El presidente argentino Mauricio Macri dictó instrucciones a funcionarios de la Cancillería y del ministerio de Producción, para entablar en Bruselas la última ronda de negociaciones para sellar un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE), desde la plataforma del Mercosur (junto a Brasil, Uruguay y Paraguay). El canciller Jorge Faurie, el secretario de […]
El presidente argentino Mauricio Macri dictó instrucciones a funcionarios de la Cancillería y del ministerio de Producción, para entablar en Bruselas la última ronda de negociaciones para sellar un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE), desde la plataforma del Mercosur (junto a Brasil, Uruguay y Paraguay).
El canciller Jorge Faurie, el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Horacio Reyser, y el secretario de Comercio, Miguel Braun, reconocieron que aún subsisten varios interrogantes abiertos, pese a que las intenciones de Macri es hacer el anuncio antes de la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), por celebrarse del 10 al 13 de diciembre en Buenos Aires, bajo estrictas medidas de seguridad.
Pese a la preocupación que genera en el ambiente sindical, industrial y de las pequeñas y medianas empresas, el gobierno sostiene que un acuerdo de asociación aumentará los flujos de comercio, con beneficio directo para las economías regionales, e impactará directamente en el aumento de la inversión extranjera, para favorecer la creación de empleo.
Los industriales preocupados
El mensaje del jefe de gabiente Marcos Peña al cerrar la Conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA) aumentó la tensión empresaria, que teme que un acuerdo comercial UE-Mercosur abra aun más las puertas a la importación. Peña, ante la ausencia de Macri, ratificó el rumbo inexorable hacia la firma: «Es una señal de mediano plazo que marca hacia dónde queremos ir como matriz productiva», dijo, sin ofrecer detalles ni dar cuenta de las preocupaciones, que crecieron cuando llamó a «trabajar juntos para que más empresas sean multinacionales»
Los industriales denunciaron el secretismo y la falta de transparencia de las negociaciones y reiteraron que no reciben información sobre ellas, a la vez que pidieron una mayor participación en un tema tan sensible. Dos semanas atrás, una veintena de dirigentes de diversas cámaras sectoriales comunicaron al subsecretario de Comercio Exterior, Shunko Rojas, sus preocupaciones sobre el impacto negativo que tendría el acuerdo con la UE.
«Vamos a llevar adelante un país que quiere ser global, quiere ser protagonista. Esperemos que en diciembre podamos tener novedades positivas del ingreso del país a la OCDE. También tenemos la posibilidad de avanzar en el acuerdo con la Unión Europea. Es una señal que marca hacia dónde queremos ir», dijo Peña.
El acuerdo con la UE tiene varios capítulos. Uno de ellos es la eliminación masiva de aranceles, que se haría de manera progresiva. Los primeros bolsones de posiciones arancelarias a liberar serían los que no tienen producción local, hasta llegar, pasados los diez años, a los productos «sensibles». Pero, además, están las compras públicas y la política de patentes, que también encienden luces de alarma entre los industriales.
Hay un apartado del acuerdo dedicado a las compras públicas, por el cual las empresas europeas podrían tener igual trato que las nacionales. En tanto, los laboratorios están en pie de guerra contra el acuerdo porque los europeos quieren extender las patentes de los medicamentos.
Temas pendientes
Desde la última ronda de deliberaciones, semanas atrás en Brasilia, son varios los capítulos con temas pendientes, ya que desde los países del Mercosur se exige que en el intercambio de bienes se incrementan las cuotas para el acceso de carnes y bioetanol, mientras Francia, Irlanda y Polonia advirtieron recientemente que un cambio sobre la oferta ya presentada puede dañar a sus productores locales, que son subvencionados.
Por otra parte, Alemania reclamó a la Comisión Europea, que negocia en nombre de los 28 países del bloque, que el Mercosur reduzca las canastas que protegen del ingreso de bienes industriales en plazos que van de los cinco a los 15 años. Y aunque el comercio de bienes agrícolas e industriales son las monedas de cambio de ambos bloques, resulta difícil pensar en que se realicen modificaciones sustantivas, sobre todo las exigidas por los países mercosureños.
Otros puntos sin consenso hacen a las barreras técnicas al comercio y a las medidas sanitarias y fitosanitarias. Los sudamericanos quieren asegurarse un ingreso cierto al viejo continente, que muchas veces obstaculiza la llegada de productos argumentando razones científicas o ambientales sobre la producción de los bienes y sus normas de calidad, mientras que los europeos objetan las trabas en el traslado de mercancías adentro de la unión aduanera, señala el diario El Cronista.
A todo esto se añade el capítulo sobre Propiedad Intelectual, que toca sensiblemente a la industria farmacéutica. Las discusiones de los negociadores hacen al resguardo de patentes, datos de prueba, secretos comerciales y demás. También la UE sigue exigiendo que no se comercien productos que en Europa están resguardados con denominaciones de origen protegidas (como ocurre con el queso roquefort), algo que el Mercosur no acepta, aunque hay un texto consolidado.
Claudio della Croce. Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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