La violencia en contra de familiares de personas desaparecidas se ha extendido en el país como práctica de complicidad criminal que obstaculiza la búsqueda. A través de la estigmatización, criminalización, agresiones directas, intimidación, así como el asesinato o incluso su propia desaparición. Resulta muy grave que en un contexto como el que vivimos en México, que quedó aún más evidenciado después de los hallazgos en el campo de concentración y exterminio, Rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco en marzo del presente año, la respuesta del Estado tanto a nivel federal como del Estado de Puebla sea no solo de negación y minimización del problema, sino de justificación de actos atroces que buscan colocar a las y los agredidos como agresores.
El 29 de abril, el Secretario de Gobernación del Estado de Puebla, Samuel Aguilar Pala, en una torpe respuesta al llamado claro y directo de diálogo de las familias buscadoras, intimidó directamente a una integrante del Colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla, Maria Luisa Nuñez Barojas, y revicitimizó a su hijo quien sufrió desaparición forzada. No se trata de un hecho aislado. El manejo del discurso institucional sobre el derecho de familiares a la protesta, así como aquellos relacionados a ser informadas e invitadas en la búsqueda e investigación ha estado caracterizado por la revicitmización, la minimización de su lucha y el cruel juego de la simulación.
El 10 de abril el mismo funcionario aseguró que se tomarían acciones frente a los bloqueos recientes de avenidas, en los que se exige la búsqueda de personas desaparecidas. Su justificación tiene que ver con que “afectan el tráfico de mercancía, hay tránsito de mercancías de importante valor, de empresarios” y sumó que en uno de los casos “resulta que la muchachita se fue con el novio”.
Lo anterior da cuenta de las prioridades en materia de derechos humanos en el gobierno estatal: lo importante es el poder económico, cualquier movilización que interfiera en su curso debe ser interrumpida. Vale más la carga de un trailer que la vida de una persona y por eso importa más mantener las vialidades libres que hacer frente a la profunda crisis forense que hace que los cuerpos se apilen sin posibilidad de ser identificados y entregados a sus familias.
Resalta también la narrativa machista que normaliza la violencia de género, culpabilizando a las víctimas y obstaculizando su búsqueda. Seguramente el señor Aguilar Pala cree que las más de 127 mil personas desaparecidas se fueron con sus novios o novias y por eso opta por evidenciar su machismo en lugar de hacer su trabajo y generar condiciones para evitar que los feminicidios sigan siendo una constante en Puebla.
El contexto de agresiones a personas buscadoras es desolador. Señalar los eventos de agresión en contra de familiares en búsqueda es algo de suma importancia, como ha sucedido en otros casos, la estigmatización, criminalización e intimidación en declaraciones públicas puede ser el preámbulo de agresiones directas en su contra. Por ello, condenamos la criminalización e intimidación sufrida por María Luisa Nuñez Barojas y reiteramos nuestra solidaridad con las madres y familias buscadoras y colectivos a los que pertenecen.
A partir de ayer el señor Aguilar Pala tiene que hacerse responsable de sus palabras pues pueden abrir la puerta a agresiones contra María Luisa Nuñez. Como sociedad estamos pendientes, con ojos bien abiertos. La trayectoria de María Luisa Nuñez y del Colectivo la Voz de los Desaparecidos no puede ponerse en duda y goza de respeto. El respaldo social que tienen las madres buscadoras no será borrado con declaraciones como la que hoy hizo el Secretario de Gobernación de Puebla, no podemos permitir que a ojos de todas y todos se quiera desacreditar la búsqueda dolorosa que hacen las madres porque el Estado simplemente ha decidido no hacer su trabajo, porque ha decidido ocultar lo inocultable para que criminales dentro y fuera de las instituciones del Estado queden impunes.
La negativa de Armenta a reunirse con las madres buscadoras en Puebla deja muy claro que para él no “todo es amor a Puebla”, está siendo parte del encubrimiento y la normalización de la crueldad, porque no comprende ni es mínimamente sensible al inconmensurable dolor de las madres y familias que buscan vida en una terrible dinámica de muerte, en esa fosa común que es México.