«Vaya teniente coronel. Vea bien lo que ocurre y cumpla con su deber» Instrucciones de Yrigoyen al comandante Varela «Hay manifestaciones claras de violencia. Tal vez no del todo espontáneas, pero tampoco fabricadas ni armadas. Es una violencia que no comete actos de terrorismo, como estuvimos bien acostumbrados. Puede estar organizada sobre el deseo de […]
«Vaya teniente coronel. Vea bien lo que ocurre y cumpla con su deber»
Instrucciones de Yrigoyen al comandante Varela
«Hay manifestaciones claras de violencia. Tal vez no del todo espontáneas, pero tampoco fabricadas ni armadas. Es una violencia que no comete actos de terrorismo, como estuvimos bien acostumbrados. Puede estar organizada sobre el deseo de la gente y liderada por dirigentes piqueteros«.
«Hasta ahora no creo que sea de una gravedad tal como para poner en riesgo las instituciones. Pero sí creo que el Gobierno tiene que actuar. No para reprimir, pero sí para establecer la defensa de la sociedad a través de la acción policial y lo que venga«.
«Digo no reprimir para aclarar que no hay que hacerlo de modo avasallador. Pero sí con buenas redadas que reconozcan a quienes estén infringiendo la ley, y que les caiga la pena que corresponde. Estamos ante la violencia del palo, y a eso hay que responderle«.
Al leer estas recientes declaraciones del ex presidente Raúl Alfonsín recordé al peligroso Hipólito Yrigoyen y a ese pobre personaje que también el radicalismo nos entregó como presidente, Fernando de la Rúa.
Si Alfonsín recordara lo que ha sucedido cada vez que desde el radicalismo no se ha tenido la capacidad de analizar la realidad del pueblo argentino seguramente hubiera tenido una muy buena oportunidad para mantenerse callado. Su silencio, salvo sus arrebatos aislados, desde finales del año 1989 -después de su Pacto de Olivos con Carlos Menem- y su ocupación de senador o como miembro de la tristemente autodenominada Internacional Socialista lo podrían haberlo ayudado a reflexionar y también tratar de reconstruir a su destruido partido.
Con Yrigoyen aplicando la Ley de Residencia, haciendo la Semana Trágica, nombrando al comisario chaqueño Edelmiro Correa Falcón como Gobernador de Santa Cruz quien cometió los más salvajes atentados contra la libertad sindical y el derecho de protesta junto al carcelero nacional Diego Ritchie devenido en jefe de policía del territorio, prolegómenos de las terroristas matanzas de obreros en las tierras sureñas a manos del teniente coronel Héctor Varela y los estancieros cipayos. Todo bajo su presidencia.
Con Alfonsín fue posible el Punto Final y la Obediencia Debida que permitieron que los asesinos queden impunes y no podamos avanzar sobre el esclarecimiento de las muertes y desapariciones de decenas de miles de seres durante la genocida dictadura militar.
Con de la Rúa, que se inició con la represión y la muerte en la provincia de Corrientes para terminar su descerebrada gestión ordenando el asesinato de decenas de conciudadanos momentos antes de huir del gobierno a fines del año 2001.
Que autoridad política, o bien de antecedentes partidarios, tiene Alfonsín para hablar de violencia y sobre las instituciones. Por lo menos en honor a nuestros muertos y de los millones de desocupados que no viven de dietas y cargos públicos.
Cállese por favor Alfonsín.