La tercera reapertura del canje de deuda, a través de la modificación de la «ley cerrojo», marca el fracaso en los objetivos de los canjes de 2005 y 2010, la falta de capacidad de pago de Argentina que la obliga a refinanciar y tomar nueva deuda en forma permanente y un nuevo crecimiento de la […]
La tercera reapertura del canje de deuda, a través de la modificación de la «ley cerrojo», marca el fracaso en los objetivos de los canjes de 2005 y 2010, la falta de capacidad de pago de Argentina que la obliga a refinanciar y tomar nueva deuda en forma permanente y un nuevo crecimiento de la deuda pública.
Este miércoles, la Cámara de Diputados convirtió en ley la tercera reapertura del canje de deuda. Fue en el marco de dos fallos adversos para Argentina por parte de tribunales norteamericanos ante el reclamo judicial de bonistas que no habían entrado a ninguno de los canjes anteriores.
Recordamos que en noviembre de 2012, cuando se produjo el embargo de la Fragata Libertad la presidenta Cristina Fernández de Kirchner había dicho: «No vamos a aflojar» al asegurar que no se le pagaría al fondo buitre que embargó la nave insignia. Y luego rechazó de plano la posibilidad de reabrir el canje de deuda para negociar con los «fondos buitres».
Sin embargo no fue así. La modificación -a través de la ley aprobada ayer- de la conocida como «ley cerrojo», fue el punto de negociación que el gobierno argentino encontró, luego de rotundas negativas iniciales, como propuesta para destrabar los reclamos del juicio iniciado por los llamados «fondos buitres» (NML Capital, Aurelis, Olifant, Blue Angel) y 13 acreedores minoristas argentinos (como únicos tenedores originales de los bonos).
Estos acreedores reclaman que se les reconozca el 100 por cien del valor de bonos por 1.330 millones de dólares sin ninguna quita. Lo que hace el gobierno reabriendo el canje es posibilitarles a ellos y al resto que no se acogió a los canjes 2005 y 2010 (quedaron fuera un 7% del total de los tenedores de entonces que representan, según cifras oficiales, 11.200 millones de dólares entre capital e intereses) que cambien sus títulos por otros en las mismas condiciones que la de los canjes anteriores, o sea, no por su valor nominal, sino con quita. (ver nota El ABC del canje que se viene).
Las diferentes idas y vueltas jurídicas no son el motivo de esta nota. Solo diremos que Argentina, luego de los fallos en contra del Juez Thomas Griesa y de la Cámara de Apelaciones de Nueva York, apeló a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos que deberá definir el 30 de este mes si acepta pronunciarse respecto a esta controversia.
Lo que queremos remarcar es que esta nueva apertura significa:
1-Que al igual que los canjes anteriores, convierte deuda que era ilegítima (incluso a través de fallos judiciales como el del Juez Ballesteros) en deuda que pasará a ser legal.
2-Que al igual que los canjes anteriores, la quita que en el mejor de los casos se realice sobre el valor nominal de los bonos les será compensada con la entrega de cupones atados al PBI. Por este mecanismo los que canjearon sus bonos en default en 2005 y 2010 recuperaron prácticamente el valor total de los mismos.
3-Que no se cumplió el vaticinio del gobierno de que los canjes nos abrirían al Mercado de Capitales para poder recibir dinero contante y sonante. Hay que aclarar que seguimos recibiendo préstamos de Organismos Multilaterales de Crédito como el Bando Mundial, y el BID en líneas de asistencia para obras de infraestructura y eso va incrementando la deuda.
4-Que es el reconocimiento de que el gobierno no tiene capacidad de pago de la deuda. La estrategia de «desendeudamiento» utilizada hasta ahora consistió en pagar parcialmente intereses que se fueron devengando y en ir refinanciando el resto de los intereses y el capital con nueva deuda.
En este último punto queremos detenernos por la gravedad que implica el hecho de que la mayor parte de la nueva deuda se ha tomado con el propio Estado (deuda intra-Estado) apelando a dinero del Banco Central (casi 64.000 millones de dólares), del Banco Nación (cerca del 50% de su cartera de créditos) y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSes (este fondo, que es dinero de los jubilados, hoy está constituido en más de un 60 por ciento por «papeles»: bonos y títulos públicos).
El último informe del Ministerio de Economía de fines de 2012 muestra una estructura de Deuda Pública de casi 83.000 millones de dólares en manos privadas (42%) y de más de 142.000 millones de dólares de deuda intra-Estado. (ver nota: Más allá del «desendeudamiento» la deuda sigue creciendo).
Esta deuda cercana a los 198.000 millones de dólares no incluye la deuda no canjeada (11.200 millones de dólares), ni la deuda de las provincias y municipios, ni los intereses de la deuda pública, ni la deuda por cupones atados al PBI. Si se consideraran todos estos ítems la deuda pública llegaría a fines de diciembre de 2012 a cerca de 350.000 millones de dólares.
Analicemos solo los datos oficiales. Luego del canje 2005, la Deuda Pública quedó en cerca de 152.000 millones de dólares. Según reconoció hace poco la presidenta, se pagó en 10 años más de 173.000 millones de dólares. Y hoy debemos cerca de 198.000 millones de dólares sin contar la deuda en default.
Entonces, ¿dónde quedó el «beneficio» de los canjes con quita? ¿Por qué si se pagó más de lo que debíamos a fines de 2005 hoy estamos debiendo más que entonces?
La explicación es que no se generan los recursos genuinos que puedan cancelar deuda. Y por ende se refinancia en forma permanente, se toma nueva deuda y se capitalizan intereses por el mecanismo ilegal del anatocismo (intereses que se capitalizan y sobre ellos se pagan nuevos intereses). Y que los fondos públicos (ANSes, Banco Nación y otros organismos oficiales) son usados para ocultar la imposibilidad de pago. O sea, la deuda se paga con nueva deuda.
Según el Ministerio de Economía, casi el 60% de la deuda pública está en moneda extranjera (dólares y euros) y su vida promedio (tiempo para pagar o para refinanciar) se acortó de 11 años en 2010 a 9,5 años en 2013. La estructura actual de su vencimiento es: en 2013-2014 un 28%, en 2015-2020 el 29%, y desde el 2021 43%. Según datos del Presupuesto 2013 (sin contar la deuda en default) deberíamos afrontar cancelaciones de capital de 36.500 millones de dólares en 2013, 42.100 en 2014 y 49.100 en 2015. En cuanto a los intereses habría que pagar 10.800 millones de dólares en 2013, 15.500 en 2014 y 18.600 en 2015.
En síntesis, lo que hará esta tercera reapertura del canje de deuda es generar más deuda, convirtiendo nuevamente deuda ilegítima en deuda legal. Además se continuará el camino de aceptar condicionamientos jurídicos y financieros: prórroga de jurisdicción ante tribunales extranjeros renunciando nuevamente a la inmunidad soberana, el trato igualitario a todos los acreedores (cláusula pari passu), la cláusula del acreedor más favorecido (que extiende a todos los acreedores que entraron en el canje los eventuales nuevos beneficios que pudiesen obtener los nuevos bonistas que entren al canje), compensación de la quita sobre el valor nominal con la entrega de cupones atados al PBI, la capitalización de intereses por anatocismo, entre otros.
Decíamos en la nota Deuda si. ¿Buitres no? (noviembre de 2012): «Queda claro que se negociará con los bonistas rebeldes. De todos modos si el árbol nos tapa el bosque no nos daremos cuenta que, mas allá de estos bonistas, la deuda se pagó siempre y se seguirá pagando. En diez años de gobierno kirchnerista se han abonado un promedio de 9000 millones de dólares anuales solo en concepto de intereses. Se han capitalizado intereses que no se llegan a poder pagar, motivo de parte del crecimiento de la deuda. Se han refinanciado deudas de capital».
Esa afirmación hoy se confirma. Se abrió la ley cerrojo, se negociará con los fondos buitres a quien este gobierno dice repudiar y luego se completará la Hoja de Ruta del desaparecido de la escena pública, el vicepresidente Amado Boudou: arreglo con los holdhouts y con el Club de París.
Así terminará de consolidarse el cambio de una deuda ilegítima en legal. Tendremos finalmente «Deuda para Todos». Aunque los que padezcamos las consecuencias no seamos todos, sino los sectores mas excluidos y postergados de este modelo «nacional y popular».
Fuente original: http://www.redeco.com.ar/nv/index.php?option=com_content&task=view&id=11597&Itemid=130
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