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Asesinos

Fuentes: Rebelión

A partir del miércoles 4 de abril ya nada debería se igual. ¡Han asesinado a un docente en lucha por un salario digno!! Al profesor y compañero Carlos Alberto Fuentealba. Por supuesto que después del crimen las voces de los responsables comenzaron a justificarse frente a una sociedad conmovida, tratando de explicar lo inexplicable. Porque […]


A partir del miércoles 4 de abril ya nada debería se igual. ¡Han asesinado a un docente en lucha por un salario digno!! Al profesor y compañero Carlos Alberto Fuentealba.

Por supuesto que después del crimen las voces de los responsables comenzaron a justificarse frente a una sociedad conmovida, tratando de explicar lo inexplicable. Porque como puede explicar Sobisch el fusilamiento a mansalva de un trabajador docente en la provincia de Neuquén.  

Como podría explicar este crimen el presidente Kirchner, cuando él, encarga  la represión de docentes en su propia y militarizada provincia. Kirchner recita su «dolor» por la muerte del compañero Fuentealba, mientras que, «grupos de choque» santacruceños, comandados por sus punteros -en primer lugar el gobernador Sancho- arrojan bombas molotov en contra de los maestros y la gendarmería transforma a las escuelas en cuarteles.

Como puede explicar el asesinato de un maestro el gobernador de Salta, Juan Carlos Romero, que ha hecho de la política de represión, aprietes e infiltración de grupos de tareas entre los docentes autoconvocados, su principal metodología de gobierno en las últimas 6 semanas.

Como pueden explicar las burocracias sindicales de Ctera y del Suteba provincial, la barbarie de Arroyito, cuando dejaron en la más absoluta indefensión al compañero Carlos Fuentealba, y al resto de los trabajadores de la educación provinciales durante un mes y medio, mientras ellos colaboraban en las campañas electorales del kirchnerismo. Ahora reclaman detrás de la desgastada consigna del «Nunca más», que finalice la represión, pero son incapaces de declarar un plan de lucha nacional que permita el triunfo de la lucha salarial de nuestros compañeros y el juicio y castigo a los responsables de las medidas represivas, tanto directos, como políticos.

Aníbal Fernández anuncia que reforzará la dotación de efectivos de gendarmería en Santa Cruz, y que, «si el gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch, o la Justicia, le piden que envíe gendarmes a la provincia para evitar eventuales disturbios, lo hará» (La Nación). Y esto lo hace el mismo día en que centenares de miles de manifestantes salimos a la calle para repudiar el sanguinario atentado criminal en contra de nuestro compañero. ¿Que dice Yasky ante esta brutal provocación del ministro del interior de «su gobierno»? Nada, no dice nada.

Los Yasky y Baradel, los  Virgilio Choque de Salta, han dado sobradas muestras de rastrerismo oficialista como para seguirlos escuchando. Su preocupación fundamental está en el levantamiento de los conflictos en la forma mas indolora posible para el gobierno Kirchner. Esto es lo que explica que se ofrezcan de «mediadores» y no que se pongan a la cabeza de la lucha. La celeste yaskysta siempre ha sido una secta, pero ahora se quiere transformar en una religión oficial, que dispute el «derecho de mediación» que siempre se han reservado los obispos o los curas.

En el acto frente a la casa de Neuquén, el ministro Yasky cargó las armas en contra de Sobisch, con un claro doble objetivo: uno, desligar al gobierno nacional de las consecuencias electorales que el homicidio del compañero Carlos Fuentealba pueda depararle; dos, que la lucha de los docentes neuquinos se desvíe del reclamo salarial al híbrido pedido de un «nunca más».  La hipocresía de este hombre no tiene más remedio. Alcanza con tener conciencia sobre cuales han sido las consecuencias de las políticas represivas de la burguesía desde que el «nunca más» se hizo famoso: cientos de asesinados, torturados, presos políticos. En tanto los represores siguen impunes.

La Ctera continua por el ominoso camino de la traición a las aspiraciones de los trabajadores del magisterio, y debemos suponer que este laburo de la burocracia no es gratuito, sino bien remunerado.

Sin embargo los docentes ya comprendimos, y pese a que los «medios de la impunidad» se niegan a informarlo, la Plaza de Mayo desbordó con miles de trabajadores que genuinamente exigimos justicia, fueron miles las gargantas docentes que llamaron «al pingüino represor a que vea que este pueblo no cambia de idea y pelea por la educación». La plaza desbordó para pedir un plan de lucha; pero dejando muy en claro que si las direcciones burocráticas no lo ejecutan, seremos los docentes los que lo llevaremos adelante.

Que se vaya Sobisch, Romero, Sancho y todos los represores; juicio y castigo a los culpables.
Fuera la gendarmería de Santa Cruz y Neuquén
Que se cumplan con las reivindicaciones salariales por las que perdió la vida nuestro compañero Carlos Fuentealba.
Que la dirigencia de la Ctera cumpla con el mandato de las asambleas neuquinas, salteñas y santacruceñas y que renuncien.

Hugo Yasky, terminado su acto oficial, no pudo reunirse a brindar la maniobra junto a sus colegas ministros; tuvo más motivos de preocupación que para sentirse satisfecho, cuando observó como miles de docentes que despiertan desde la cabeza mutilada del compañero Fuentealba, reclaman el juicio y castigo a los represores y a los traidores.

Por supuesto que el fanfarrón Fernández -es su psicología- no llora sobre la leche derramada por una maniobra que fracasa; vuelve rápidamente a su trabajo y se dispone a militarizar Neuquén, como ya antes lo había hecho con Santa Cruz. La amenaza de la represión sigue, como una insinuación dramática, en contra de los trabajadores docentes en lucha.

Como se ve lo que la dirigencia de Ctera pretendió cerrar, el ministro del interior lo vuelve a abrir. Esto se explica porque la ofensiva capitalista contra la educación pública no repara en muertos.

Daniel Cadabón es miembro de delegados de base- Suteba la plata