El gobierno argentino tiene interés político en distender la relación, pero Washington sigue poniendo fichas a que el conflicto se mantenga. Es una forma de favorecer a la alicaída oposición
La administración Fernández de Kirchner desea mantener en buen nivel el vínculo con la primera (por ahora) potencia del mundo. Eso se nota en el afán por cuestionar a la República Islámica de Irán, demonizada en Washington, Tel Aviv y también en Buenos Aires.
El viaje de Héctor Timerman a Israel fue parte del operativo seducción a dos bandas. Estaba destinado a Benjamin Netanyahu pero también a Barack Obama.
Otro gesto que puede inscribirse en ese mejoramiento entre las dos partes es el periplo que está culminando el FMI por Argentina, con última escala en Jujuy. Formalmente está recabando datos de la economía, con la colaboración de las autoridades locales, para «ayudar» a elaborar una mejor medición de la inflación. El Indec, ya se sabe, tiene mala prensa.
Cristina Fernández no da puntada sin hilo. Su invitación a esa misión fondomonetarista trata de dejar sin argumento a quienes -dentro del buró del Fondo- objetan a Argentina por incumplimiento del artículo 4 de su Carta. Los estados miembros deben permitir una radiografía hasta el hueso de sus economías, desnudas, tal como ocurría hasta 2006, cuando Néstor Kirchner dijo «Chau FMI».
Ese incumplimiento es una de las trabas que encuentran los hombres de Amado Boudou cuando viajan a París a negociar la deuda con el Club del mismo nombre. Además de los números de ese «rojo», no siempre coincidentes, hay inconvenientes políticos: el Club reclama la auditoría de la entidad de Dominique Strauss-Khan y hasta ahora los K se resisten.
La pregunta es si tales concesiones o convergencias con el imperio han tenido una recompensa política o un buen entendimiento, al menos. No parece, a tenor de lo sucedido esta semana.
Por un lado el general Douglas Fraser retomó el reclamo que dos semanas atrás formuló su presidente Obama, y pidió la devolución del material estadounidense incautado en el vuelo del Globemaster III demorado en Ezeiza en febrero pasado. «El gobierno argentino sigue reteniendo ese equipo. Un juez declaró que este era un problema aduanero, que no había violación de leyes. Así que esperamos que el gobierno argentino devuelva esos equipos», expresó el jefe del Comando Sur a la CNN en español.
O sea que el avión yanqui con armas y drogas, en vez de generar una disculpa venida del Norte, exige que el Sur devuelva y pida perdón.
La otra puñalada fue propinada por Arturo Valenzuela, subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos. En una reunión realizada en La Jolla, previa a la cita semestral de la Sociedad Interamericana de Prensa, condenó al gobierno de Argentina achacándole el bloqueo a los diarios Clarín y La Nación. «Nos genera preocupación cuando se busca amenazar a los diarios. Son prácticas peligrosas porque afectan valores fundamentales, como la libertad de expresión, piedra angular de la democracia», dijo Valenzuela, quien en sus años mozos fue chileno pero hace décadas mudó a funcionario yanqui.
¿Hillary amiga?
Como si esos brulotes del gobierno de Obama fueran poca cosa, también se conoció un informe del Departamento de Estado sobre los derechos humanos en el mundo. Allí también se cuestiona a Argentina, entre los 194 países sobre los que se posó la lupa norteamericana. El pomposo título del paper es «Reporte sobre los Derechos Humanos 2010» y su falla de origen es que entre los investigados falta precisamente Estados Unidos. El imperio se reserva el rol de fiscal del resto del mundo, que absuelve o condena a su antojo, sin defensa ni apelación posible para sus acusados.
La omisión del reporte es especialmente grave, porque se sabe que dentro de las fronteras de USA se violan groseramente los derechos humanos. Está documentado lo que sufre la población afroamericana y latina, especialmente los inmigrantes, más los habitantes de sus numerosos complejos carcelarios. Ni qué hablar de los torturados en Guantánamo y Abu Ghraib.
¿Hillary Clinton es paladín de la democracia y los derechos humanos? Esto movería a risa sino fuera porque en este mismo momento las bombas y misiles caen sobre Libia, con su saldo de muertos y mutilados.
Sin reparar en su propio prontuario, el documento estadounidense hizo un inventario de las violaciones a los derechos humanos en Argentina. Y no es que todas fueran mentiras. Al contrario, varias son verdaderas, como los abusos y ejecuciones extrajudiciales por parte de la policía, la brutalidad en las prisiones, etc.
Pero el problema es que esas partículas de verdad decoran un pastel bien al estilo norteamericano, donde el american way of life sería el sueño de la humanidad y lo que hacen estos populistas sudamericanos linda con el autoritarismo. El reporte hace suyo el punto de vista de la SIP, según el cual nuestro país «vive uno de sus peores momentos en materia de libertad de expresión como consecuencia de la intolerancia para reflejar opiniones críticas».
Otra de las afirmaciones está redactada a pedir de la oposición de Mauricio Macri, Eduardo Duhalde, Ricardo Alfonsín y Elisa Carrió. Es la que sostiene que no hay calidad sino «debilidad institucional y un sistema judicial a menudo ineficaz y politizado». En consecuencia, dice, se «vuelve poco menos que imposible eliminar una corrupción sistémica y convertida en problema grave».
Uno de los mencionados por su nombre en el reporte es Ricardo Echegaray, jefe de la AFIP. ¿Habrá tenido que ver con el hecho de que este funcionario fue clave en la denuncia contra las cerealeras evasoras, de las cuales cuatro son norteamericanas? Se trata de Cargill, ADM y su controlada Alfred Toepfer, más Oleaginosa Moreno-Glencore.
Cuando Hillary Clinton pasó por Buenos Aires y fue elogiada por Cristina Fernández desde aquí se le advirtió que la canciller no era amiga de Argentina.
Deshojando la margarita
No se trata de Margarita Stolbizer pues toda la oposición duda sobre el camino a seguir para enfrentar en octubre a Cristina Fernández, ¿a quién sino?
La crisis en esas filas no pudo disimularse más de 48 horas, luego de la ilusión que permeó a algunos medios monopólicos empeñados en difundir un documento firmado por seis precandidatos en defensa de Clarín.
La ilusión de unidad duró lo que un suspiro o una flor. Es que las diferencias políticas surcan a todo ese espectro, agrietándolo, amén de las apetencias personales que ponen lo suyo para el mismo resultado divisionista.
Macri y Duhalde parecen encaminarse hacia una cierta sociedad, aunque ni siquiera esa mini-alianza está asegurada. En uno y otro campamento hay voces que aseguran que ese posible aliado es «piantavoto».
El jefe de gobierno porteño podrá argüir que fue suya la idea de ese documento de seis y de hacer un esfuerzo para congeniar un solo candidato de todo el arco opositor. Esta última propuesta, de máxima, ya tiene la negativa de varios de los políticos que alguna vez fueron parte (furgón de cola) del «Grupo A»: Hermes Binner y Pino Solanas.
Otro de los rechazos provino de Alfonsín, quien se muestra predispuesto a una nueva Alianza con otro nombre, pero deja afuera al PRO.
De todos modos los radicales son los menos indicados en este momento para hablar de frentes más amplios, porque tienen otra vez partida al medio su agrupación. Al portazo que dio Ernesto Sanz antes de competir en la interna con Alfonsín, se sumó el abandono a toda candidatura por parte de Julio Cobos, que llegó a coquetear con una fórmula con el duhaldismo.
Esas deserciones, con los reproches cruzados que originaron, dejaron al hijo del ex presidente en una posición de debilidad. Fue nominado por las autoridades de la UCR pero sus adversarios, al desertar a último momento uno y desconocer la interna el otro, le restaron representatividad.
Cobos ha vuelto a la estatura política de un ex gobernador mendocino, desinflado mes a mes desde aquella apoteótica madrugada suya de julio de 2008. De toro campeón de la Sociedad Rural pasó a ser una comadreja. En esto tuvo razón Florencio Randazzo cuando dijo que esa renuncia era «un triunfo de la política sobre el oportunismo».
Ese panorama opositor no hace más que agrandar las chances de CFK de ganar en primera vuelta. La presidenta sigue recorriendo el país, inaugurando obras, hablándole a la población y presentando un balance superavitario de la economía nacional.
Sobre este último asunto, siguió aclarando, como lo hizo en Córdoba, que los frutos y mejorías no se deben a un mero «viento de cola». Esa es la errónea e interesada explicación de los opositores, que tuvieron también esa ventaja en algún momento. La diferencia es que éstos llevaron el barco al garete o al naufragio.
El dilema de la presidenta es cómo unir a los sectores kirchneristas más progresistas con el PJ y el aparato sindical tradicional. En el acto de la CGT en Ferro, el taxista Omar Viviani dijo: «el general Perón nos enseñó que quienes nos atacan son de la IV Internacional. Nuestros líderes son José I. Rucci, Saúl Ubaldini y Lorenzo Miguel». Con ese discurso de tintes maccartistas, el número 2 de Hugo Moyano en la CGT bien podría estar junto al Momo Venegas en el bando de Duhalde.
Fuente original: http://www.laarena.com.ar/opinion-argentina_tiene_gestos_hacia_ee.uu.__pero_el_imperio_sigue_enojado-59979-111.html