Un importante porcentaje de la población infantil argentina vive sumida en la pobreza extrema, especialmente en los alrededores de las grandes ciudades, según las escasas estadísticas disponibles. En ese contexto de carencias, los niños que no poseen cobertura de salud superan el millón y medio. De los 5,3 millones de niños y adolescentes que viven […]
Un importante porcentaje de la población infantil argentina vive sumida en la pobreza extrema, especialmente en los alrededores de las grandes ciudades, según las escasas estadísticas disponibles. En ese contexto de carencias, los niños que no poseen cobertura de salud superan el millón y medio.
De los 5,3 millones de niños y adolescentes que viven en las principales urbes del país, 1,6 millones carecen de cobertura de salud y tampoco tienen un hospital cerca de su casa.
Un poco menos de la mitad de la niñez y adolescencia vivía en una vivienda que no posee por lo menos un servicio residencial básico: agua potable, luz eléctrica o red de gas, debido a que el barrio en el que la casa está emplazada no tiene acceso a estos servicios.
Por otro lado, el sondeo revela otro panorama, siempre mal aliado en las situaciones de pobreza: el trabajo infantil doméstico.
El 4,6 por ciento de los niños entre 6 y 12 años realizan casi todas las tareas domésticas del hogar (preparar la comida, limpiar, cuidar hermanos) o ayudan a un familiares o conocido en un trabajo; es decir, el 25 por ciento en los adolescentes entre 13 y 17 años en las grandes ciudades relevadas por la EDSA.
Y entre los niños y adolescentes que desempeñan labores domésticas de modo intensivo o ayudan en un trabajo a un familiar o conocido, el déficit educativo es mayor que entre sus pares que no realizan dichas actividades, y es mayor también a medida que baja el estrato social de pertenencia.
El barómetro de la Infancia indagó a su vez aspectos relacionados con la educación, el tiempo de ocio y todas las formas de trabajo infantil, entre otros aspectos.
Los números exactos de la pobreza e indigencia no se saben.
Pero lo cierto es que, a la luz de las estadísticas que arrojaron los estudios del Barómetro, durante el período de crecimiento económico iniciado tras la salida de la convertibilidad se registraron en la niñez urbana importantes progresos respecto de las condiciones de vida material, situación que comenzó a declinar claramente a partir del 2007.