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Acumulación molecular de la conciencia del pueblo

Fuentes: Rebelión

La batalla es por la conciencia. Siempre. Este gobierno está realizando un experimento internacional, al igual que otras veces somos un laboratorio para ensayar nuevas técnicas. En realidad lo que es nuevo no es la técnica de manipulación de las conciencias, sino la dimensión, la sofisticación y el uso de tecnología de avanzada. Los hechos […]

La batalla es por la conciencia. Siempre. Este gobierno está realizando un experimento internacional, al igual que otras veces somos un laboratorio para ensayar nuevas técnicas. En realidad lo que es nuevo no es la técnica de manipulación de las conciencias, sino la dimensión, la sofisticación y el uso de tecnología de avanzada.

Los hechos son inapelables. Por donde se los mire Cambiemos gobierna contra el pueblo. Antes de asumir Macri la presidencia, el engaño era más fácil. Pero hoy, frente a los hechos, se perpetúa en gran medida. Hasta la movilización del 18 de diciembre y la votación de la «reforma» previsional el fifty-fifty no cambiaba perceptiblemente.

Cuando un pueblo toma conciencia en profundidad de una realidad, actúa. Eso es lo que pasó con la movilización del 18. Pero era sólo la mitad del pueblo. Es necesario que todas las personas, razonablemente sanas de la otra mitad, tomen conciencia antes que la destrucción de la población tome dimensiones descomunales.

Varias novedades se produjeron, presumiblemente, el 18. La grieta comenzó a disolverse. Por primera vez se le plantearon serias dudas a mucha gente que confiaba en las promesas de Macri. Reducir las jubilaciones, reprimir, desplegar vallas inexpugnables alrededor de todo el Congreso, no tenían ni podían tener una explicación positiva.

Tal vez, por primera vez, se hizo tan evidente el contraste entre los hechos y el discurso oficial y mucha gente empezó a dudar. Cuántos, es imposible saberlo. El macrismo perdió prolijidad en sus mecanismos de engaño, quedó demasiado al descubierto.

El pueblo necesita tiempo -siempre lo necesitó- para tomar conciencia de los cambios en la realidad, de sus implicancias, de la respuesta que exigen… Pero tarde o temprano lo hace. El problema es que suele suceder bastante tarde. Y la necesidad siempre es que la toma de conciencia se realice con el suficiente tiempo como para poder enfrentar y vencer las políticas que lo perjudican.

Quedó claro que la inmensa mayoría del pueblo está en contra de esta «reforma» previsional, que sabe que va a salir perjudicado y que a pesar de eso, el gobierno la ha llevado adelante contra viento y marea, pasando por arriba de las instituciones democráticas vigentes. ¿Cómo justificar ante el pueblo esa forma de votar una ley? ¿Cómo explicar que se le haya impedido a la población acercarse al Congreso para ejercer su legítima protesta? ¿Cómo explicar la feroz represión, que además se viene repitiendo.

La gran movilización del jueves 18 dejó claro, a través de los hechos, que la inmensa mayoría del pueblo estaba en contra. Entre 300.000 y 500.000 personas movilizadas, pacíficamente pero con entusiasmo, quedarán en la conciencia colectiva como prueba irrefutable del rechazo generalizado.

¿Si la inmensa mayoría del pueblo estaba en contra, a quién representaban los diputados?

No al pueblo, ciertamente. ¿Y quién existe aparte del pueblo? ¿Qué mandato siguieron los diputados?

También se produjo un primer cuestionamiento de cierta magnitud en relación con la capacidad de estas instituciones democráticas para garantizar los derechos del pueblo.

La respuesta nocturna de cacerolazos en muchos barrios porteños, del Gran Buenos Aires, y del interior, fue una genialidad de la población. ¿No se puede ir al Congreso, porque reprimen ferozmente? «Caceroleamos» en los barrios. ¿Quién puede decir que eso no es una legítima manifestación democrática? ¿Cómo hacen para repartir eficazmente todas las fuerzas represivas entre todos y cada uno de los cacerolazos? Una de sus implicancias fue que el pueblo ratificó, para que no quedaran dudas, que estaba en contra de la reforma.

Hay siempre una maduración en la conciencia en la población, que podemos llamar molecular, imperceptible a simple vista. Siempre se produce, para un lado o para el otro. Hasta que llega el momento en que esa nueva conciencia emerge y actúa en consecuencia.

Esa maduración molecular recibió un gran impulso con los hechos del 18. Para qué lado lo hará, cuánto tardará en manifestarse, hasta qué punto el gobierno podrá manipularla y someterla a nuevos engaños, son preguntas que hoy no se pueden responder, pero que tiene que hacerse.

Hubo gente que pensó que ir a la movilización no tenía demasiado sentido porque de todas maneras la votación ya estaba perdida de antemano. Sin embargo, cuanto más masiva fuera la movilización, más quedaba demostrado que la reforma previsional iba en contra de la voluntad popular, más quedaría en la conciencia de la población, más alimentaría favorablemente su acumulación molecular. La lucha sigue, no se ha terminado ni puede terminarse. El deterioro progresivo, cada vez más acelerado del nivel de vida de los jubilados y de toda la población, exigirá cada vez más pelear por la vida, defender la subsistencia, resistir de alguna manera. Y el recuerdo en la conciencia de lo sucedido el 18, será fundamental.

El gobierno logró que se aprobara la ley con todo tipo de trampas, chantajes, amenazas, etc., e impidió la llegada al Congreso de la movilización del pueblo. Son hechos imborrables, imposibles de desmentir. El gobierno ha quedado en gran medida al descubierto.

Pero la batalla por la conciencia es mucho más difícil y compleja. La capacidad de engaño del gobierno es muy grande, y si la actual metodología engañosa deja de tener sus efectos, inventará otras, tiene todo el poder internacional a su favor.

La maduración molecular que naturalmente surge de los hechos, se verá constantemente enturbiada por la acción multiforme del gobierno, permanentemente renovada, siempre fabricando nuevos engaños, inventando falsos enemigos, acusando a la protesta popular de los propios pecados del gobierno inventando constantemente actos de violencia con infiltrados y cambiando de esa manera, el eje de los acontecimientos. En lugar de reconocer la movilización masiva, acusar de su violencia inventada al propio pueblo.

En la conferencia de prensa Macri ha repetido sus promesas esperanzadoras, ejercitando una vez más un cinismo y una hipocresía, una capacidad de decir las mentiras más atroces con una sonrisa cariñosa en el rostro.

Han planificado muy bien el operativo con los infiltrados que apedrearon a la policía acorazada durante 3 o 4 horas, sin que esta última intentara impedirlo ni ejerciera ninguna represión. El operativo estaba calculado. Habían redoblado la apuesta, ya no era un grupito de encapuchados como sucedió en marchas anteriores. Ahora, aunque también pocos, eran algunos más para dar una mayor impresión de masas, de que era la propia gente la que agredía a la policía. Pero la feroz represión desatada después contra personas que no estaban haciendo ningún disturbio, incluso contra muchos que ni siquiera habían participado de la movilización, no deja lugar a dudas de que todo estaba planificado para instaurar el terror en la población, y desalentar nuevas movilizaciones.

La rúbrica de todo esto son las tapas de Clarín y La Nación. La foto de tapa de Clarín muestra una apreciable cantidad de gente apedreando a los uniformados, quiénes sólo atinan a cubrirse con los escudos, y el titular dice: «Con inusitada violencia trataron de impedir la sanción de la ley jubilatoria». Un título para la historia. Por lo siniestro, mentiroso, artero.

Aún suponiendo que los violentos hubieran sido parte del pueblo, -pasando por alto que era indudable que había infiltrados- de cualquier manera eran unos pocos. Una movilización pacífica de cientos y cientos de miles, minimizada, ignorada, ausente, y una puesta en escena totalmente armada de una ínfima minoría apedreando a la policía.

Y el contenido del título es tenebroso: «trataron de impedir la sanción de la ley jubilatoria» «…con inusitada violencia», o sea que el pueblo todo lo que atinó a hacer fue usar una «inusitada violencia», y no una gigantesca movilización. Y Clarín remata su titular con las palabras «sanción de la ley jubilatoria», como si la finalidad de la ley fuera establecer o perfeccionar la jubilación. O sea decir que el pueblo, con violencia inusitada intentó impedir una ley que lo favorecía.

No hay palabras para describir el grado de siniestralidad de este titular. Pero es indudable que influirá en buena parte de la población que lo registrará literalmente. Los titulares de los diarios son importantes porque instalan la interpretación central de los hechos -en el caso de Clarín totalmente invertida y engañosa-, y además porque una buena parte de la población sólo registra la lectura de los titulares.

El 18 es una fecha histórica, una bisagra que constituye un inicio de acumulación molecular de la conciencia en el seno del pueblo -aunque es imposible precisar la cantidad y calidad en el tiempo- de lo tremendamente destructivo que es este gobierno.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.