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Milei busca rematar las centrales nucleares

Fuentes: Rebelión

Mediante un decreto pretenden privatizar el 49% de las acciones de la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina. Los trabajadores del sector nuclear iniciaron un plan de lucha con protestas y acciones en todo el país.

La medida fue difundida en las redes oficiales del gobierno nacional. Las intenciones de avanzar con la privatización del paquete accionario de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA) viene desde el comienzo de su mandato. Entre coimas, compra de votos y represión, la sanción de la Ley Bases en el Congreso Nacional durante el 2024, puso a NASA en el listado de empresas privatizables de manera parcial (manteniendo una mayoría accionaria por parte del Estado).

De la mano de Demian Reidel, el gobierno de Milei viene desarrollando una nueva ofensiva privatista sobre el sector. El “ex” asesor del presidente prometió un “plan nuclear” a medida de los intereses del capital privado y el imperialismo norteamericano. La privatización de NASA es una parte de este plan que busca también avanzar con la entrega de la explotación de uranio para la exportación además de atraer inversiones privadas bajo la promesa de desarrollar una línea de reactores modulares pequeños (SMR por su sigla en inglés).

El primer paso de este plan viene siendo el vaciamiento de la CNEA a través de un fuerte ajuste presupuestario y salarios pulverizados en todo el sector, incluida NASA, generando una fuga de personal altamente calificado. En el caso del CAREM, el reactor modular que Argentina viene desarrollando desde hace décadas y que tiene su obra civil avanzada en el predio de Lima, se encuentra completamente paralizado y sus trabajadores realizando medidas de lucha. El viernes 19 realizaron una conferencia de prensa en las inmediaciones de la planta. Por su parte, la empresa IMPSA, que tiene pendiente la fabricación de la vasija de presión del reactor, fue vendida a una empresa norteamericana.

Otra de las empresas que quiere privatizar el gobierno es la de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) ubicada en Arroyito, Neuquén.

En las últimas semanas el subsecretario de Reforma del Estado Alejandro Tamer, funcionario de Sturzenegger, desembarcó en la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) y en la CNEA para auditar las dotaciones de personal, anticipando más ajustes en los organismos estatales.

La concreción de la privatización de NASA, sería un fuerte golpe para el sector nuclear nacional. Posiblemente el más importante en sus 75 años de existencia. El anuncio despertó críticas y puso en alerta a diversas organizaciones gremiales del sector, ya que es una medida ampliamente repudiada por trabajadores no solo de NASA sino también de CNEA.

Las capacidades desarrolladas en materia de energía nuclear posicionaron a la Argentina entre los selectos países que manejan esta tecnología. Este desarrollo fue motivo de interés para el imperialismo norteamericano en diversos momentos de la historia y sigue siéndolo en la actualidad. Tanto para obstaculizar cualquier desarrollo autónomo como para evitar la expansión de la influencia de China en la región, como sucedió durante la última década y reconoció la Generala Laura Richardson durante el anterior gobierno (cuando consiguió trabar el acuerdo por una cuarta central nuclear). Ya durante el gobierno de Milei, en un reporte del mes de Abril de 2025, el staff del FMI ordenó al gobierno nacional avanzar con la privatización del listado de empresas mencionadas en la ley bases. Volvió a recordárselo al equipo económico de Caputo antes del último desembolso de 2 mil millones de dólares que hoy el gobierno está quemando para sostener su aventura electoral. En aquel entonces también le ordenó avanzar con la desregulación del mercado eléctrico mayorista.

Hoy, con el riesgo país por las nubes y el dólar descontrolado, el gobierno quiere rematar NASA mediante un esquema de privatización mixta donde la generación de jugosas ganancias se las queda el privado y el Estado asume el pasivo ambiental (procedimientos para el almacenamiento del combustible gastado y de material radiactivo).

Para avanzar con este plan, deberán imponer a la CNEA la cesión del 20% de sus acciones, implicando un fuerte golpe para la institución.

Respecto a los posibles beneficiarios circulan diversas versiones, pero los actores son siempre los mismos: desde el mismo mentor de Milei, el magnate Eurnekian, que durante el último año jugó todas sus cartas para quedarse con el negocio de la minería de uranio, hasta la empresa norteamericana Meitner Energy.

La crisis del gobierno de Milei no para. Va de derrota en derrota: en las urnas, en el Congreso y en las calles. En este contexto, se abre un escenario propicio para rechazar la privatización de NASA y defender todo el complejo científico tecnológico en general y el sector nuclear en particular. Como dice el lema que está en cada movilización de las universidades, del CONICET, del INTI y la CNEA: “sin trabajadores no hay ciencia, sin ciencia no hay futuro”. Para eso es necesario tirar abajo todo el plan entreguista del gobierno y del FMI. Para terminar con el saqueo de la deuda, recomponer los salarios y cuadruplicar el presupuesto en Ciencia y Tecnología. Nada de esto se logrará esperando a 2027 o apoyando a los mismos partidos que ejecutaron el desguace en los 90 y que aportaron los votos que necesitaba Milei para aprobar la ley bases. Solo sucederá con el protagonismo de los trabajadores encabezando e imponiendo a la CGT y la CTA una gran huelga general que derrote este y todos los ajustes que prepara el gran capital.

Enfrentar la privatización de las centrales nucleares es una tarea de primer orden. Junto al sistema científico, constituyen un enorme activo con el que cuenta el país para mejorar las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras. La experiencia de las privatizadas en el sector energético, como los casos de Edesur, Edenor y Metrogas ya demostró que solo traen tarifazos para los usuarios, precarización para los trabajadores y ganancias millonarias para los privados. Una empresa estatal única de energía podría integrarse al sistema científico tecnológico (revirtiendo el desmembramiento neoliberal) y ser un enorme aporte en la perspectiva de una planificación democrática y racional de la producción basada en la deliberación de la clase trabajadora y conquistar una verdadera soberanía en ruptura con la decadencia capitalista. Garantizando el acceso de toda la población a un servicio barato y de calidad, en camino hacia el abaratamiento de los costos energéticos en base al desarrollo productivo y llevar adelante una verdadera transición energética.

Nucleoeléctrica, la empresa que quiere privatizar el Gobierno, tiene un superávit de $ 17.234 millones

Por Gustavo Sarmiento

Prevén que al terminar el año el balance financiero escale a $ 23.389 millones. NASA nuclea a las centrales nucleares Atucha I, Atucha II y Embalse. Y genera soberanía energética. El Congreso busca declarar de interés público el manejo de la energía nuclear.

Amparado en la visión de que todo lo estatal debe ser entregado (o rematado), el Gobierno avanza con la venta de un sector no solo estratégico de la Argentina sino que además le rinde económicamente. Días atrás, el vocero presidencial Manuel Adorni anunció que iniciará el proceso de privatización de la empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), la compañía encargada de operar las centrales nucleares del país. El dato que omitió es que la firma registró en el primer trimestre de 2025 un superávit de $17.234 millones y prevén que al terminar el año escale a $ 23.389 millones.

En los pasillos del Congreso se afirma que capitales estadounidenses, junto con aliados argentinos cercanos a ex empleadores del presidente Javier Milei, están frotándose las manos pensando en hacerse con NASA, con su potencial financiero y con su know how de especialistas, de avanzada en todo Sudamérica.

Nucleoeléctrica Argentina lleva adelante la operación y mantenimiento de las centrales nucleares Atucha I, Atucha II y Embalse. Genera superávit y soberanía energética. El martes, en conferencia de prensa, Adorni detalló que, amparado en la Ley Bases, “el proceso consiste en la venta del 44% de las acciones en bloque mediante una licitación pública nacional e internacional”.

Remarcó que “todas las empresas públicas están sometidas a un proceso de irremediable privatización”, y sostuvo que esta política “representa el fin del Estado empresario, aquel que se atribuía funciones impropias a costa de despilfarrar recursos de los argentinos”. Sin embargo, ese “Estado empresario” es el que demostró eficiencia y vanguardia, y que le dejará el desarrollo servido en bandeja a capitales privados extranjeros.

NASA es una de las pocas compañías estatales con superávit: en el primer trimestre de 2025 registró un resultado financiero positivo de $17.234 millones. Actualmente sus accionistas son el Ministerio de Economía (79%), la Comisión Nacional de Energía Atómica (20%) y luego Energía Argentina (Enarsa). Según estimaciones de analistas del sector, la valuación de la firma supera largamente los 1.000 millones de dólares.

Las tres centrales nucleares bajo su operación aportan el 7% de la generación eléctrica nacional, con una potencia instalada de 1763 MW.

El Congreso avanza por la energía nuclear

Mientras el Gobierno impulsa la privatización, en el Congreso la oposición busca algún tipo de freno. Fue el jefe de bloque de Unión por la Patria en el Senado, José Mayans, el que propuso declarar al sistema nuclear argentino como un bien público y estratégico.

“Ojalá sea así, ojalá nuestros legisladores estén a la altura de las circunstancias y no permitan que una empresa tan estratégica como esta. Me parece que siendo una empresa que puede generar ganancias, sería importantísimo que se pueda conservar en manos del Estado Nacional en su totalidad”, resaltó a Tiempo la ex titular de la CNEA, Adriana Serquis, y candidata a diputada por Río Negro (FP).

En el medio hay un proyecto que sobresale entre el apetito de potencias extranjeras: se trata del CAREM-25. Es el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado y construido en nuestro país. Si Argentina lograba desarrollarlo a tiempo estaría liderando un mercado de pequeños reactores que promete ser muy estratégico a nivel mundial compitiendo con grandes actores como Estados Unidos, China y Rusia.

En la actualidad son de suma importancia los Small Modular Reactor (Reactores Modulares pequeños, SMRs): centrales nucleoeléctricas de dimensiones pequeñas y con menos potencia eléctrica, con un desarrollo más simple y mejores formas de seguridad, así como menor tiempo de construcción, costos e inversiones. Una nueva tecnología fundamental para la transición energética, un sector de desarrollo clave.

“Lo que está en riesgo es la soberanía en un sector estratégico. Ponen en riesgo el primer desarrollo real de un reactor de potencia. Cuando uno hace reactores nucleares, hay de investigación y los que generan potencia. El Carem era nuestro primer proyecto de ese estilo, capaz de generar energía eléctrica. Desfinanciar y desmoralizar a los equipos de trabajo hace que sea más difícil de reconstruir”, enfatizó Serquis.

“Es un proyecto que tiene una inversión de 750 millones de dólares y le faltarían 200 más para terminar. Hay un 65% de proyecto hecho. Cuánto tiempo pase y cuánta gente se vaya es lo que puede llevar retomarlo. Tiene que ver más con la gente que con el edificio. Ya teníamos contratos para que un montón de pequeñas y medianas empresas puedan fabricar sus componentes; había más de mil contratos. Eso es lo difícil de reconstruir. Es grave”, acotó.

“Ni la Coca-Cola te vende su fórmula”, graficó Mayans. Cuestionó que la “privatización del sistema nuclear argentino” es “gravísima”, porque el proyecto CAREM es “un bien estratégico” y “hay que tener en cuenta la seguridad nacional”. Florencia Carignano completó: “No sucedió ni siquiera en los ’90”.

Soberanía nuclear

“En un país normal existen políticas de Estado que se sostienen a lo largo de los diferentes gobiernos y nos permiten crecer y desarrollarnos –aporta Serquis–. Sin embargo, tenemos algunas problemitas, como por ejemplo en el sector nuclear, que es un sector estratégico, tanto sea para la generación de energía eléctrica en un mundo que está necesitando mitigar el cambio climático por ser una energía limpia; como desde el punto de vista geopolítico, por poder tener conocimiento muy demandado y poco frecuente en algunos países, y nos da la posibilidad de sentarnos en muchas mesas de negociación por poseer este conocimiento”.

Si bien INVAP hasta ahora es la empresa que exporta reactores, estos reactores no son de potencia, es decir, no son los que se utilizan para generar energía eléctrica. Las centrales nucleares de potencia que sí generan energía eléctrica son Atucha 1, Embalse y Atucha 2, que fueron construidas con tecnología alemana o canadiense, y el Carem-25, que sigue dependiendo de la Comisión Nacional de Energía Atómica, es el primer desarrollo argentino de un reactor para producir nucleoelectricidad.

En paralelo, hace apenas algunas horas, el titular del proclamado Consejo Nuclear Argentino, Demian Reidel, comunicó más acercamiento con los Estados Unidos: “Argentina es el primer país de América Latina en asociarse con Estados Unidos en su programa FIRST de energía nuclear, que impulsa el desarrollo responsable de reactores modulares pequeños (SMR). El capital humano y la tecnología argentina le devuelven a nuestro país un rol de liderazgo global: vamos a proveer la energía nuclear limpia, estable y escalable que el mundo necesita”.

Serquis se refirió a otro punto de la privatización, que obliga a la CNEA a ceder el 20% de sus acciones: “Es gravísimo, porque significa que quien conoce, quien genera conocimiento, quien genera los profesionales que fueron capaces de reparar a las centrales en estos tiempos, en conjunto con los ingenieros, con los ingenieros de la propia NASA, y trabajando en este ecosistema nuclear, estarían quedando sin la posibilidad de tener injerencia en NASA, facilitando probablemente, a quienes no saben, estar en las decisiones de una empresa como esta, tan estratégica, y que además debe ser controlada y debe ser siempre propiedad del Estado. No tienen idea”.

Fuentes: Tiempo Argentino, La Izquierda Diario

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.