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Caída libre

Fuentes: Rebelión

A estas alturas, en realidad, hay muy pocas ganas de dedicarle tiempo y esfuerzo a las opiniones que cada tanto vierte públicamente la Diputada Elisa Carrió. Hay hasta una sutil resistencia que valoro, al momento de sentarse a tipear estas que pretenden ser apenas unas líneas de opinión y expiación a la indignación que, puntual, […]

A estas alturas, en realidad, hay muy pocas ganas de dedicarle tiempo y esfuerzo a las opiniones que cada tanto vierte públicamente la Diputada Elisa Carrió. Hay hasta una sutil resistencia que valoro, al momento de sentarse a tipear estas que pretenden ser apenas unas líneas de opinión y expiación a la indignación que, puntual, llega cada vez que esta legisladora vomita alguno de sus misterios imposibles.

Ahora, sin mediar razones más sólidas que un eterno y desarticulado intento de difamación, resulta que el velorio del ex Presidente Néstor Kirchner, fue ‘organizado’, no por sus dolientes, como todos los ilusos supusimos todo este tiempo, sino por el famoso grupo artístico Fuerza Bruta. Parece que no le resulta suficiente esa versión astronómica que circuló a su tiempo de que el ataúd sobre el que miles de argentinos lloraron durante horas, estaba vacío, de que el cuerpo de Kirchner no estaba dentro del sarcófago, hasta justificaron el disparate con elaborados cálculos científicos aludiendo que el ex mandatario era «más alto y ahí no entraba».

Parece que Carrió, una vez más, insulta nuestra inteligencia esperando conseguir con sus ofensivas palabras un rédito político que hoy día dista abismalmente de recobrar. Una persona que consigue entrevistas televisivas o radiales sosteniendo extraños vaticinios que indefectiblemente terminan en un supuesto apocalipsis orquestado por todos los políticos menos ella, no sólo abusa de la imaginación, sino que se ríe de nuestra coherencia y sentido común con cada palabra que, guiño mediante, expresa.

Me gustaría afirmar que todos sus comentarios siniestros me resbalan, pero algunos logran hacer mella y despertarme la vieja bronca, adormecida después de la última excursión al país de los desquiciados al que ella pretende llevarnos con boleto de ida. Es como si Carrió realmente creyera que puede sostenernos atontados por sus mentiras, es como si cada mañana leyera las desgracias venideras en las tortas negras del desayuno y decidiera revelarnos sus profecías a nosotros, los pobres idiotas que no la votan.

Estas ya aburridas incursiones de la Diputada Carrió en algo así como las ciencias ocultas (ocultas para todos menos para ella, claro), siempre tienen como objetivo dejarnos atemorizados, con una extraña sensación de que hay un complot gestándose permanentemente a nuestro alrededor, de que algo terrible va a pasarnos pronto, ahora están acompañadas por supuestas confabulaciones artístico-funerarias diagramadas por la viuda, algún funcionario y Fuerza Bruta.

Más allá de sobre quién se hacen estas elucubraciones disparatadas, más allá de la intencionalidad política de cada uno de sus dichos, Carrió no debería olvidar cuan caro a nuestros afectos es hablar con tanta liviandad de muertos con cuerpos que no están, de tumbas vacías, de muertos evaporados, de muertos no muertos, de desaparecidos. Cada discurso tiene un doble mensaje, como mínimo, y este doble mensaje, el subliminal, poco tiene que ver con este caso particular del deceso del esposo de la Presidenta. Hay que tener mucho cuidado con las palabras, a veces podemos referirnos a otras cosas que no estaban en nuestros pensamientos al hablar, y otras podemos mencionarlas de plano, sin decirlas.

Tal vez ahora empiece a circular el rumor de que Néstor Kirchner se burla de toda esta charada viendo la televisión desde la misma isla que habita Elvis Presley desde hace años, junto con -todo es posible es este universo de estupidez- Rodrigo. Tal vez las tostadas con manteca le pasarán pronto esta información. Pero lo que es cierto, lo que resuma toda esta pantomima de campaña política que ha iniciado la ahora y siempre pre candidata a la Presidencia de la Nación, Dra. Elisa Carrió, es que ha tenido que apelar a todo a esta altura de su debacle, ya que es tonto suponer que con esos dichos le falta el respeto sólo a los familiares y que todos aquellos que acudieron de buena voluntad al funeral o todos los que allí quisieron estar pero no pudieron llegar, no se sentirán dolidos con su perorata disparatada.

Por lo pronto, sólo queda un mensaje claro y simple para enviarle y consiste en avisar que las caídas libres son así, Elisa, no hay red abajo, nada ni nadie amortiguará el seguro impacto destructor y definitivo que te darás en tierra. Eso, que no es predicción, ni promesa, sino elemental lógica, quizá, no resulte necesario buscarlo en ningún oráculo agorero, porque ese inevitable y cada día más cercano final, Elisa, vos ya lo conocés.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.