Recomiendo:
2

Acapulco: de la actividad turística a la urgente reconstrucción con paradigmas resilientes y desarrollo social

Fuentes: Rebelión

La página del gobierno de México del Centro Nacional de Prevención de Desastres inicia con la leyenda “Los huracanes categoría 5 no son tan comunes, pero ocurren”. https://www.gob.mx/cenapred/es/articulos/los-huracanes-categoria-5-no-son-tan-comunes-pero-ocurren?idiom=es (2023). Sin embargo, la misma página oficial no solo menciona que “ocurren”, sino señala nombres y fechas de ellos, a Janet 55, Beumal 67, Anita 77, Gilbert 88, Dean 07, Patricia 15 y Otis 23, es decir que tenemos una amplia vivencia de huracanes categoría 5, en la escala (Saffir-Simpson 69).

El gobierno, oficialmente dice que Otis rebasó los modelos internacionales de pronósticos meteorológicos, pues en menos de 12 horas pasó de tormenta tropical (64 km/h) a huracán C-5 (270 km/h). Sin embargo, como en otras partes del mundo incluido Estados Unidos, los ciclones de antaño y el inminente cambio climático, son ya sus referentes de prevención y preparación con tiempo para saber que más vale prevenir que lamentar, lo que no ocurrió en la especie, porque Otis entró brutalmente en Acapulco y Guerrero afectando otros municipios, sin que se hiciera nada durante 12 horas anteriores y sobre la noche y madrugada del fatídico 25 de octubre pasado que dejó destrucción, tristeza, pobreza, muertes (49 al corte) y sobre todo evidenció que la zona y esperemos que no el país, no tengan un sistema nacional confiable de prevención y atención de desastres por huracanes, sea la categoría que sea..

Las imágenes y videos dieron ya la vuelta al mundo y los primeros dos días el caos, la muerte, destrucción y la rapiña, fueron lo más visto. El gobierno empezó luego a intervenir para tener un balance de lo sucedido, pero sin duda alguna esas 12 horas eran tan valiosas si las hubiéramos utilizado en evacuar preventivamente a la población más vulnerable, proteger edificios y hoteles con tablones de madera, lonas especiales etc, pero, sobre todo, sacar a las personas de las zonas altamente vulnerables a cualquier ciclos y categoría, dada las condiciones donde muchas veces viven y son en terrenos irregulares e inhabitables. Ello incluye a sus animales y mascotas.

Vimos un Acapulco turístico y urbano devastado, empezamos luego a ver sus colonias en asentamientos irregulares, donde el agua y el viento se llevó todo, lo que no justifica la rapiña, y la falta de atención gubernamental temprana, sobre todo en más de 10 horas de noche y madrugada, donde la gente realizaba -acostumbrada a las lluvias – sus actividades, sin saber que en horas más tarde todo lo normal sería un caos.

Los municipios, estados y la federación, deben tener en su Plan de Desarrollo, establecido un Plan de Protección Civil que no está dirigido únicamente a prevenir sismos o saber qué hacer en caso de, ello quedó establecido después de los sismos de 1985, pero parece que excluimos a los huracanes y otras calamidades propias de la naturaleza o creadas y permitidas por el hombre, o que nos ha interesado poco ahondar sobre el particular. Como si paradigmas de resiliencia y sustentables no los conociéramos.

Existen en el mundo las Agendas desde lo local (ADLL), (ONU 92) que en su capítulo 28 y desde 2004, el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal INAFED, coordinaba acciones con los 2624 municipios mexicanos, institución que dejó de funcionar sin saber los motivos o si otra instancia la sustituyó.

Constitucionalmente los municipios están dotados –que no de recursos para aplicarlas- de sendas normas que deben cumplir garantizando a la población seguridad en sus vidas y en sus bienes ( Art. 115), siendo precisamente la tenencia de la tierra una característica fundamental de gestión, urbana, rural y de protección a la diversidad, que su manejo o abordamiento es poco claro por parte de la autoridad lo que propicia el uso irracional y destrucción de recursos naturales –deforestación- con su consecuente desaparición, (Galindo/Loa 94), pero también con la erosión y presión al suelo donde los desprotegidos viven en condiciones de pobreza, marginación e inminente peligro en deslaves de cerros, inundaciones de ríos, ya sea por una tormenta tropical o un huracán categoría que sea. Esto lo vivió Acapulco y sus zonas de pobreza.

Hoy conocemos al desnudo el Acapulco hasta hace poco dorado, donde la actividad económica y la seguridad social estaba frente a la bahía, sin embargo, podemos ver de cuerpo entero un municipio donde los paradigmas de resiliencia, protección civil, desarrollo sustentable, nunca fueron vistos, esto independientemente de que haya desaparecido el Fondo Contra Desastres Naturales FONDEN o se tenga dinero de otra partida, que se tiene que utilizar para reconstruir Acapulco, y pudo haberse utilizado para evitar desolación y sobre todo muerte.

La participación no es solo la participación física, sino conjunto de decisiones sociedad-gobierno referida a servicios diversos (Bervejillo/Kohen 87), que por su puesto hoy debe abarcar el fortalecimiento de la cultura de la prevención, surgida de otras dos, legalidad y democrática.

Las colonias y comunidades como las conocemos hoy en México, no son espacios de debate y reflexión, sino meros espacios donde la gente duerme o realiza su actividad diaria, por lo que como en otras partes del mundo las Asociaciones de vecinos son un medio para el desarrollo de la democracia política y social (Borja 77). A ello estamos convocados.

Cierto es que el Modelo de Desarrollo Neoliberal y el crecimiento del Estado en ese modelo estaba en función de una política presupuestal reduccionista y una política social de exclusión, con el compromiso de transitar de lo público a lo privado, con marcos teóricos de escuelas francesa, de Berlín e inglesa (Gallegos 02), reconociendo también que este modelo descalificaba a la oposición sin alternancia en el poder, que ahora existe en México, o que es una oportunidad que debemos aprovechar todos dentro del orden constitucional.

La historia y el tiempo nos dirán realmente que fue lo que omitimos hacer o dejamos de hacer como sociedad y gobierno, no me parece justo que ningún actor político saque raja de la desgracia explotando su imagen, llevando despensas o apoyos a quienes lo perdieron todo, incluso la fe, cuando debería estar en todo caso entregando esos apoyos de manera anónima, directamente a la Cruz Roja, por ejemplo, el gobierno o directamente a los damnificados, pero todos unidos entregando los apoyos sin ningún fin mezquino.

Riqueza es el potencial productivo o conjunto máximo que un país puede producir dada su naturaleza del suelo, clima, recursos, y situación mundialmente comparada frente a sus pares (Smith 84), por lo que la riqueza de un país está en función de la utilización de sus recursos naturales en el tiempo de manera sustentable, con derechos laborales reconocidos, seguridad en la vivienda, cultura resiliente (Adelman 84) y pleno respeto de la clase política gobernante al Estado de Derecho, es decir atienda las necesidades más sentidas de la sociedad, donde la prevención y cultura de protección civil es básica, garantizando a los gobernados una vida plena de seguridad y felicidad (gobierno de bienestar). Acapulco necesitará años para recuperarse por lo que la ayuda humanitaria no debe parar, pero además deberemos voltear la mirada hacia la zona pobre de Acapulco y del país en condiciones parecidas y con peligros naturales inminentes. No dejemos de apoyar a los damnificados. Debemos aprender a no tapar el pozo después del niño ahogado, refrán popular mexicano.

Rafael Marín Marín es Secretario General del Frente Nacional Jurídico en Defensa de la Constitución y el Estado de Derecho.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.