Las últimas semanas los mexicanos hemos vivido una situación especial, una alerta de crisis sanitaria que trajo consigo una serie de circunstancias sobre las cuales vale la pena reflexionar. Pensamos que la emergencia sanitaria que acaba de ocurrir mostró sin velo algunas de las manifestaciones que suelen aparecer encubiertas. Una de ellas, desde luego, es […]
Las últimas semanas los mexicanos hemos vivido una situación especial, una alerta de crisis sanitaria que trajo consigo una serie de circunstancias sobre las cuales vale la pena reflexionar. Pensamos que la emergencia sanitaria que acaba de ocurrir mostró sin velo algunas de las manifestaciones que suelen aparecer encubiertas. Una de ellas, desde luego, es la situación del sistema de salud mexicano, y otra es la actuación del Estado.
En este texto nos referiremos principalmente a tres aspectos: la realidad sobre el sistema de salud, el papel del Estado y los mecanismos de respuesta con los que éste cuenta para enfrentar lo que se considera situaciones críticas. Ahora nos queda más claro lo que significa para el Estado la salud de la clase trabajadora, reflejada en las condiciones de los sistemas de salud y, aunado a ello, la situación de subsistencia precaria en que se encuentra la mayoría de los mexicanos. Podemos observar que las medidas tomadas por el gobierno para tratar de salir del problema se basan en promover incentivos para la burguesía y en ignorar las complicaciones que una contingencia sanitaria trae para el resto del pueblo.
Es importante reconocer que esta situación nos tomó a todos por sorpresa, incluyendo al conjunto de la izquierda, que ha tenido una gama muy amplia de opiniones, cayendo en muchos casos en el terreno de la especulación. Cabe señalar que la poca información disponible dificulta aún más un análisis completo. Esta información está incompleta porque, por un lado, se trata de un virus nuevo y todavía falta mucho por investigar, y por otro, el gobierno se ha reservado muchos datos y los pocos que ha hecho públicos han sido contradictorios y sesgados.
Por todo esto, nos dimos a la tarea de hacer una recopilación de la información pública actual y con ello hacer un análisis que ayude al entendimiento de los efectos que se han causado y los aprendizajes del proceso de esta crisis. Por supuesto, conforme pase el tiempo y se tenga acceso a más información fidedigna, será necesario formular nuevas reflexiones.
La epidemia de Influenza
Como ocurre naturalmente en estos casos, han surgido varias hipótesis que intentan dar respuesta al fenómeno de la «Influenza», todas ellas marcadas por el interés y características de quienes las promueven, las mismas van desde los aplausos celebrados por los distintos actores políticos en el poder, con el alabamiento al país y sus autoridades por su acertada y oportuna respuesta en las medidas tomadas, hasta la incredulidad total y la negación de la existencia del virus por diversos factores políticos y económicos que incluyen los intereses del Fondo Monetario Internacional (FMI), las farmacéuticas, los partidos políticos, la reactivación de la economía y un largo etcétera.
La postura desde la izquierda debe ser crítica y es correcto que ésta desconfíe de la información oficial, sin embargo, su actitud ha de destacarse por la búsqueda de la verdad. En este caso se ha demostrado por instituciones científicas reconocidas nacional e internacionalmente (Organización Mundial de la Salud, Universidad Nacional Autónoma de México, dependencias y ministerios de los gobiernos de Cuba y China, por ejemplo1) que existe un nuevo virus, se trata de una recombinación de segmentos con la capacidad de transmitirse de humano a humano y con esto el aumento en el número de casos de enfermos. La existencia del virus no debería estar en la mesa de discusión, lo que sí se debe apuntalar es lo que se evidencia con esta situación: las viejas problemáticas soslayadas, presentes en el sistema capitalista, así como sus consecuencias; a quiénes afectan y por lo tanto quién paga el costo; el papel del Estado; el sistema de salud tardío, ineficiente, dependiente e insuficiente por el desmantelamiento progresivo debido a la aplicación de las políticas de salud de corte neoliberal.
La aparición de una epidemia con alcance nacional o bien de una pandemia no es tampoco un acontecimiento inédito, hay registros de pandemias importantes a través de la historia como el virus de la influenza española 1918-1919, cuyas muertes se reportaron sobre los cincuenta millones. Las pandemias posteriores de gripe (la gripe asiática y la de 1968 o gripe de Hong Kong) no han sido tan devastadoras, pero también provocaron millones de defunciones. En las últimas pandemias, la disponibilidad de antibióticos ha servido para controlar las infecciones oportunistas y esto ayudó a reducir la tasa de mortalidad con respecto a la de la gripe española del dieciocho.
Diversos estudios nacionales e internacionales mostraban la posibilidad de una epidemia, por ello en 2003 se creó un Comité Nacional para la Seguridad en Salud (CNSS) que estaría preparado para responder ante una alarma sanitaria. Entonces, cómo se explica que, como se muestra en la gráfica, aunque existe un claro y alarmante aumento en el número de casos y empieza a haber un comportamiento diferente a partir de la semana seis del 2009, se ordena tipificar el virus hasta la semana diecisiete, en abril. ¿Cuáles son los motivos por lo cuales se envían algunas muestras al CDC (Control Disease Center) en Estados Unidos y Canadá? Porque no se podían hacer en nuestro país debido a que no existe la capacidad técnica para ello. Nuevamente las críticas al sistema de salud que devienen del desmantelamiento de los laboratorios en México, y la falta de presupuesto a investigación científica y desarrollo de tecnología2 .
Fuente: Boletín epidemiológico del CENAVECE.
Gráfica realizada por el COLMENA.
Hasta el momento, las cifras oficiales acerca de los casos confirmados y fallecimientos por el nuevo virus de la influenza (se han entregado el 30% de los resultados de las pruebas) se encuentran en 3646 casos confirmados y 70 fallecimientos confirmados3. Cabe mencionar que estas cifras han sido muy inconstantes, en un principio se habló de 213 muertes por cuadros respiratorios similares a la influenza y de ellos sólo se ha confirmado los 70 mencionados, esto en vez de calmarnos, nos alarma más: ¿Cómo es posible que se mueran 143 personas, la mayoría de ellos jóvenes, de enfermedades respiratorias que son curables?
En el desarrollo de esta epidemia se pudo observar que en los primeros casos la gente acudió al médico al quinto día de presentar los primeros signos, incluso se relacionó que en los casos de la gente que murió acudieron hasta el sexto día. La muerte de las víctimas de la influenza se explica más por factores socioeconómicos que médicos. Habría que ver por qué la gente no se presentó oportunamente a los hospitales. En primer lugar, sabemos que la mayoría no cuenta con derecho a servicio en clínicas del Instituto Mexicano del Seguro Social o Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, o bien con ingresos suficientes para pagarle a un médico particular, y aunque existen hospitales públicos como el Hospital General en donde se debe atender a la población en general, cualquiera sabe que la demanda de servicio es tan saturada que a nadie en su sano juicio se le ocurre ir a hacer una fila interminable en dichos hospitales para ser atendido por un caso de aparente gripa. Por otra parte, hay que considerar que los trabajadores sujetos a contratos por honorarios o subcontratados tienen más difícil la situación, pues para poder ir al médico deben dejar de percibir el salario de ese día.
Toda esta situación nos obliga a hacer muchas preguntas, algunas que ya se han mencionado y muchas otras que seguirán surgiendo, una de ellas engloba de manera general una preocupación constante: ¿Por qué, aunque las enfermedades podrían afectar a todos por igual, en realidad se presentan en mayor número y afectan en mayor medida a las clases más desprotegidas y con peores condiciones de vida?.
Realidad del sistema de salud
La situación actual, en lo que se refiere a la alerta epidemiológica por el nuevo virus de la influenza, ha dejado aún más al descubierto que el sistema de seguridad social en salud no corresponde a las necesidades de los mexicanos y mucho menos al de las clases trabajadoras.
Cotidianamente, nuestro pueblo enfrenta diferentes problemas referentes al cuidado y atención de su salud, los cuales van directamente relacionados con la marginación y la pobreza, es decir, con la condición como trabajadores separados de sus medios de producción.
Un primer problema es contar con condiciones de vida dignas, que pueden incluir desde el acceso a la vivienda (techo, paredes y piso, con materiales de construcción), servicios básicos (como agua potable), una buena alimentación, o inclusive el acceso a información clara y oportuna sobre el cuidado de la salud, y la posibilidad real de poder ejercer esos derechos como personas y como trabajadores.
Casi once millones de personas no cuentan con agua entubada en el país4, es decir, el 87.1% de las personas contaron con agua potable en el 20065, y el 11% de la población (en el 2005) cuenta con pisos de tierra en sus viviendas.
El no contar con estos servicios básicos ocasiona que la población sea expuesta cotidianamente a fuentes de enfermedades infecciosas totalmente prevenibles, como afecciones respiratorias y enfermedades infecciosas gastrointestinales, las cuales bajarían su tasa de incidencia si la población contara con una vivienda con materiales de construcción, servicios básicos como el agua, y fuentes de energía como la luz y el gas.
Las condiciones de alimentación de la mayoría de las familias mexicanas es deficiente, lo cual complica el problema. De acuerdo con un estudio de la Universidad Obrera de México, en la actualidad un salario mínimo alcanza para comprar solamente el 20.2 por ciento de una Canasta Obrera Indispensable integrada por cuarenta productos. Si somos conservadores en nuestros cálculos y fijamos en tres los salarios mínimos necesarios para comprar una canasta básica, el sesenta y cuatro por ciento de la población ocupada recibe ingresos insuficientes para acceder al mínimo de consumo. Esta situación hace más factible la recurrencia de otras enfermedades por deficiencias calóricas o nutrimentales. Como ejemplo, la gran cantidad de enfermedades que ocasionan la muerte o enfermedad en nuestra población infantil6 están relacionadas con deficiencias en la alimentación, tal es el caso de las primeras cinco causas de muerte infantil en nuestro país.
Aunado a esto tenemos las enfermedades y lesiones relacionadas directamente con los procesos de trabajo, muchas de las cuales tienen su causa fundamental en la relación de las personas con su trabajo (en nuestro país no existen estadísticas acerca de las enfermedades y lesiones en el trabajo). Cuando hablamos de estas relaciones, nos referimos no sólo a los accidentes laborales sino a toda la gama de enfermedades que tienen su base en las relaciones sociales de producción, enmascaradas en las frases que indican que dichas enfermedades se deben a: «que ahora se tiene una vida ajetreada», «la población vulnerable», «capas desprotegidas», «la productividad», «los incentivos», etc. para evitar llamarlas por las categorías como «explotación», «despojo», etc. que nos ayudarían más a entender los procesos de salud-enfermedad-atención.
Es decir que, aún con los avances tecnológicos y científicos en nuestro país y en el mundo, la población sigue enfermando de patologías totalmente prevenibles y de fácil diagnóstico, y muriendo de enfermedades totalmente curables.
El segundo problema se refiere a cuando las personas ya han enfermado y se encuentran en la clase trabajadora, pues los trabajadores principalmente tienen que recurrir al sistema de seguridad social en salud del gobierno mexicano.
La población mexicana que no tiene acceso a la cobertura de salud (por ninguna institución o programa público) está cercana a las doce millones de familias7. En nuestro país, para poder obtener acceso a través de la afiliación a los servicios públicos de salud, principalmente es necesario que la persona necesitada venda su fuerza de trabajo y se vuelva un trabajador asalariado, es decir, el acceso a la salud por medio de la afiliación (que es el principal mecanismo de seguimiento de la salud de una persona por parte del Estado) está condicionado a las relaciones de producción capitalistas.
Esto implica que después de no poder prevenir de manera adecuada las enfermedades, por las condiciones materiales y objetivas de la población, una persona puede quedar incapacitada, enferma de por vida, o fallecer por la falta o la ineficiencia en los servicios de salud, que pueden incluir problemas para el diagnóstico oportuno, dificultad para la obtención de medicamentos y/u hospitalización, seguimiento adecuado de la enfermedad, etcétera.
Además, en las últimas décadas hemos enfrentado el desmantelamiento de los servicios sociales de salud, como ejemplos del desmantelamiento de la infraestructura podemos mencionar la desaparición de facto de los Institutos Nacionales de Higiene y Virología, creados en 1956 y 1960 respectivamente, los cuales, aunque producían el noventa por ciento de las vacunas requeridas por nuestro país, a partir de 1977 fueron fusionados con otras dependencias del sector salud y en 1999 quedaron reducidos a dos áreas de una paraestatal llamada Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México, S.A. de C.V. (Birmex). Esta empresa, de acuerdo con su página de internet, produce sólo dos de las doce vacunas que incluye el esquema básico de vacunación. Como otro ejemplo, en diciembre del 2007 fue desaparecido el Fondo de Fomento a la investigación del Instituto Mexicano del Seguro Social, está área tenía una capacidad en investigación superior a muchas universidades.
Por último, podemos agregar algunos datos que nos pueden ayudar a entender la salud de los mexicanos en términos de indicadores internacionales referentes a la salud (acceso a los servicios de salud, indicadores del estado de salud, contexto socioeconómico y gasto en salud), para esto utilizaremos la comparación de México con dos países que son paradigmas contrastantes en lo que se refiere al cuidado de la salud.8
Tasa de mortalidad en infantes menores de 5 años de edad (2003) por cada 1000 nacidos vivos*
*Se entiende como la probabilidad de morir (después de nacer) antes de los 5 años de edad.
LUGAR | PAÍS | AMBOS SEXOS |
14° | México | 28.0 |
33° | Estados Unidos | 8.0 |
34° | Cuba | 7.0 |
Médicos por cada 100 000 habitantes (2003)
LUGAR | PAÍS | Número |
1° | Cuba | 596 |
4° | Estados Unidos | 279 |
11° | México | 156 |
Camas de hospital por cada 1000 habitantes*
*Dato con el año más reciente durante el periodo 1995-2002.
LUGAR | PAÍS | AMBOS SEXOS |
3° | Cuba | 5.1 |
11° | Estados Unidos | 3.6 |
33° | México | 1.1 |
Población con acceso sostenible a medicamentos esenciales*
* Los medicamentos esenciales se definen como aquéllos de importancia vital que deben estar disponibles, en todo momento, en las dosis adecuadas y en cantidades suficientes para satisfacer las necesidades fundamentales de salud de todos los segmentos de la población.
PAÍS | Porcentaje | Nivel |
Cuba | 95%-100% | Óptimo |
Estados Unidos | 95%-100% | Óptimo |
México | 80%-94% | Medio |
Gasto en salud como porcentaje del PIB (2002)*
* El PIB es el valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por una economía en un período determinado.
País | Porcentaje Público | Porcentaje Privado |
Estados Unidos | 6.6 | 8.0 |
Cuba | 6.5 | 1.0 |
México | 2.7 | 3.4 |
Con estos cinco indicadores se evidencia la gran diferencia que existe entre los sistemas de salud cubanos y estadounidenses con respecto al mexicano. Es muy importante resaltar que el pueblo de Cuba cuenta con un sistema social en salud sobresaliente, aún con el bloqueo económico instaurado por el imperialismo norteamericano, el cual evita de una manera muy importante la compra de medicamentos, equipos, insumos y tecnología de otros países.
Aún con el gran porcentaje de gasto en salud (sumando el gasto público y privado) por parte de EUA, los cubanos se encuentran en mejores condiciones generales de salud que la población estadounidense, lo que refleja que aumentar el gasto público en salud mejora las condiciones de vida de la población, y que la política neoliberal de privatizaciones repercute de manera directa sobre la calidad de vida de nuestro pueblo. Sin embargo, no siempre un mayor gasto en salud implica un mejor servicio para la población, resulta muy significativo el enfoque y la orientación que se da al presupuesto destinado a la salud; pueden destinarse, por ejemplo, a comprar equipo y medicamentos costosos a las grandes farmacéuticas y sin embargo no resolver ningún problema de salud significativo; por ello hablar de una política integral de salud tiene que ver con alimentación, atención médica, deporte, desarrollo científico propio, etc. Por esto hemos puesto el ejemplo cubano, cuyo pueblo cuenta con una cobertura de salud pública que constantemente intenta romper con las formas capitalistas. Los avances en salud, vinculados a su política educativa, deportiva, de reducción de impactos de los desastres, ciencia y tecnología, etc., están directamente relacionados con la construcción del socialismo.
Esto implica que los problemas que tenemos en lo que se refiere a salud están directamente relacionados con que nuestro pueblo no cuenta con condiciones de vida dignas y justas, estas condiciones han sido creadas fundamentalmente por las relaciones de producción existentes en el capitalismo y agudizadas en las últimas décadas por las políticas neoliberales capitalistas de la clase dominante y sus representantes del Estado Mexicano.
El papel del Estado
Las crisis agudas reclaman la inmediata actuación del Estado, lo que impide la planeación y por lo tanto el enmascaramiento total de sus acciones. Es de suma relevancia destacar las acciones económicas emprendidas por el estado con respecto a la epidemia y el evidente carácter de clase que manifiesta con ellas.
Desde hace varios años el nivel de vida de la clase trabajadora se ha venido deteriorando, y con la actual crisis económica esta situación se ha acentuado. Ante esta situación, la burguesía siempre opta por la conservación del capital aún a costa del deterioro de la fuerza de trabajo; ante la imposibilidad de alcanzar la tasa de ganancia deseada, los capitalistas prefieren congelar su capital y despedir a una parte importante de los trabajadores sin importar lo que esto represente para ellos y sus familias. Conservar el valor y el buen estado de maquinaria, equipo e insumos resulta más importante para los capitalistas quienes confían en la capacidad de la clase trabajadora de sobrevivir aún sin que ellos se preocupen en garantizar las condiciones de su conservación, para ellos es preferible la muerte de un trabajador al colapso de una máquina. La epidemia ha hecho notorio el estado de desprotección en materia de salud en la que se encuentra el pueblo, si bien es posible detectar en la cotidianeidad que un sin número de enfermos no son atendidos correctamente, la condensación en tiempo y lugar de la demanda de servicios de salud ante una epidemia como la actual ha mostrado lo grave de la situación.
Las medidas sanitarias han dificultado la acumulación de riqueza de algunos sectores de la burguesía que se vieron afectados por las disposiciones extremas que el gobierno se vio forzado a tomar, como los dueños de restaurantes, bares, cines y hoteles; incluso se llegó a parar la producción de algunas fábricas. Ante esta situación, el gobierno resolvió aprobar medidas para contrarrestar esos efectos, que al final de cuentas son sólo a favor del capital. Por ejemplo, la STPS planteó que los días que por disposición oficial no se laboraron, podría pagarse o no a los trabajadores dependiendo del acuerdo sostenido entre patrones y empleados, dejando en realidad completamente el asunto al criterio del patrón, caso que se agrava en los trabajadores por día o por obra determinada, a los cuales definitivamente no se les pagará nada9, mientras tanto la Secretaria de Hacienda anuncia varios incentivos, extensiones y exenciones fiscales para los empresarios. «El tope para el beneficio bimestral implica que más del 95 por ciento de las empresas del país, recibirían el descuento completo de 20 por ciento, con un beneficio total para todas las empresas, cercano a dos mil 200 millones de pesos10«por citar sólo un ejemplo de las numerosas medidas tomadas a favor de los empresarios, quienes además de todo se han inconformado, argumentando que es muy poco para ellos. Los dueños de hospitales privados también resultaron beneficiados y no sólo por el aumento de demanda de servicio sino porque el gobierno los dotó gratuitamente de los antivirales necesarios para tratar la influenza11, mismos que obviamente no fueron otorgados gratuitamente por dichos hospitales, los cuales cobraron por lo que no habían pagado.
En otros casos, como ha optado el gobierno del Distrito Federal, se elige la simulación del apoyo a los trabajadores. Como ejemplo está el anunciado subsidio de cincuenta pesos a meseros y empleados cuyo ingreso depende en buena medida de propinas; decimos que es una simulación porque en nada cambia la situación de esos meseros el recibir cincuenta pesos por cada día que cerró su centro de trabajo, aunado a esto, es preocupante que la propina se ha vuelto un mecanismo muy a modo de los empresarios del sector servicios para evadir su responsabilidad de asignar un salario digno a sus trabajadores, pasando la cuenta directa al consumidor. Medidas como esta no sólo no alivian la situación de esos trabajadores sino que representan más bien un espaldarazo para sus patrones. Además, dichos subsidios, provenientes del gasto público, aunque aparentemente se otorgan al trabajador, en realidad se les están dando a los mismos empresarios quienes así se ahorran la necesidad de pagar a sus empleados por los días en que no laboraron por razones ajenas a su voluntad.
Otra consecuencia es el aumento en la explotación de los trabajadores de la salud (médicos, enfermeras, personal de limpieza y administrativos), quienes en muchos casos han tenido que laborar horas extras o en condiciones inseguras, estos días su jornada de trabajo se vio alargada e intensificada sin que esto haya representado para ellos algún cambio en su percepción salarial12. Lo mismo se puede decir de los empleados de limpieza de algunos servicios públicos y privados; como los trabajadores de limpieza del Servicio de Transporte Colectivo-Metro, quienes son contratados indirectamente a través de una empresa de trabajo temporal, cuyos dueños ganan una cantidad por cada trabajador que el metro contrata. En cambio, ni el gobierno federal ni alguno de los estatales o del Distrito Federal han considerado, cuando menos públicamente, la posibilidad de abrir nuevas plazas para personal de base en materia de servicios públicos de salud o de limpieza.
Estas semanas, las familias trabajadoras tuvieron que agregar nuevos gastos a su consumo básico, pues el consumo de artículos tales como el gel antibacterial, los tapabocas y demás artículos de limpieza se volvieron indispensables, incluso para poder enviar a los niños a la escuela. Esto no significaría algún problema si es que la mayoría de las familias tuvieran cubierto el consumo de la canasta básica, pero resulta que la mayoría no lo tiene resuelto sino que por el contrario, suele prescindir da algunos artículos de la misma, por lo que estas semanas tuvieron que escoger entre adquirir los artículos de protección ante la posibilidad de contagio, o bien seguir consumiendo lo que hasta ahora podían consumir. Indudablemente quienes hicieron el gasto de los tapabocas, gel, vitaminas, etc. tuvieron que sacrificar el consumo de otros artículos indispensables.
En otras palabras, el desmantelamiento de un sinnúmero de dependencias y empresas estatales y paraestatales hacen que ante una situación crítica como ésta, el gobierno carezca de instrumentos para enfrentarla y que tenga que contratar servicios privados para hacerlo, transfiriendo así, una vez más, dinero y recursos públicos al capital privado, esto porque el precio que paga el gobierno por artículos y servicios incluye las ganancias de las empresas privadas a quienes se los compra.
Así pues, podemos ver cómo el Estado ha desnudado una vez más su carácter de clase, en todo momento su preocupación ha sido mantener su capacidad de control de la situación social, por un lado, y por el otro, el reducir al mínimo los costos para el capital. Mientras tanto, los trabajadores siguen en el sacrificio cotidiano y nunca reconocido, con mayores pérdidas y la desesperanza de que el Estado no se preocupará por sus condiciones de vida o de salud si no hay una situación extraordinaria que lo indique y únicamente en lo estrictamente indispensable.
La respuesta del Estado
El Estado en su conjunto reaccionó ante la alarma de un peligro real que ponía en juego su estabilidad. Analizar esta reacción es muy importante porque nos muestra de manera más transparente cómo es que puede responder el Estado ante otras situaciones que se considere vulneran la Seguridad Nacional o, mejor dicho, su seguridad.
La aparición de una epidemia está considerada un asunto de seguridad nacional y por lo tanto se atiende como un asunto de Estado, y no porque le preocupe si viven o mueren personas del pueblo, sino porque puede presentarse una serie de circunstancias que dificulten el control social, puede provocar inconformidad, ira masiva, o cualquier otra situación que lleve a una parte importante del pueblo al límite de su paciencia, pues al verse completamente desprotegido puede caer en actos desesperados y violentos.
Por esto hay que entender que, en el lenguaje del Estado, la seguridad Nacional no es la seguridad de la población sino del Estado mismo, lo cual implica al mismo tiempo la seguridad de la clase dominante. Es por ello que, ante situaciones similares, el Estado responde de manera unívoca, como lo hizo en este caso: Fue evidente el perfecto alineamiento de los gobiernos estatales y municipales con el gobierno federal, el ejército, las secretarías de estado, los partidos políticos, los medios de comunicación; todos ellos se presentan como un todo unido en defensa de un interés común: mantener las ganancias del capital y evitar que los sectores populares se organicen y rebasen a las instituciones. Es por ello que evitan exhibir las contradicciones que existen entre ellos, y aprovechan para presentarse como los únicos garantes de la seguridad, el orden y la paz social. Incluso podemos decir que, en esta ocasión, los componentes básicos del Estado que son la burocracia política y el aparato represivo (ejército y policía) fueron claramente los llamados a asumir el control total de la situación, de hecho, el ejército desempeñó funciones desde el patrullaje de calles y vigilancia, hasta labores propagandísticas de su institución como la repartición de cubrebocas. Se ensayó la situación de facultar al ejecutivo con poderes extraordinarios e incluso con la posibilidad de suspender las garantías individuales e incluso se le confirieron al Secretario de Salud poderes extraordinarios mediante decreto presidencial, con lo que, como varios grupos atinaron a advertir, el Secretario de Salud quedaba facultado para disolver manifestaciones, allanar casas, aislar gente, etcétera.
Estos días, el Estado mexicano no sólo evidenció muchos de sus procedimientos y mecanismos, sino también algunas de sus debilidades, las cuales se han hecho notorias en puntos importantes. Un buen ejemplo es la pérdida de credibilidad que tienen sus instituciones, entre ellas las de comunicación social y los medios de comunicación, pues ni con todo su actuar conjunto, los cortes informativos, conferencias de prensa diarias de los secretarios, mensajes a la Nación, ni la carencia de contraste de la información oficial, evitó la desconfianza de la gente y de los gobiernos extranjeros que no creen que la información que está dando el gobierno mexicano sea cierta. Una reciente publicación en Science13 afirma que en México son diez veces más el número de enfermos que lo que reportan las cifras oficiales de la Secretaría de Salud y presenta datos que públicamente ponen en duda el oportuno actuar de las autoridades mexicanas.
Reflexión para los compañeros de izquierda
Indudablemente la situación nos tomó por sorpresa a la mayoría de nosotros y esto no debía ocurrir, esto significa que muchas de nuestras organizaciones no contábamos con información de primera mano que nos permitiera adelantarnos a lo anunciado por el gobierno. Asimismo, seguimos careciendo de fuentes propias de información que nos permitan contrastar, cuando menos en parte, la información oficial.
Ante la falta de información, reina la especulación, es lógico que presintamos desconfianza de la información oficial, pero hace falta tener mecanismos concretos para verificarla, revisarla y discutirla, debemos evitar caer en elevar suposiciones al grado de verdades descubiertas.
Por esta vez, todo indica que el estado de emergencia sanitaria no fue utilizado, cuando menos en general, para aumentar el número de hechos represivos, o bien, no se han documentado hasta ahora casos en que se hayan allanado domicilios de luchadores sociales o se les haya detenido con el pretexto de la contingencia sanitaria.14. Sin embargo, si así hubiera sido, lo más probable es que nuestras condiciones actuales de coordinación y organización nos hubieran complicado significativamente hacer frente a tal situación. Esto es claro porque aún en situaciones normales hemos podido valorar que aún tenemos carencias en nuestra capacidad de frenar los actos represivos del Estado.
Es muy importante analizar detenidamente este tipo de coyunturas, pues esto nos permitirá tener una idea más clara de cómo puede y piensa responder el Estado ante una contingencia de carácter social, entendida por ejemplo, como una oleada de protestas y movilizaciones sociales que empiecen a afectar efectivamente las ganancias del capital y amenacen con desestabilizar su poder.
El Estado probó muchos de sus mecanismos y sus fuerzas, y seguramente hacen un balance de lo hecho; nosotros debemos hacer lo mismo.
Comité de Lucha por el Movimiento de Emancipación Nacional
COLMENA
Mayo 18 del 2009