Mario Hernandez (MH): Señala Félix Luna en El 45: «El domingo 24 de febrero fue un día caluroso en todo el país. Tres millones y medio de ciudadanos varones estaban convocados para elegir a 376 electores que, reunidos posteriormente en Colegio Electoral, designarían al presidente y vicepresidente de la Nación». Buenos días Gerardo Bavio en […]
Mario Hernandez (MH): Señala Félix Luna en El 45: «El domingo 24 de febrero fue un día caluroso en todo el país. Tres millones y medio de ciudadanos varones estaban convocados para elegir a 376 electores que, reunidos posteriormente en Colegio Electoral, designarían al presidente y vicepresidente de la Nación».
Buenos días Gerardo Bavio en Tucumán. Me gustaría compartir tu recuerdo de aquel 24 de febrero de 1946.
Gerardo Bavio (GB): En ese momento yo ya era peronista. Formaba parte de la juventud del peronismo y participé de las elecciones desde un lugar un poco lejano, la provincia de La Rioja, donde trabajaba mi padre. Fue realmente un momento de alta tensión política que vivimos en toda la República Argentina.
Es interesante hacer un pequeño repaso de lo que pasó desde el 17 de octubre de 1945 hasta el 24 de febrero del año siguiente.
En ese momento Perón no tenía organizados apoyos políticos concretos. Había que institucionalizarlos y largarlos a la lucha política. En general se minimizan a los dirigentes del radicalismo que apoyaron a Perón como Hortensio Quijano, Diego Luis Molinari, Armando Antile y Oscar Albrieu, una cantidad de radicales combativos, de raíz irigoyenista, que desde el comienzo apoyaron a Perón.
Además debemos incorporar a los grupos de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) con Arturo Jauretche, Hernández Arregui y Raúl Scalabrini Ortiz y otra cantidad de personas que tenían una idea bastante clara de la lucha que se estaba dando.
También es importante señalar que el movimiento obrero, que fue el protagonista principal del 17 de octubre, ese mismo mes, el 24, se integró como Partido Laborista con un programa realmente muy profundo, diríamos revolucionario.
Con todo esto quiero desvirtuar la idea de los orígenes del peronismo vinculado a sectores de derecha. La oposición en los eslóganes y la campaña hacían figurar la lucha por la democracia y contra el fascismo, endilgándole a Perón y a los que apoyaban al peronismo el rótulo de fascistas, lo que era evidentemente una mentira.
El fascismo estaba metido en algunos grupúsculos que apoyaban al peronismo, pero fundamentalmente eran parte de los sectores de oposición. La lucha no era entre fascismo y democracia, como pretendían los opositores, sino como lo dijera el «gordo» Cooke, emergente de la lucha de clases en Argentina. Tenemos que profundizar sobre cuáles eran las fuerzas sociales que apoyaban o estaban en contra de Perón como la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio y las cúpulas de los partidos políticos tradicionales.
Al comienzo de los ´40 ya se vivía en Argentina lo que Gramsci calificaba de una «crisis orgánica», es decir, que esos partidos políticos, esos grupos de la derecha empresaria, que fueron protagonistas de la corrupción y el fraude de la década anterior, estaban pasando por una crisis de legitimidad, de credibilidad de la gente. Eran grupos que iban quedando aislados de las bases. Esto determinó esa apresurada corriente que se fue formando alrededor de Perón.
El Partido Laborista que lo apoyaba tenía un programa que podríamos calificar de revolucionario. Los grupos radicales críticos al Comité Nacional y los de FORJA, intelectuales de origen radical irigoyenistas, eran los mismos que habían luchado en la década del ´30 contra las dictaduras de Justo y Uriburu. Todos formaban parte, sobre todo en las provincias, donde eran mayoritarios los radicales renovadores, de los que apoyaron al peronismo, a la fórmula Perón-Quijano. Igualmente el Partido Laborista con Gay y Cipriano Reyes, con un programa realmente revolucionario que como te decía, le daba la tónica al peronismo desde sus orígenes.
Esto desvirtúa la teoría del entrismo en el sentido que la izquierda en los ’70 quiso penetrar desde afuera al peronismo. Este en su composición, bases sociales, en el antagonismo y polarización que despertó desde sus orígenes, fue un movimiento de profunda transformación social.
El «misterio aritmético»
También recuerdo que cuando tuvo lugar la elección había una gran euforia por parte de los sectores antiperonistas. Se consideraban triunfadores porque no podían concebir que el coronel Perón, que recién entraba a la vida política, tuviera los apoyos suficientes.
La estructura de la UCR (Comité Nacional) integraba la Unión Democrática (UD) apoyada por el Departamento de Estado norteamericano en la figura del embajador Spruille Braden, quien impulsó esta Unión autodenominada Democrática.
MH: Y que diera lugar a una de las consignas centrales de la campaña electoral por parte del peronismo: «Braden o Perón».
GB: Justamente. El manejo del Departamento de Estado fue muy claro. Publicaron el Libro Azul donde acusaban a Perón de fascista y que fuera desvirtuado a los pocos días por el Libro Azul y Blanco donde se ponían de manifiesto todas las tergiversaciones del documento originado en EE. UU.
Braden fue el organizador de la UD junto con Tamborini, Mosca, Laurencena, etc., dirigentes de lo que podemos llamar con claridad la derecha radical, la gente aliada a la Sociedad Rural y a los grupos económicos dirigentes.
Además no podemos olvidar la política social de Perón que ponía de manifiesto cuál era la orientación del naciente peronismo.
Como te decía, la UD creía ganada la elección. Estaban totalmente seguros. La elección del 24 de febrero de 1946 fue la primera legítima desde 1928 que llevó por segunda vez a la presidencia a Hipólito Irigoyen. Fue la primera elección legal sin proscripciones, apoyada por todos, incluso por Tamborini y todos los radicales.
La UD estaba integrada por la UCR (CN) que eran los alvearistas, los galeritas como les llamaban, el Partido Demócrata Progresista, el Partido Socialista y el Partido Demócrata Nacional, o sea los conservadores.
MH: Te faltó el Partido Comunista.
GB: Cierto, con Victorio Codovila y Rodolfo Ghioldi a la cabeza. Las primeras cifras le daban un leve triunfo en los centros poblados a la fórmula de la UD. Tenían una euforia total. Ya se creían ganadores. Ellos calculaban sus votos en base a sus electores anteriores pero ya no los tenían. Sumaban cada una de sus partes y de allí que confiaran en ganar la elección. La realidad fue muy distinta, fue el «misterio aritmético» como decía John W. Cooke porque ellos calculaban la suma de las partes y resulta que la totalidad era mucho menor. Esa fue la realidad.
Al poco tiempo se conoció ese triunfo electoral magnífico, de una potencialidad muy grande. Tengo a mano las cifras. Para el peronismo 1.478.500 votos contra 1.207.080 de Tamborini-Mosca, por más de un 50%.
MH: 55% contra 45%.
GB: Ese fue el resultado sorpresivo del «misterio aritmético».
MH: Hay que agregar que aunque fue la peor elección de Perón en toda su trayectoria, fue suficiente para conquistar el poder presidencial, la mayoría de dos tercios en Diputados, casi la totalidad del Senado, trece de catorce provincias y todas las legislaturas, salvo la de Corrientes. Un resultado extraño teniendo en cuenta que Quijano, su compañero de fórmula, era correntino.
Lamentablemente se nos acaba la tarjeta telefónica. Tengo que despedirte.
GB: Ha sido un gusto poder dar testimonio de este momento histórico transcurrido hace 67 años.
Gerardo Bavio, nacido en Salta el 23 de febrero de 1926. Se recibió de Ingeniero Civil en la Universidad de Córdoba. En 1962 fue contratado por el Ministerio de Industrias de Cuba, a cargo de Ernesto Che Guevara. También se desempeñó como profesor en la Universidad de La Habana. Participa de la campaña por la restitución de la democracia a principios de los ´70, donde milita en la organización Montoneros. El 25 de mayo de 1973 es designado Intendente de la ciudad de Salta por el gobernador Miguel Ragone, desaparecido en marzo de 1976. Fue detenido durante la gestión de Isabel Perón. Liberado en febrero de 1975 constituye la Junta Promotora del Partido Peronista Auténtico junto a ex gobernadores, Miguel Bonasso, Andrés Framini, Armando Cabo y otros. Dado el golpe genocida permanece en Argentina hasta mayo de 1978, fecha en la que parte al exilio en México donde suscribe un documento crítico a la conducción de Montoneros junto al poeta Juan Gelman, entre otros. Allí se desempeña en la Universidad Autónoma Metropolitana hasta 1990 en que regresa a Argentina donde era acusado de asociación ilícita. Se desempeña como asesor legislativo de la Cámara de Diputados de la Provincia de Tucumán. En 2008 es designado Profesor Honorario de la Universidad Nacional de Salta. Actualmente reside en Tucumán y está próximo a publicar su obra testimonial Huellas de la Memoria. Historia, vivencias y reflexiones sobre el siglo pasado.