Recomiendo:
0

A 29 años del golpe genocida

Fuentes: Agencia Rodolfo Walsh

Argentina. 1976. El imperialismo ha recuperado el control de América Latina. Sólo falta nuestro país. El gobierno presidido por Isabel Perón enfrentaba una creciente resistencia obrera demostrada en: las luchas de Villa Constitución – el villazo- la repulsa a López Rega en una Plaza de Mayo colmada por columnas de trabajadores, que culminó con su […]

Argentina. 1976. El imperialismo ha recuperado el control de América Latina. Sólo falta nuestro país.

El gobierno presidido por Isabel Perón enfrentaba una creciente resistencia obrera demostrada en: las luchas de Villa Constitución – el villazo- la repulsa a López Rega en una Plaza de Mayo colmada por columnas de trabajadores, que culminó con su renuncia al Ministerio de Bienestar Social; junto a una ola de paros que finalizaron con una huelga general el 7 y 8 de julio de 1975 donde la clase enfrentó los efectos del Rodrigazo. Estas acciones de los trabajadores que ponían en jaque la producción; junto con la lucha de las organizaciones revolucionarias político -militares; preanunciaba un cambio cualitativo en el panorama político nacional para las elecciones nacionales de diputados que se avecinaban.

El imperialismo y los monopolios azuzaron a sus peones criollos, la UCR, el PJ, que como en el caso de Ricardo Balbín, denunciaban la «guerrilla fabril» haciendo mención al boicot de los trabajadores en las fábricas.

En tanto, las Fuerzas Armadas ya habían salido de los cuarteles.

La presidenta Isabel Perón, había sido enviada por su entorno a «mejorar su salud»; junto a las esposas de los comandantes en jefe de las tres armas en la localidad cordobesa de Ascochinga. En tanto el presidente, Italo Luder, que reemplazaba; firmó el decreto 2.772 donde autorizaba a las Fuerza Armadas a «aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país». Días antes del golpe, Balbín, en perfecta sintonía con el imperialismo y las Fuerzas Armadas hablando por cadena nacional dijo: «las soluciones existen, pero yo no las tengo» dando luz verde para la asonada militar.

Así se llegó al 24 de marzo. Había que poner en caja a un pueblo donde su clase trabajadora se preparaba a tientas y en medio de divisiones una opción independiente que le permitiera avanzar hacia la unidad.

Vino el golpe. La mayoría de los desaparecidos y asesinados fueron trabajadores, junto a miles de activistas estudiantiles y militantes políticos. Las fábricas y centros de producción, igual que las universidades, se militarizaron, los sindicatos se intervinieron, las condiciones laborales se retrotrajeron a las peores conocidas por la clase. Los trabajadores producían en empresas dignas del nazismo.

El imperialismo impuso a sangre y fuego su nuevo modelo de saqueo. Las grandes empresas multinacionales hacían negocio, tras negocio a costa de nuestro pueblo junto a los grupos empresariales nacionales, que hicieron enormes negocios a costa del Estado. Y transfirieron luego – de la mano de Domingo Cavallo, presidente del Banco Central- sus deudas a la deuda pública, engrosando más aún la deuda externa.

El modelo de expoliación, aplicado por el capital y vehiculizado a través del terror impuesto por los militares genocidas, llegó hasta la actualidad. Los lacayos del sistema lo llamaron neoliberalismo, para encubrir la naturaleza siempre sanguinaria de apropiación de riquezas del capital.

En el camino se cruzó el 19 y 20 de diciembre de 2001; una bisagra en la historia y una de las mayores insurrecciones de masas de nuestro país que sirvió para lavar el terror de la conciencia de las masas. El pueblo se rebeló contra el Estado de Sitio, salió a la calle y luchó. Entre el 2002 y el 2003, aún cuando las instituciones del capital nunca estuvieron en peligro, fueron severamente cuestionadas y sus amanuenses debían esconderse de las iras populares.

En abril del 2003 el capital retomó -a través de las elecciones presidenciales – el control de la situación política; pero esta tarea sólo se pudo realizar de la mano de uno de los sectores de menor significación de la burguesía y desconocido por el pueblo. El discurso de Néstor Kirchner con una mística setentista y algunas de sus actitudes seudo progresistas buscan atraer a sectores del campo popular a las filas de la conciliación de clases.

En tanto, algo ha cambiado en el mundo y en América Latina. Con contradicciones, a veces muy profundas, los pueblos comienzan a enfrentar en diversas maneras al imperialismo yanqui, que está empantanado en una guerra, de la no sabe cómo salir. Tras la pérdida de la iniciativa política, huye hacia delante y redobla su acción guerrerista, transformándolo en un enemigo más peligroso aún.

En América Latina, el liderazgo de la Revolución Bolivariana ha cambiado la correlación de fuerzas en nuestro continente, ello ha implicado que gobiernos y partidos de las burguesías oscilaran entre posturas autodefensivas frente a Washington y la sumisión al amo imperialista.

El gobierno de Néstor Kirchner es un ejemplo de ello. Mientras paga religiosamente la deuda al FMI o envía tropas a Haití, – este año se pagarán 13 mil millones de dólares y hasta el 2010 se abonarán 65 mil millones de dólares -, llama a boicotear a una multinacional como Shell.

No podemos desconocer como luchadores populares, que en Argentina existe una exacerbada puja interburguesa en la cual, el sector ligado al capital financiero, al imperialismo yanqui y que habla por la boca de los grandes multimedios, busca poner definitivamente en caja a un gobierno que quiere representar a una paupérrima y parasitaria burguesía local ligada con intereses con el imperialismo europeo. Un gobierno que se apoya en lo más nefasto y corrupto del aparato del PJ, el duhaldismo y que no duda en criminalizar la protesta social, mientras usa todo el poder del Estado para cooptar a distintas organizaciones, en base al clientelismo de los planes sociales.

A 29 años del golpe genocida, los trabajadores están recuperando lentamente su protagonismo. Distintos sectores de la clase han pasado de luchas, meramente defensivas en de sus puestos de trabajo, a luchar por aumento de salarios. En otros casos se van afirmando algunas conquistas de los últimos años como el sostén de las fábricas recuperadas bajo control obrero. Este clima que comienza ha cambiar ya ha despertado la preocupación de los capitalistas que promueven diversas formas de coerción sobre la clase. Desde la represión de las fuerzas policiales a trabajadores desocupados, el encarcelamiento y procesamiento de aquellos que salen a reclamar por sus derechos pasando por las cobardes acciones contra compañeras como Karina Sauco torturada en Las Heras (Santa Cruz) o el secuestro y tortura de la esposa de un obrero de FaSinPat (ex Zanon), hasta ataques a delegados, amenazas telefónicas, persecución a listas opositoras a las burocracias sindicales, entre otras.

En este momento complejo de la Argentina, los capitalistas que nunca se fueron del poder, apuntan contra la incipiente recomposición de la unidad social de los trabajadores. Para nosotros, como trabajadores de los medios alternativos, el desafío no está en contarle las costillas a un gobierno que, sabemos que es de nuestra clase enemiga, sino en trabajar audazmente en acrecentar nuestra propia unidad social, terminar con la fragmentación y dispersión que nos mata, para desde allí buscar las formas de unidad política que nos permitan encarar batallas superiores en el plano político.

¿Qué hace una Red Nacional de Medios Alternativos, en este marco?

Sin duda alguna pone toda su fuerza, todos sus miembros, todo su potencial al servicio de los trabajadores, de sus luchas y del programa que en algún momento éstos elaborarán como clase. Al mismo tiempo, y sin corrernos un ápice de ese eje, ponemos todas nuestras energías junto a las más amplias masas en la lucha contra el imperialismo y en la defensa de las libertades democráticas. Entre éstas, la defensa de la absoluta libertad de prensa, que no es libertad de empresa, a la que sí defienden las golpistas y pro imperialistas Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y ADEPA, entre otros.

En el plano particular de nuestro papel en el ámbito del trabajo con la información, para los medios de prensa alternativos el desafío es ser una parte fundamental en la cadena informativa que nace en las raíces del pueblo. Al mismo tiempo conformar una sólida red de contrainformación a la política informativa del sistema y los multimedios que lo respaldan. Y en el ámbito de los trabajadores de prensa nuestro desafío es cerrar filas junto al conjunto de los trabajadores del gremio -sean periodistas, fotógrafos, gráficos, entre otros- y buscar por todos los medios reconstituir la unidad social de los trabajadores del sector en particular y los trabajadores en su totalidad.

Agencia Rodolfo Walsh