Si hay algo que caracteriza, a lo largo de la historia, a la clase dominante de nuestro país, es su vinculación con el mercado internacional prácticamente desde sus orígenes. Ello le dio una impronta «libremercadista» muy marcada y cuando por razones de coyunturas internacionales desfavorables, tuvo que buscar en el mercado interno el proceso de […]
Si hay algo que caracteriza, a lo largo de la historia, a la clase dominante de nuestro país, es su vinculación con el mercado internacional prácticamente desde sus orígenes. Ello le dio una impronta «libremercadista» muy marcada y cuando por razones de coyunturas internacionales desfavorables, tuvo que buscar en el mercado interno el proceso de acumulación de capitales, ello se debió a iniciativas de las elites, como en el caso de peronismo y el desarrollismo. Pero los sectores más poderosos y significativos de la burguesía argentina siempre se adaptaron a los patrones de acumulación vigentes en el marco internacional en cada momento histórico.
Desde 1976, el patrón de acumulación de la economía argentina, se dinamiza a través de la hegemonía del sector financiero de la economía, como resultado de alianzas que se conforman en aquella coyuntura y de los procesos de transnacionalización operados desde los años sesenta. Lógica que llevó a la bancarrota económica de la inmensa mayoría de la población.
En la actualidad y a pesar de las discrepancias que presentan entre sí – por ejemplo las diferencias que plantean en materia económica con respecto al gobierno de Kirchner de parte de López Murphy o economistas como Broda – éstas son superficiales y no de fondo, ya que la clase dominante conformó desde el 2002 una comunidad de negocios, que re potenció el mismo patrón de acumulación.
Ha principios de ese año, la clase dominante logró sortear una crisis económica de más de seis años – la cual se expresaba en dos estrategias divergentes: una era devaluar y otra dolarizar la economía nacional. Como todos sabemos al asumir Duhalde la presidencia provisional en enero del 2002, se produce la devaluación de la moneda, que es apoyada por sectores vinculados a las exportaciones – sectores agropecuarios – y de la UIA, a través del mantenimiento del dólar a $ 3 para mantener una flotación «sucia» .
La devaluación y el alto precio del dólar, sirvieron para mejorar las ventajas comparativas de los bienes producidos en el país con respecto al mercado internacional. Gracias a esta acción, la economía Argentina logró crecer a un 8% del PBI en el 2003 y algunos analistas proyectan un crecimiento cercano al 7% para el corriente. Estas tendencias no obstante, no se traducen en elementos de distribución de riqueza y solo le sirven a la clase dominante.
¿LA NUEVA POLÍTICA? KIRCHNER Y LA CONTINUIDAD DE UN MODELO
Habiendo transcurrido, un año de la Asunción de Nestor Kirchner, podemos realizar la siguiente síntesis del escenario político, dividiendo al gobierno en dos etapas:
La primera etapa, se caracterizó por la reconstrucción del aparato estatal (debilitado por la crisis del 2001) y la solución de la crisis de legitimidad, que tuvo al «que se vayan todos» como principal protagonista. Este proceso se vio incentivado por los hechos políticos en materia de derechos humanos (anulación de las leyes de impunidad, transformación de la ESMA en museo de la memoria), de política institucional (remoción de la cúpula de las FF.AA) y de política exterior (acercamiento a Fidel y Chavez) políticas ellas, que despertaron grandes expectativas en algunos sectores. El flamante gobierno impuso un discurso de «trasversalidad», que parecía oponerse a «la vieja» política y a su partido original: el PJ. Sin embargo detrás de estos retoques progresistas, el gobierno ocultaba más de la «vieja política», que tanto denunciaba desde el discurso.
Con respecto a la deuda externa, el gobierno a pesar de su discurso de firmeza ante los acreedores, ha pagado 6.500 millones de dólares, desde la devaluación y se apresta a pagar con recursos propios que no serán reembolsados por el FMI, que como nos tiene acostumbrados, va por mas y por ello no aprobó las metas del acuerdo.
La mitad de la población se encuentra bajo la línea de pobreza ( 49.5 %), según datos del INDEC para el primer trimestre del 2004 y no hay política oficial eficiente para revertirla. La desocupación y la subocupación, incluso con los curiosos criterios del INDEC para quienes el que tiene un plan está ocupado, llega al 30,1%, para el mismo periodo.
En relación a la ofensiva de la derecha (la cual tomó un gran impulso a partir de la aparición del «instrumento» Blumberg), la interna en el partido Justicialista (en la cual Duhalde se enfrentó con Kirchner) y la protesta social protagonizada por el movimiento piquetero, entramos en la segunda etapa del gobierno de Kirchner.
Esta nueva etapa se caracteriza por el repliegue del gobierno sobre el PJ (abandonando así el proyecto de transversalidad que había impulsado desde su discurso) y el giro represivo con el cual el gobierno intenta someter a los movimientos sociales, especialmente al movimiento piquetero. Ejemplos de este tipo son: la detención de diversos dirigentes (Castells), la detención por los incidentes de la legislatura, y el desalojo de los trabajadores de la franco inglesa, las reiteradas acciones represivas contra los trabajadores de la industria del pescado en nuestra ciudad, entre otros a lo largo y ancho del país.
Este nuevo periodo produce, también, cambios en lo que podríamos llamar el «campo político». En primer lugar, el gobierno realiza una estrategia de cooptación de diversas fuerzas políticas, un verdadero «toma todo». A pesar del repliegue hacia el PJ, sigue interesado en mantener los lazos con algunos sectores populares (Madres, MTD, etc.) La derecha por su parte, a pesar del éxito en lo social del «instrumento Blumberg», y las diversas negociaciones que hay entre sus dirigentes, (tal es el caso de la reunión Murphy- Macri ) no puede articularse como una fuerza política estable.
Ante esta coyuntura Socialismo desde Abajo propone la necesidad de construir un movimiento político, social y cultural, anti-capitalista, democrático y socialista, de amplia masividad donde tengan lugar todos los explotados y los oprimidos; las organizaciones sociales, culturales y políticas que abreven en la lucha por la emancipación social y el socialismo.