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Al gobierno se le cayó la ficha «Imperialismo», pero sigue sin nombrarlo

Fuentes: Rebelión

Hace unos días, el ministro de Economía Axel Kicillof, comentó acerca de la evolución que sigue la saga del apriete, por parte de «cierto» sector financiero internacional, contra la Argentina. El gobierno del Frente para la Victoria siempre fue muy tímido en llamar a las cosas por su nombre. Ese rubor que nos causa lo […]

Hace unos días, el ministro de Economía Axel Kicillof, comentó acerca de la evolución que sigue la saga del apriete, por parte de «cierto» sector financiero internacional, contra la Argentina. El gobierno del Frente para la Victoria siempre fue muy tímido en llamar a las cosas por su nombre. Ese rubor que nos causa lo «políticamente incorrecto», aunque lo «correcto» haya sido impuesto a fuerza de colonialismo lingüístico, para que nadie se asuste. ¡Ay!, cómo nos hacen falta un par de jauretches para que nos afilen el léxico. En muchos casos, el gobierno ha recurrido a eufemismos que aligeren la carga ideológica, que tienen determinados términos para definir la realidad. Inclusive, la misma Presidenta, Cristina Fernández, comentó en público, y en conferencias de prensa, el desagrado que le causaban ciertos términos sesentistas y setentistas. Dio a entender que estaban un poco démodé. Uno de ellos podría ser «Imperialismo». Son ese tipo de términos que suenan mejor en boca de líderes bolivarianos y de caciques plurinacionales, ni que hablar de barbudos antillanos. A los cuales la prensa corporativa no les retacea espacio para ridiculizarlos, cuando éstos llaman a las cosas por su nombre.

La realidad, que suele ser contundente, no se puede tapar con imágenes metafóricas, y giros alegóricos (fondos buitre), que nos remiten al estrecho encuadre del de un grupito de hombres malvados y muy usureros (Paul Singer), y a un Juez distrital, un poco (o bastante) arterioesclerótico, y con un incipiente Alzheimer (Thomas Griesa). La cosa es más complicada, y los adversarios (enemigos) son mucho más poderosos. La ficha hizo «click» cuando el ministro Kicillof recibió la visita del ex secretario de Comercio de George W. Bush, (la humillación comenzó desde el vamos, porque le mandaron a un operador de cuarta categoría, perdón, nivel). El «misterioso señor» según palabras del ministro, llegó en agosto ofreciendo sus «buenos oficios». Muchos esperamos ansiosos que el misterioso señor pudiera ser «Jack el distripador», que logró ensombrecer su identidad por casi un siglo. ¡Pero no, Mr. Carlos Gutiérrez!, que de solo abrir Google, nos podemos dar cuenta por donde vienen los tiros (o las puñaladas). Mucho menos misterioso debería haber sido Mr. Gutiérrez, cuando era nada menos que un enviado de Mrs. Madeleine Albright, una de esas figuras emblemáticas de la gran civilización «Americana», de la cual los niños de Irak, se sienten tan agradecidos.

Gutiérrez es una figura poderosa en el círculo de varias instituciones formadoras de opinión e ideología de la derecha estadounidense, lo conocidos Think Tanks. Es miembro directivo del Albright Stonebridge Group, dirigido por Mrs. Albright. Mr. Carlos Gutiérrez es un cubano-americano. Los desagradecidos cubanos de la Isla lo llaman gusano-americano. Es que estos barbudos castristas no tienen remedio. ¡Así nunca van a progresar! La cuestión es que el misterioso señor de los buenos oficios, se fue a los bifes de chorizo sin muchos preámbulos, porque como es de imaginar, un ex CEO de Kellogg no tiene mucho tiempo para perder. Gutiérrez le planteó clarito a Kicillof que si no «arregla» con Singer, la cosa para la Argentina se va a poner color hormiga. Kicillof dijo en conferencia de prensa, que Gutiérrez le trajo el «plan de los buitres», cuando en realidad es el plan de los Estados Unidos de América. El plan consta de cinco «giros de tuerca»:

Giro 1: Campaña internacional y nacional (of course), de difamación contra la Primera mandataria Cristina Fernández de Kirchner, y contra su entorno. Para que quede recontra claro, que los medios corporativos (Grupo Clarín) no son medios independientes, y su dependencia no está ligada al ámbito meramente nacional, de las clases socio-económicas dominantes de la Argentina, sino a un orden mundial de sometimiento.

Giro 2: Ataque a la moneda argentina (devaluación programada). Estos mismos medios corporativos han sido, y lo seguirán siendo con mayor intensidad, luego de la visita de Gutiérrez, los que mantengan la agenda del pánico financiero.

Giro 3: Bloqueo a la intención de pago de la Argentina a sus acreedores. Consolidar la idea de que la Argentina está en default. Los Estados Unidos, por medio de los acreedores de Argentina, no quieren ni el 300%, ni el 1680% de ganancias. La agenda del Departamento de Estado, que es la única agenda (no hay una agenda Paul Singer), es la de que Argentina vuelva a aceptar créditos de los organismos «internacionales», bajo las cláusulas de las medidas de ajuste estructural.

Giro 4: Bloqueo de los accesos de la Argentina a los mercados internacionales de crédito. Sin un giro de la política económica, no hay mas créditos. Sometimiento, puro y duro. Gutiérrez pide el retorno de «sus» muchachos, los muchachos del Departamento del Tesoro: Domingo F. Cavallo, Adolfo Sturzenegger, Carlos Melconian, Roberto Lavagna, et al.

Giro 5: Acuerdos con los «líderes» de la oposición, para el 2016. A decir verdad no hacen falta acuerdos, los líderes ya recibieron las órdenes. El Departamento de Estado tiene una coreografía de bailarinas de primer orden. Muchas Prima ballerina assoluta: Mauricio Macri, Sergio Massa, H. Binner, F. Solanas, J. Cobos, et al.

Dicen que Gutiérrez se despidió de Kicillof con un «have a good day Sir«. Los «americanos» son gente muy civilizada.

Los cinco puntos de Gutiérrez no muestran otra cosa que no sea la visión estadounidense de su diplomacia, la «pax Americana». Que la «multinacionalidad» de los organismos de Bretton Woods, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el AGTT Acuerdo General de Aranceles y Comercio, que más tarde pasó a llamarse OMC Organización Mundial de Comercio, es un cuento chino («americano»). Como también lo es la decisión «compartida y consensuada» de guerrear o no, de la OTAN. Porque los Merkel, Hollande, Cameron, Harper, son followers, (Rajoy no llega ni a esa categoría), ya que los únicos que cortan la torta son el Departamento de Estado, y el Pentágono, tanto para el caso de las finanzas, como para el de las guerras, que son la misma cosa para los Estados Unidos.

Eso no le debería causar estupor o asombro, a nadie que haya leido un par de folletos sobre la historia de los Estados Unidos. Lo que da miedo es que Kicillof cuente la «anécdota» de Gutiérrez con extrañeza, desconcierto, asombro. Eso sí que da un poquito de miedo.

Axel Kicillof es un preparadísimo economista. Viene de la tradición del pensamiento crítico, de los estudios económicos del marxismo, de los economistas de la Escuela de Frankfurt, de los economistas críticos de la economía de mercado, marxistas y no marxistas, de los economistas de la teoría de la dependencia. Por eso resulta un poquito desconcertante la presentación del «último capítulo» de la telenovela «Los buitres contra la celeste y blanca» por parte de Kicillof. Y cuando digo Kicillof, digo el Gobierno argentino. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.