Venció el plazo de la medianoche del día 30 de julio, y no han llegado a un acuerdo el gobierno argentino y los fondos buitres. Así, conforme el mismo representante del juez estadunidense que ya había fallado en favor de los fondos buitres, Argentina ha entrado en la situación de default. No es la visión […]
Venció el plazo de la medianoche del día 30 de julio, y no han llegado a un acuerdo el gobierno argentino y los fondos buitres. Así, conforme el mismo representante del juez estadunidense que ya había fallado en favor de los fondos buitres, Argentina ha entrado en la situación de default
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No es la visión del gobierno de Cristina Kirchner. Argentina ha depositado, hace un mes, el pago a 93 por ciento de los propietarios de los documentos de su deuda renegociada, pero el juez Griesa ha bloqueado el pago, con su decisión de que tienen prioridad los fondos buitres. Justo los que no se han sumado a la renegociación de la deuda y que han comprado papeles sumamente devaluados. Amparados en la decisión de ese juez, quieren ahora recibir el pago de la deuda en su totalidad. Entre el precio que han pagado y lo que le quieren recibir, la ganancia es de la friolera de mil 600 por ciento.
El gobierno argentino les ofrece lo que ya acordó con el 93 por ciento mayoritario, lo que les propiciaría una ganancia de 300 por ciento. Pero el mercado siempre quiere más sangre. Quieren sangrar las reservas argentinas, a lo que se opone el gobierno del país sudamericano.
Un default
raro, dice el gobierno, porque Argentina tiene los recursos e incluso ha depositado el pago del 30 de junio. De ahí la búsqueda de definiciones sui generis. La descalificada agencia de calificación Standard and Poor’s -la misma que consideró que en 2001 todo iba bien en Argentina, la misma que no previó nada de la crisis de 2008 en Estados Unidos- dijo que el país había entrado a un default selectivo
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Lo cierto es el absurdo de la situación de que el uno por ciento de los propietarios de los documentos de la deuda argentina se imponen al 93 por ciento y al propio país, amenazando su soberanía. Un país que había renegociado soberanamente la deuda heredada de la dictadura militar y del gobierno ultraneoliberal de Carlos Saúl Menem, y que había logrado construir una arquitectura compleja para lograr que la casi totalidad de los propietarios de los documentos de su deuda aceptaran la renegociación.
Cualquiera que sea la caracterización que predomine, Argentina entra en una fase de turbulencias. Este ya era el primer año, desde la recuperación económica de la peor crisis de su historia, en los años 2001 y 2002, que la economía tendría una recesión, prevista en 2 por ciento. Ahora se supone que el dólar retomará su tendencia al alza, la ya alta inflación de alrededor de 30 por ciento puede subir más y la normalización de los créditos externos, prevista para 2015, difícilmente se dará.
En principio nadie gana, en lo económico, con algún tipo de default, pero pueden ganar la oposición, si logra capitalizar las incertidumbres económicas, o Cristina Kirchner, si logra movilizar al país detrás de la defensa de su soberanía, en contra de los fondos buitres.