En memoria de Porfirio Encino, Roque Nava Calvillo, Julio Atenco, Noé Torres, Francisco Cabrera, Gaudencio Mejía, Altinai Arias, Esperanza Rascón, Bety Cariño, Roly Escobar, Floriberto Díaz, y de muchos y muchas más que ya partieron, pero que dejaron huella…
EN AQUELLOS TIEMPOS:
Transcurrían los años setenta del siglo pasado y en las profundidades de nuestro país y casi de manera inadvertida, se gestaba un nuevo viejo movimiento social, el de los pueblos indígenas. Este actor emergente fue parte de la oleada de insurgencia popular que siguió al 68 mexicano; irrumpiendo en aquellos tiempos de revuelta popular y reconstruyendo su propia identidad y sus propias demandas. Hasta esos años lo indio, lo originario se encontraba diluido en el mundo rural, como parte del campesinado, siendo hasta entonces sus principales demandas la restitución o el reconocimiento de las tierras que desde antiguo les habían pertenecido y la destrucción de los ominosos cacicazgos.
Es por ello que en el movimiento campesino y en las organizaciones que se movilizaron en aquellos años, los pueblos indígenas no existen como entes que poseen culturas y demandas diferenciadas. Sin embargo, la defensa o la recuperación de tierras y la lucha en contra de los abusos representó para los pueblos originarios un alto costo de sangre y sufrimiento. Muchas de las movilizaciones indígenas fueron aplastadas de manera brutal, algunos casos que nos muestran lo anterior fueron las matanzas ocurridas en 1976 en Tehuipango, Veracruz o las ocurridas en Oaxaca: Montenegro Lalana, y en Santa María Puxmetacán, o en Chemax, Yucatán y el ataque al Campamento Tierra y Libertad en la Huasteca Potosina.
Sin embargo, poco a poco y a pesar de la extrema represión, los pueblos indios se fueron abriendo paso, hasta convertirse en un movimiento que reclama y expresa una identidad propia. En este proceso se ha considerado como momento fundacional, el Congreso de los pueblos indígenas de Chiapas, celebrado en 1974 relacionado estrechamente con el trabajo pastoral de la Diócesis de San Cristóbal las Casas, que ya entonces encabezaba el J´tatik Don Samuel Ruíz.
Poco tiempo después, en las montañas de la Sierra Norte de Oaxaca, habitadas por comunidades mixes, zapotecas y chinantecas, muy a principios de los años ochenta, los pueblos originarios defendían su territorio, pero también reivindicaban su derecho a la autodeterminación comunitaria. Este singular proceso, fue impulsado por organizaciones como la Odrenasij o el Codremi, mismas que fueron alentadas por jóvenes antropólogos y maestros bilingües. Al paso de los años, la propuesta surgida en esta región se le ha llamado Comunalidad, la cual destaca los valores organizativos de los pueblos originarios, basados en el apoyo mutuo y la asamblea y de esta propuesta se derivó el surgimiento en los años siguientes de diferentes organizaciones de carácter asambleario que reivindican su identidad étnica, entre ellas la Asamblea de Autoridades Mixes o la Ucizoni.
EL FORO DE MATIAS ROMERO
Ya a fines de los años ochenta, en diferentes regiones del país, se venían movilizando cada vez con mayor fuerza comunidades y organizaciones que se identifican como indígenas, sin embargo, este accionar se daba de manera aislada. Por ello adquiere singular importancia, tal vez el primer evento de articulación independiente de los pueblos originarios de México. En los últimos días de septiembre y a principios de octubre de 1989 y convocado por la Ucizoni, se llevó a cabo el Primer Foro Internacional sobre los Derechos Humanos de los Pueblos Indios, a este evento realizado en la pequeña ciudad istmeña asistieron representantes de 107 organizaciones y pueblos de 15 estados de la república mexicana y de 7 países. En este encuentro fueron denunciados viejos y nuevos agravios, despojos y agresiones, pero también fueron socializadas y compartidas demandas y experiencias y se avanzó en la construcción de lo que en los años siguientes sería el eje de las demandas políticas del movimiento indígena nacional: La Autonomía.
Al llamado Foro de Matías, llegó la invitación de la Organización Nacional Indígena de Colombia, la cual convocaba a participar en un encuentro de organizaciones, para abordar el tema del V Centenario, por lo cual se determinó enviar a una pequeña representación mexicana, integrada por tres personas. El principal acuerdo emanado del Encuentro de Bogotá, fue la convocatoria a impulsar una Campaña Continental que en el marco del medio milenio de la invasión europea reivindicara los derechos de los pueblos de las Américas. Fue así como el 12 de octubre de 1989 se lanzó la Campaña Continental 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular, a la cual al paso de los meses se sumarían más de mil organizaciones indígenas, urbano populares, sindicales, campesinas, de mujeres, de derechos humanos, y también estudiantiles de 27 países del área, dando así vida a un inédito proyecto de frente continental multisectorial, en el cual participaron organizaciones de Alaska a la Patagonia.
EL CONSEJO MEXICANO 500 AÑOS DE RESISTENCIA.
Hacia principios de 1990, se realizaron varias reuniones de seguimiento a los acuerdos del Foro de Matías Romero, este proceso fue alentado originalmente por activistas del movimiento indígena provenientes del Estado de México, Yucatán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, y el Distrito Federal. Ante la necesidad de impulsar en nuestro país la Campaña de los 500 Años de Resistencia, fueron convocados y pronto se sumaron a este esfuerzo representantes del movimiento urbano popular, de sindicatos independientes y de organizaciones campesinas. De esta articulación de diferentes actores surgió hacia abril de 1990 el Consejo Mexicano 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular, al que se sumarían organizaciones de derechos humanos, de mujeres, académicos y miembros de la llamada Mexicanidad.
Una de las tareas principales del naciente Consejo, fue el contactar a organizaciones de diferentes regiones del país para impulsar la creación de Consejos estatales o regionales, siendo así que surgieron los Consejos Oaxaqueño, el Maya Peninsular, el Guerrerense, el del Valle de México y se articularon en procesos más locales, diferentes organizaciones y pueblos de Chiapas, Michoacán, Veracruz, Puebla, Sinaloa, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Hidalgo, Tlaxcala y Tabasco destacándose la participación de las Tribus Yaqui, Kikapoo y Seri. El movimiento indígena fue el pilar central para la construcción de este movimiento nacional, precursor sin lugar a dudas de lo que sería el movimiento zapatista y las luchas de la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos en contra del Plan Puebla-Panamá.
El principal objetivo de este movimiento fue la creación de una gran frente multisectorial que reivindicará los derechos de los pueblos indígenas, en el marco de las celebraciones que pretendían realizar los gobiernos de América y la Corona española en octubre de 1992 con motivo de cumplirse el quinto centenario de lo que los gobiernos llamaron de manera hipócrita Encuentro de Dos Mundos.
Como vimos este proceso organizativo se desarrolló a nivel continental, creándose para su operación una coordinación formada por las siguientes regiones: Norteamérica. América Central, Región Andina, Sudamérica y Caribe. En este proceso se manifestaron dos grandes corrientes políticas, una la que expresaban las organizaciones y pueblos indios y sus aliados del movimiento urbano popular, de mujeres y jóvenes de México, Guatemala, Ecuador, Canadá, Panamá, Bolivia y Chile y la otra, la que impulsaban organizaciones sindicales y agrarias de Cuba, Nicaragua, Brasil, Argentina, Uruguay y Venezuela. La propuesta de los pueblos indígenas era comunitaria y autonomista, mientras que la propuesta de sindicatos y organizaciones campesinas era vanguardista, partidista y estatista. Ambas visiones chocaron en octubre de 1991.
En el Encuentro Continental convocado en octubre de 1991 por la Campaña, que se realizó en Xelajú, Guatemala, contó con la participación de una nutrida delegación mexicana, integrada por la banda y grupo de danza mixteca de El Zapote, Oaxaca, y por decenas de representantes de organizaciones y pueblos indígenas de varios estados, dirigentes campesinos, sindicales y del movimiento urbano popular, de organizaciones no gubernamentales, de derechos humanos y de mujeres, así como académicos y comunicadores. Esta delegación expresaba la diversidad propia al CM-500.
En este Encuentro se tomaron dos importantes acuerdos, uno de ellos tuvo como consecuencia el abrupto fin de la Campaña. Por un lado, se definió el realizar el 12 de octubre de 1992 movilizaciones en cada país y por otro lado se acordó el celebrar una movilización representativa de todo el Continente: el III Foro Continental de la Campaña de los 500 Años de Resistencia. Al final como sedes para la reunión continental se propusieron Managua y la ciudad de México. Managua era propuesta de la corriente de organizaciones de “izquierda partidista” y la ciudad de México fue la propuesta de un abanico de organizaciones y pueblos más cercanos al movimiento indígena continental. En la Asamblea final del Encuentro se argumentó para definir la sede, por un lado, con discursos que apelaban a la defensa de la revolución sandinista y por el otro lado, la importancia de los derechos indígenas en la coyuntura del V Centenario. Después de una votación reñida y de dudoso resultado, el Encuentro anunció que la realización del Tercer Foro Continental y de la gran movilización continental tendría como sede la ciudad de Managua. Y en efecto así fue.
LA JORNADA DEL 12 DE OCTUBRE DE 1992.
El CM-500 convocó a una gran jornada nacional de movilización, misma que se realizó en septiembre y octubre de 1992. Si bien la principal movilización tuvo lugar en la ciudad de México, también se realizaron importantes acciones en diferentes ciudades y regiones del país. Hacia la tercera semana de septiembre de 1992, dio inicio la movilización, cuando cientos de integrantes de Ucizoni, en su mayoría mixes, salimos en marcha desde Matías Romero, Oaxaca hasta la capital del país, en una difícil travesía de más de 600 kilómetros. En ese caminar fuimos acompañados y acogidos por organizaciones, pueblos y comunidades eclesiales de base de Oaxaca, Veracruz, Puebla, Tlaxcala y el Estado de México. La Marcha de indígenas istmeños llegó el 11 de octubre a la Plaza de las Tres Culturas, en la ciudad de México, donde se encontró con la marcha de indígenas guerrerenses que unos días antes había partido desde Chilpancingo; pero también a ese lugar llegaron delegaciones indígenas de diferentes lugares del país, e integrantes de diferentes movimientos, grupos e instituciones académicas.
Esa noche, los manifestantes pernoctamos en la explanada de la Basílica de Guadalupe, para muy temprano salir en marcha hacia el Zócalo de la ciudad de México, a su paso se sumaron miles de personas, dando vida aquel 12 de octubre a lo que sería la primera gran movilización que reclamaba en México los derechos de los pueblos indígenas. En la Plaza Mayor de la capital, se celebró un mitin en él cual se levantaron airados reclamos en contra de los despojos y la discriminación e hizo eco la consigna “Nunca más un México Sin Nosotros.”
De manera simultánea en diferentes lugares del país, se efectuaron nutridas movilizaciones destacándose las ocurridas en Morelia, Michoacán y en San Cristóbal las Casas, Chiapas. En la ciudad de Morelia, cientos de comuneros purépechas, acompañados de colonos y estudiantes caminaron por sus calles gritando consignas en contra de la invasión europea y derribaron la estatua del virrey Antonio de Mendoza. Ese mismo día, en la antigua Jovel, indígenas tzotziles, tzeltales, tojolabales y zoques marcharon, en completo silencio, sólo se escuchaba el murmullo que producían los pasos de miles de hombres y mujeres. Llevando muchos de ellos arcos y flechas, en simbólica declaración la guerra, la movilización culminó con el derribo de la estatua de Diego de Mazariegos. 14 meses después, muchos de los y las participantes en la marcha de San Cristóbal, regresarían ahora con el rostro cubierto, cuando el EZLN tomara esa ciudad el primero de enero de 1994.
PALABRAS FINALES
La movilización ocurrida en nuestro país en los meses de septiembre y octubre de 1992, es sin lugar a dudas la primera que a escala nacional reivindicó los derechos de los pueblos indígenas; y el Consejo Mexicano 500 Años de Resistencia fue un proceso plural, articulador de pueblos, organizaciones, asociaciones, colectivos, sindicatos e individuos provenientes de diferentes sectores, de más de 18 estados, que tuvo la capacidad de coordinar de manera horizontal y no centralizada, un conjunto de acciones y demandas que pusieron como reclamo por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos.
Esta gran movilización obtuvo entre otros resultados, el colocar en la agenda nacional, el tema de los Derechos de los Pueblos Originarios; asimismo logró que se cancelara el proyecto hidroeléctrico que inundaría tierras de las comunidades nahuas del Alto Balsas en el estado de Guerrero, y la restitución de alrededor de 10 mil hectáreas de tierras a comunidades ayuujk, chinantecas y zapotecas del Istmo oaxaqueño.
El último acto público del CM-500 fue en la primera entrega del Premio Nacional de Derechos Humanos Don Sergio Méndez Arceo, mismo que fue recibido por una pequeña comisión del Consejo a nombre de los miles de participantes en aquellas jornadas históricas de movilización. En 1993 algunas de las organizaciones participantes en el CM-500 iniciarían un nuevo proceso de organización indígena nacional: El Frenadepi; y en el marco del levantamiento zapatista, la gran mayoría de las organizaciones que habíamos participado en el CM-500 nos sumamos de diferentes formas en respaldo a la insurrección de nuestros hermanos chiapanecos. En octubre de 1996, muchas de las organizaciones y pueblos originarios también coincidimos en la creación del Congreso Nacional Indígena y en el año 2001 caminamos de nuevo junto a organizaciones sindicales, del movimiento urbano popular, académicos, ong´s y campesinas en la formación de la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos y en la construcción de un nuevo frente multisectorial de carácter internacional: El Foro Mesoamericano de los Pueblos, el que enfrentara por más de 10 años los despojos relacionados con el megaproyecto Plan Puebla-Panamá.
Han pasado ya 30 años de aquellas jornadas históricas, es importante que estos esfuerzos de miles de mujeres y hombres del pueblo no queden arrumbados en el olvido. Sépase de estas luchas, sépase que hubo triunfos y también derrotas, sépase también que es posible que los obreros, los indígenas, los campesinos, las mujeres, los académicos, la diversidad sexual, las colonas y los estudiantes, nos unamos con respeto, de manera horizontal e independiente a los partidos y al gobierno y juntos sacar adelante nuestras demandas y hacer valer nuestros derechos. Sépase pues que es posible.
Rincón Viejo Petapa, Oaxaca a septiembre del 2022.
GLOSARIO.
AMAP. Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos.
Codremi.- Comité para la Defensa de los Recursos de la Región Mixe.
Frenadepi. Frente Nacional de los Pueblos Indios.
Odrenasij. Organización para la Defensa de los Recursos Naturales de la Sierra Juárez.
Ucizoni.-Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo.
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