No es este el titular del editorial del periódico La Nación del pasado 2 de mayo, pero leído el artículo de Opinión del diario argentino sin mucho apasionamiento, no cabe otra interpretación. Es conocido su entusiasmo por los Estados Unidos pero este editorial rebosa tal sumisión al país del norte que mas bien parecen preferir […]
No es este el titular del editorial del periódico La Nación del pasado 2 de mayo, pero leído el artículo de Opinión del diario argentino sin mucho apasionamiento, no cabe otra interpretación. Es conocido su entusiasmo por los Estados Unidos pero este editorial rebosa tal sumisión al país del norte que mas bien parecen preferir arriar la bandera argentina para colocar en su lugar la de las barras y estrellas.
Titulaba el mencionado diario su editorial como «El restablecimiento de la IV Flota» tras la decisión del Pentágono de recuperar este contingente para vigilar (sí, vigilar) el Caribe, América Central y América del Sur y operar contra el terrorismo y las actividades ilícitas. Como si los países soberanos de la zona no fueran capaces de hacerlo. Y critica a los gobiernos de Venezuela y Cuba por rechazar esta decisión. En lugar de justificar la soberanía de estos países para preservar su territorio, que hubiera sido lo más normal, les acusa de que algo tendrán que ocultar para no verse expuestos a la mirada indiscreta de Estados Unidos. La mirada de este país hace ya mucho que dejó de ser indiscreta, es más bien fisgona, inquisitorial e impertinente; y lo hace a través de sus mirillas telescópicas adaptadas a sus armas para adecuar, si es necesario, lo expuesto a lo que más les conviene.
Continúa el alegato justificando la presencia norteamericana en las costas argentinas, o más bien, solicitando su presencia. «Ya era hora», parecen decir para explicar que la decisión norteamericana se ha visto forzada por la inestabilidad de la zona tras el conflicto entre Colombia y Ecuador en el que murió Raúl Reyes y en el que también estuvo implicado… Venezuela. Los editorialistas de La Nación deberían leer algo más que los comunicados de prensa del Pentágono para elaborar sus artículos. Y es que también hay palos para Hugo Chávez como gran responsable de la decisión norteamericana por sus arengas contra los Estados Unidos y la ruptura del equilibrio militar de la zona. Es decir, Estados Unidos es, para La Nación, el garante del equilibrio militar como lo es en el Golfo Pérsico (V Flota) y el Mediterráneo (VI Flota). Ni atisba esta gente que la V Flota resguarda los intereses geoestratégicos norteamericanos en la rapiña de Oriente Medio ni que la VI Flota sirve de retaguardia al posible ataque a Irán y la defensa de los intereses israelíes en Oriente Próximo. ¿No es suficiente eso para entender que la IV Flota también se envía para defender los intereses norteamericanos en el Cono Sur de América?
No, no lo entiende. La IV Flota, dice, podría implicar la visión ¿prospectiva? de una región inofensiva para los demás pero muy dañina para sí misma y que podría emular a otras que tampoco parecían peligrosas. Y le pide que repela como corresponde ciertas actividades ilegales que encuentran en la corrupción su caldo de cultivo. ¿Están pidiendo, en realidad, los editorialistas de La Nación la intervención militar norteamericana en Cuba, en Venezuela o en la mismísima Argentina si mañana su gobierno decide actuar en contra de los intereses norteamericanos en el país? Así lo parece al seguir leyendo, porque desautoriza a los gobiernos argentino, brasileño y paraguayo en el control de la Triple Frontera y pide a la IV Flota que actúe para controlar el terrorismo, el tráfico de drogas y el tráfico de armas. Una solicitud muy grave para la integridad territorial de estos países.
Termina el editorial con toda una declaración de intenciones. Si no hay nada que ocultar nada hay que temer y es normal que Estados Unidos patrulle la zona para protegerse a sí mismos. Y es que la culpa es de los gobiernos regionales que se deben preguntar qué han hecho para ser vigilados y controlados de forma tan estricta. No cabe mayor subordinación ni mayor sumisión a la política del poderoso vecino del norte de la que se desprende que La Nación si parece querer ocultar algo y que salta a la vista: que la manu militari de tiempos pasados fue mejor.
Lo dice más claro uno de sus lectores en los comentarios del artículo en la página web: » el párrafo recuerda patéticamente cómo se justificó en Argentina el atropello de las instituciones y el terrorismo de Estado con el cual se combatió la subversión desde un desmadre de mayor ilegalidad, época de las dictaduras latinoamericanas fogoneadas por Estados Unidos y cómo se justificaba tanto desastre: Algo habrán hecho».
Ver artículo: http://www.lanacion.com.ar/1008846