres fue de $407.171, mientras que la Canasta Básica Total (CBT) promedio ascendió a $709.318. Así, la distancia entre ambos se aceleró en comparación con el año pasado.
¿Por qué aumentaron la pobreza y la indigencia en el primer semestre?
Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) diseccionó las causas que impulsaron el crecimiento de la pobreza y la indigencia en el primer semestre de 2024 en relación con los últimos seis meses del gobierno de Alberto Fernández.
En primer lugar, destacaron que el promedio de inflación mensual de alimentos del período estudiado (9,4%) superó al de la primera parte del año pasado (7,7%). Además, el pico inflacionario de diciembre de 2023, provocado por el salto del tipo de cambio de 118%, afectó directamente el precio de los productos alimenticios, principal insumo de los sectores más bajos.
En segundo término, el salario real de los trabajadores no registrados se redujo 29,5% respecto del año anterior y 24,8% respecto al semestre inmediato anterior. Algo similar ocurrió con el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM): se observó un valor 28,5% menor que el primer semestre de 2023 y una retracción de 28,1% en relación a los últimos seis meses del Frente de Todos.
En materia de empleo, en los primeros dos trimestres de la administración libertaria empeoraron los indicadores al saltar a 7,6%, superior al 6,6% anterior. “Paralelamente disminuyó la tasa de empleo que pasó de 44,8% en el primer semestre de 2023 a 44,6% en el mismo período de 2023”, remarcaron.
Si bien la Asignación Universal por Hijo (AUH) registró una suba real de 22,5%, no ocurrió lo mismo con la Tarjeta Alimentar y el resto de los planes sociales, que experimentaron retrocesos de 3,8% en la comparación con igual semestre de 2023.
“El escenario muestra una fenomenal reducción de su poder adquisitivo de 48,6% respecto al primer semestre de 2023 (como resultado del congelamiento del programa en $78.000). Con respecto al semestre anterior, el derrumbe alcanza 50,3%”, plantearon los autores.
Por último, la jubilación mínima acusó una sensible desmejora de 19,7% respecto de la evolución que mostró en los primeros seis meses del año pasado. Si se mide contra el segundo semestre de 2023, la disminución del haber mínimo orilla el 17,2%.
Cinco millones de jubilados y 8,6 millones de niños viven con necesidades insatisfechas
En los primeros seis meses del año, 1,5 millones de niñas y niños se convirtieron en pobres en Argentina. En tanto, 1,9 millones pasaron a ser indigentes. Según Unicef, más de un millón se va a dormir sin comer. En el caso de los jubilados –que en situación de pobreza también se cuentan por millones– están, en su mayoría, malnutridos.
La canasta de un jubilado rondaría, según los cálculos de la Defensoría de la Tercera Edad, en los $800.000 mensuales. La jubilación mínima en agosto –que es la que cobran 5 millones de personas– fue de $225.497,54. Con el bono de $70.000 esta cifra asciende a $295.000. “Hay 5 millones de jubilados y pensionados que sin lugar a dudas están bajo la línea de pobreza”, afirmó Eugenio Semino, Defensor de la Tercera Edad. “A esto, en términos de pensiones, habría que sumarle 500.000 que cobran la Pensión Universal del Adulto Mayor (PUAM), que es equivalente al 80% de lo que cobran los jubilados de la mínima; y un millón de personas con pensiones no contributivas que están aún peor, que están cobrando 220.000 pesos”.
El Senado aprobó un Proyecto de ley para modificar el sistema de movilidad jubilatoria. El esquema previsto mantiene la actualización por inflación, pero a eso le suma un aumento del 8,1% como compensación por la inflación de enero. El proyecto prevé además que, si el índice de inflación queda debajo del de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estatales (RIPTE), los jubilados reciban el 50% de esa diferencia a través de un ajuste semestral.
El documento proponía además que ANSES “garantizará, para el caso de las personas que perciban un solo beneficio, el pago de una prestación con un suplemento dinerario de carácter alimentario, de forma tal que los ingresos totales no sean menores al último valor de la Canasta Básica Total por adulto multiplicado por 1,09”.
El presidente Javier Milei vetó lo que se aprobó en el Congreso. “El presidente se comprometió con los argentinos a sostener el superávit fiscal a toda costa y así lo hará”, señalaron. El veto fue sostenido en la Cámara de Diputados.
Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) –y en base a datos oficiales– las jubilaciones fueron las que más aportaron al superávit del Gobierno. “En los primeros siete meses de 2024, de cada $100 ajustados, la mitad lo explican los recortes en jubilaciones ($27,7) y obra pública ($22,6). Le siguen los subsidios, que aportaron $15,2, gastos de funcionamiento del Estado (principalmente salarios) con $11,6 y prestaciones sociales con $9,5 entre las que se incluyen asignaciones, pensiones no contributivas, prestaciones del PAMI, entre otros”, señalaron en su último informe.
La aplicación del proyecto, estimaron desde la Oficina de Presupuesto del Congreso, requeriría una inversión del 0,45% del PBI. Desde el Gobierno, en cambio, aseguran que esta ley “implicaba un gasto adicional del 1,2% del PBI”.
Sea como sea, aun aplicando lo previsto en el proyecto vetado, los aumentos no alcanzarían para cubrir los gastos básicos de un jubilado. La Canasta Básica Total que calcula el Gobierno para un adulto no contempla ítems específicos que la Defensoría de la Tercera Edad sí considera, como vivienda y medicamentos.
“La gran mayoría de los jubilados están, por lo menos, malnutridos. Más allá de las cantidades, a mayor edad se necesita una calidad diferente de nutrientes”, destacó Semino.
Y agregó que entre el 80% y el 90% de las personas mayores son hipertensas o tienen problemas de colesterol, pero que la jubilación no es suficiente para comprar alimentos que por lo menos eviten empeorar esas condiciones. “El jubilado hoy está tratando de llenarse de comida, comiendo alimentos que logran saciedad, pero con pocos nutrientes”. A eso hay que agregar la dificultad para conseguir medicamentos y el déficit de viviendas. “También, por el aumento de tarifas, en invierno empezaron a ahorrar en calefacción. Y ese ahorro de calefacción se transforma en patologías”.
Niñes
En el otro extremo, señalan en un informe de Infancias en Deuda, “el 71% (8,6 millones) de los niños y niñas de Argentina son pobres y el 34% (4,2 millones) crece en condiciones de pobreza extrema”. Eso significa, destacaron también, que en los primeros seis meses del año “más de 1,5 millones de niños, niñas y adolescentes se convirtieron en pobres y casi 1,9 millones en indigentes”.
El documento titulado “Menos presupuesto para infancias cada vez más pobres” destaca también que los recursos destinados a este sector de la población son un 18% menos que en 2023, y que “la AUH y la Prestación Alimentar cubrieron el 77% de una Canasta Básica Alimentaria en los primeros 6 meses de 2024”, con lo cual “mejoraron respecto de 2023, pero se encuentran lejos de 2021, que fue de un 98%”.
Entre las principales conclusiones señalan que el presupuesto orientado a políticas alimentarias disminuyó un 29% respecto a 2023, mientras programas como Abordaje de Curso de Vida (el principal en materia de salud) “es 12 veces inferior a lo ejecutado en 2021 y un 50% menos que lo ejecutado en 2023”. En materia de educación tampoco hay mejoras: se asignaron un 43% menos de recursos que el año pasado.
En este sentido, algunos programas presentan nula ejecución: es el caso de Gestión del Nivel Inicial y Secundario, ESI y Reinserción Escolar. En otros, como las Becas Progresar (-54,7%), Construcción de Jardines Infantiles (-43%) e Infraestructura Escolar (-63,5%) la ejecución se redujo considerablemente.
Desde Infancias en Deuda y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) advirtieron sobre la urgencia de que el Estado “tome medidas para aumentar los recursos que garantizan los derechos de este grupo”.
Un millón de niños y niñas se va a la cama sin comer
Más de siete millones de niños y niñas viven en la pobreza monetaria y un millón se va a dormir sin cenar por falta de dinero, según los datos de la Octava Encuesta Rápida realizada por Unicef y revelados en el marco del lanzamiento de la campaña “El hambre no tiene final feliz”. Si se tienen en cuenta el resto de las comidas, la cantidad de chicos y chicas alcanzadas es de un millón y medio. En el caso de las personas adultas que viven en esos hogares, el número llega a cuatro millones y medio porque priorizan el alimento de los más pequeños.
Los datos reflejan que en un 48 % de los hogares con niñas y niños los ingresos mensuales no alcanzan para cubrir los gastos mensuales corrientes. Indican, también, que las familias despliegan múltiples y diversas estrategias para hacer frente a estas restricciones de ingresos. En primer lugar, se endeudan de diversas formas (formales e informales): un 23 % de los hogares está endeudado y más de la mitad de ellos pertenece al 40 % de los hogares más pobres. Un 31 % de los hogares con niñas y niños tuvieron que recurrir a algún préstamo o fiado por parte de algún comercio para comprar alimentos. En un 41 % de los hogares tuvieron que recurrir a ahorros para cubrir gastos corrientes y un 45 % de los hogares utiliza más que antes la tarjeta de crédito para la compra de alimentos.
Por otro lado, y como parte de estas estrategias, las familias tienen que restringir consumos, con efectos sobre las condiciones de vida de las niñas y niños: un 23 % de los hogares indicaron que por falta de dinero se dejaron de comprar medicamentos y en un 32 % redujeron los controles médicos y odontológicos.
En algunos casos, estas restricciones también tienen impacto sobre sectores medios: un 9 % de los hogares tuvieron que darse de baja de la prepaga o cambiar a las niñas y niños de escuela por no poder pagar la cuota. En los casos más sensibles, lo que se restringe es el consumo de alimentos. En un 52 % de los casos los hogares tuvieron que dejar de comprar algún alimento por falta de dinero, 11 puntos más que en 2023.
Las personas más afectadas son aquellas que viven en hogares con menor acceso educativo y en los monomarentales, con jefatura femenina o cuando están situados en un barrio popular. Lo que da cuenta de la feminización de la pobreza y cómo afecta especialmente a mujeres y a las infancias.
En los tres millones de hogares donde los ingresos mensuales no alcanzan para cubrir los gastos mensuales corrientes, un 65 % de los jefes o jefas de familia tienen empleos informales. Pero la situación también se da en aquellos con empleos registrados, un sector en el que asciende al 30 %. Esto demuestra que tener un empleo no resulta suficiente para salir de la pobreza.
Nutrición y Educación
Las restricciones hacen que se reduzca significativamente el consumo de alimentos centrales para la nutrición de niñas, niños y adolescentes (carne, verduras, frutas y lácteos) y aumenten aquellos más baratos y menos nutritivos (fideos, harina y pan).
La falta e insuficiencia de dinero deriva en la necesidad de buscar ingresos adicionales. De este modo, durante el último año, se registró que aproximadamente un cuarto de las y los adolescentes realizaba tareas laborales y que un 12 % buscaba trabajo. Esta participación laboral tiene efectos negativos en el vínculo de los adolescentes con la escuela; mientras que un 4 % de los adolescentes que trabajan no asisten a la escuela, entre quienes no trabajan cae al 1 %.
El deterioro en la calidad de vida niños, niñas y adolescentes revelado por el organismo tiene correlato con los datos publicados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina que indicó que la pobreza trepó del 44,7 % en el tercer trimestre del 2023 al 55,5 % en el primer trimestre de este año, en tanto que la indigencia pasó del 9,6 % a 17,5 % en el mismo período.
Estadísticas preocupantes en torno a infancias y adolescencias
Por Dolores Curia
En ocasión del Día de la Niñez, la institución médica dio a conocer números que exigen políticas públicas urgentes.
Mostrar un abanico amplio de lo que está pasando en Argentina con la niñez: datos que hay, datos que faltan y temas que preocupan mucho a los profesionales de la salud. Ese fue el objetivo del comunicado que esta semana puso a circular la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
“A partir de hechos muy graves se estuvo hablando mucho de inseguridad alimentaria en la niñez en estos días. Y eso es algo importantísimo. Por eso nos pareció que era un buen momento para poner en agenda más asuntos relacionados a esto”, dice Javier Indar De Arza, pediatra y psiquiatra infantil. Se refiere al dato de que, según Unicef, más de un millón de niños se va a dormir sin cenar hoy en Argentina porque sus padres no pueden alimentarlos, y un millón y medio se saltea al menos una comida. Esa noticia sumada al Día de la Niñez representa una buena oportunidad para hacer un racconto de una situación general, muy mala, por cierto, para las infancias y adolescencias. “Decimos que es muy mala no sólo porque ningún índice mejora sino además se vienen profundizando para mal todos los índices. Por lo menos, los indicadores que tienen influencia sobre la salud”, explica De Arza.
Ya el último estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica (UCA), había certificado índices de pobreza del 54,9% de la población y 20,3 % de indigencia. Pero según los datos recientes de Unicef, la situación de las infancias es aún más acuciante: en lo que va de 2024, el 70% de lxs niñxs vive en situación de pobreza y el 30%, bajo la pobreza extrema.
“Observamos, al igual que gran parte de la sociedad, una vulneración preocupante de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en nuestro país. Lamentablemente esto no está en la agenda de las políticas públicas desde hace años. El Observatorio de la Infancia y la Adolescencia de la Sociedad Argentina de Pediatría y el Barómetro de la deuda social de la infancia de la UCA desempeñan un papel crucial al proporcionar información accesible y análisis epidemiológicos detallados, lo que permite generar acciones concretas para proteger a la infancia. Las cifras están. Se deben planificar las acciones en consecuencia”, expresaron desde la SAP.
La pobreza infantil en el tercer trimestre de 2023 se estima en 55% (con jurisdicciones que superan el 80%) y la indigencia en 15,7% con cifras estimadas en aumento para 2024. Más de la mitad (51,4%) de los niños de 0 a 14 años son pobres. La carencia de red de cloacas afecta a casi el 38% de los hogares con niños en el país, el 15% no dispone de agua corriente y más de la mitad reside en viviendas sin acceso a la red de gas.
Alimentación
La emergencia alimentaria existe en nuestro país desde 2002, según el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional 108/2002. “Una alimentación inadecuada repercute en el crecimiento, el desarrollo y la salud integral. Hoy en la Argentina, la inseguridad alimentaria afecta al 64,5% de niños, niñas y adolescentes con un aumento sostenido desde 2004. Esta situación requiere de acciones inmediatas y sostenibles en el tiempo. El hambre en general y en especial de un niño es inadmisible”, dice la SAP.
Para Angela Nakab, médica especialista en pediatría y adolescencia, estos números como la cifra de Unicef en relación a los niños que se saltean al menos una comida y los que se van a la cama sin cenar, tienen obviamente un fuerte impacto en la salud: “Hay déficits nutricionales que indican que los niños pierden una oportunidad que es crucial para consumir nutrientes (proteínas, vitaminas, minerales) y que pueden llevar a una mal nutrición, provocar retraso de crecimiento y daños al sistema inmunológico”.
Además, la falta de alimentación adecuada puede afectar el desarrollo cognitivo. Los primeros años de vida el cerebro está en pleno desarrollo y necesita un aporte constante de nutrientes. La falta de estos puede producir problemas de atención, dificultades en el aprendizaje, bajo rendimiento escolar. Irse a dormir con hambre puede también afectar el sueño. Un sueño de baja calidad provoca estrés, que puede volverse crónico y generar problemas emocionales y de salud mental.
Y, además, el déficit calórico puede afectar el crecimiento físico de los chicos, baja estatura y disminución desarrollo muscular. Están además más vulnerables a enfermedades si no se alimentan bien en un momento en el que se está desarrollando su sistema inmunológico.
Vacunas
La SAP también expresa su preocupación por que, a pesar de que hubo una lenta recuperación postpandemia, las vacunas aplicadas en lactantes para completar el esquema primario, siguen siendo iguales o inferiores al 80%. Es decir, 15 puntos por debajo de la meta óptima del 95% necesaria para alcanzar una cobertura universal o de rebaño. Las cifras oficiales muestran que, para fines de 2023, 112.000 niños de 0 a 5 años no habían recibido ninguna vacuna y 37.000 tenían el esquema incompleto.
Esta brecha representa un riesgo para la salud pública en general y para los niños en particular, con consecuencias directas en el aumento de casos de enfermedades prevenibles por vacunación, como la meningitis.
Mortalidad
Según los datos más recientes, la tasa nacional de mortalidad infantil en 2021 fue de 8 por 1000 nacidos vivos, en descenso. Sin embargo, algunas jurisdicciones aún presentan tasas superiores a este promedio. Este descenso se logró a expensas de la mortalidad neonatal; sin embargo, no se logró una disminución en el periodo post-neonatal. El 73,2% de los niños menores de 1 año fallecidos en su domicilio pertenecen a hogares con necesidades básicas insatisfechas.
El periodo postnatal abarca desde los 18 días de vida hasta el primer año. En esa franja etaria no se vio una disminución significativa en la mortalidad desde el año 2020 al 2021 en nuestro país. Uno de los factores que podría haber contribuido a eso es el impacto de la pandemia, que generó estrés en las familias y en los sistemas de salud y pudo haber perjudicado el acceso de las personas a los cuidados postnatales.
Además, hubo baja en la vacunación y en los controles de salud. “Otro factor es el aumento de la pobreza y de la inseguridad alimentaria. Eso afecta a la nutrición y el acceso a los cuidados de la salud. Podría ser también el caso de las infecciones y enfermedades prevenibles. Sabemos que hay factores y problemas de salud que no fueron atendidos postpandemia como enfermedades respiratorias y diarreas, que son críticas en el periodo postnatal”, explica Nakab.
Alrededor del 73% de los niños menores de un año que fallecen en su domicilio pertenecen a hogares con necesidades básicas insatisfechas. Los factores clave para disminuir esta tasa son: 1) el acceso a cuidados prenatales, es decir, los controles durante la gestación, 2) la calidad y constante actualización de los profesionales obstétricos, 3) la tecnología avanzada en neonatología con personal capacitado, que es crucial para los bebés prematuros, 4) programas de vacunación maternal y neonatal, 5) políticas de salud pública como la ley de parto humanizad y el Programa Nacional de Salud Materno infantil
Más de la mitad de las muertes de niños y adolescentes en general se deben a causas externas como el suicidio y los accidentes de transporte. En el año 2020 fallecieron 239 niños y adolescentes por accidentes de tránsito, de los cuales el 85% tenía entre 15 y 19 años, con un promedio de 266 muertes al año en el periodo entre 2010 y 2019.
Salud mental
“La emergencia de salud mental está aumentando entre los niños y jóvenes. Reducir el estigma en torno a este tipo de enfermedades y garantizar el acceso a servicios de salud de calidad es un derecho que se debe respaldar”, advierte la SAP. En Argentina, se suicidaron 383 adolescentes en el año 2020, de los cuales 9 de cada 10 fueron chicos entre los 15 y los 19 años. En este grupo, el suicidio representó la principal causa externa de muerte (30%), seguido por los eventos de intención no determinada y los accidentes de tránsito, superando en más de 8 veces a las tasas de los niños de 10 a 14 años.
Desde el año 2020, las tasas de suicidios, accidentes de tránsito y otras causas de muerte no fueron actualizadas, lo cual representa un grave obstáculo, dice De Arza, ya que “las decisiones sanitarias se toman a partir de datos. Desde la SAP hablamos con los médicos de guardias de todo el país y muchos nos cuentan que ‘no dan abasto con los intentos de suicidios’, pero necesitamos los números para poder sugerir e implementar las políticas públicas”.
Epidemia después de la pandemia
Es frecuente escuchar entre profesionales de la salud el diagnóstico de que la Argentina, así como casi todo el resto del mundo, atraviesa desde la pandemia por coronavirus una “epidemia de salud mental”. La SAP se viene refiriendo a este tema con un neologismo: “sindemia”, una palabra que define las consecuencias indeseables de las políticas sanitarias que la pandemia llevó a tomar.
“Es imposible que el haber tenido a niños y adolescentes recluidos no haya hecho estragos en todo el mundo”, dice De Arza. “En Argentina hoy por hoy no están las estadísticas para constatar nuestras impresiones. Pero es algo que sucedió en todo el mundo. Argentina no tendría por qué ser la excepción”.
En todo el mundo el aislamiento hizo mella en la salud mental. “No es algo difícil de imaginar si pensamos en lo que significa para un adolescente que se le supriman instancias de socialización y comunicación”, continúa De Arza. A eso hay que sumar duelos no resueltos, preocupación entorno a la seguridad de los padres y la propia, la utilización excesiva de las redes sociales: “Todo eso generó un combo que hoy por hoy no sabemos en dónde puede derivar”.
Desde la SAP aseguran que están viendo muchas crisis de angustia, ansiedad, y depresión en adolescentes, con dos manifestaciones principales en los departamentos de urgencias: intentos de suicidio y autoagresiones (como cortes en las muñecas). El problema es que en estos casos casi siempre se llega tarde porque la depresión en pediatría es muy difícil de identificar. “Los signos en adultos son muy claros: la persona se tira en la cama, pierde el deseo de hacer cosas cotidianas. Pero en un chico puede haber reacciones de agresividad, insomnio, necesidad de estar conectado todo el tiempo, aislamiento, aumento de la ingesta de comida, etc. A esto se suma que no hay suficientes especialistas en psiquiatría infanto-juvenil”, explica De Arza.
El contexto de crisis económica, tal como señalan desde la SAP, hoy se puede percibir por sus efectos en el desborde del sistema de salud y los departamentos de emergencia de las guardias de los hospitales. “Ya sea por demanda espontánea o por derivaciones por parte de organismos de protección de derechos, hoy las guardias están saturadas y no hay cómo canalizar esa demanda por otras vías”, dice De Arza. No existen tampoco programas o sistemas de protección para niños y niñas con problemas de desarrollo: “No tenemos centros especializados, hay pocos centros de primera infancia y los hogares terapéuticos escasean”.
Fuentes: Resumen Latinoamericano, Perfil, Red Eco Alternativo, UniDiversidad, Pagina 12
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