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Candidata, futuro ministro, grandes empresas

Fuentes: Tramas

Patricia Bullrich adoptó como propio el plan que Carlos Melconian viene preparando hace tiempo en el seno de la Fundación Mediterránea.

Melconían es uno de esos expertos en materia económica a quienes sus adictos llaman “gurú”. Miradas más críticas los definen como “hombres de negocios” que venden su real o presunta sabiduría por cifras millonarias.

Algo que lo distingue dentro de ese grupo es que no es nada solemne, más bien histriónico. Y sabe trasmitir sus opiniones y predicciones en un lenguaje llano, apto para la comprensión de los legos en la materia. Quizás el haberse criado en Valentín Alsina como hijo de un zapatero armenio y no en una familia de la elite lo ayudó a la hora de desarrollar esas dotes comunicativas.

Por sobre esas capacidades, el hombre destaca por su rica gama de vinculaciones, tanto empresariales como entre la dirigencia política. Y por ser un orgánico del establishment, sin fisuras de ningún tipo. Los más memoriosos tendrán presente que le hizo elogioso coro a las iniciativas de Domingo Cavallo durante más de una década. Al límite de preconizar la “solidez” de los bancos argentinos hasta la víspera del “corralito” y la rebelión popular de 2001.

Ese papelón le acarreó críticas, pero no lo puso fuera de juego ni mucho menos. Siguió siendo figura frecuente en los medios y pudo acunar un prestigio creciente entre los “ortodoxos” que predominan en el mercado de economistas de estas costas.

Mucho después, supo ser candidato a senador de PRO y, cuando Mauricio Macri llegó a la presidencia, titular del Banco de la Nación. Al tiempo se alejó de ese cargo, por discrepancias con la gestión económica, sino de fondo, al menos de implementación.

Un plan a la búsqueda de candidatos, una candidata que necesita un plan.

El afamado economista ha pasado a ser en estos días el prospecto de ministro de Economía de una hipotética presidencia de Patricia Bullrich. Ha llegado hasta allí tras promover por largo tiempo un plan económico “apartidario” puesto a disposición de cualquier candidato (se remarcaba eso a cada paso), realizado bajo su dirección y con el activo respaldo y auspicio de la Fundación Mediterránea, cuyo instituto de investigación lo tiene al frente.

Todo indica que la iniciativa del acercamiento estuvo del lado de la exministra de Seguridad y presidenta de licencia de PRO. Luego del resultado de las PASO, analistas políticos y medios la recluyen en el lugar de una incómoda “tercera en discordia”, que tendría bastantes probabilidades de no entrar al balotaje.

Ante los crecientes indicios de “bajada de pulgar” por parte de al menos un sector de los poderes fácticos, la exministra buscó refugio en un núcleo empresarial poderoso como la Mediterránea. Y de modo más directo, en su rutilante experto. Y en el plan/programa que estaba a la espera de que uno o más postulantes lo hicieran propio.

Otro factor a tener en cuenta es que el proyecto, que se publicita como la obra de 70 expertos, es una vía posible a la hora de intentar alejarse de la inquietante sombra de Javier Milei. Y esto último con firmes garantías de adherir a un programa que contemple todas las grandes líneas de las aspiraciones del establishment.

En esa dirección fue el encuentro celebrado en Córdoba, para presentar en público el entendimiento entre candidata y posible futuro ministro. Allí estuvieron las grandes figuras de la fundación, a comenzar por la iniciadora familia Pagani. Y asistió buena parte de la plana mayor de Juntos por el Cambio (JxC).

Ante ese auditorio, Melconian pronunció frases que, sin mencionarlo, tendían a contraponerse con quien fue el candidato más votado en las primarias. “Hay un plan, hay un programa, es realista, es implementable, tiene sentido común, es práctico. Tiene futuro, tiene luz al final del túnel. No estamos frente a un salto al vacío.”

Resulta transparente, se trata de una enumeración de virtudes que se contrapone a un juicio de total debilidad, improvisación y falta de realismo hacia las propuestas de Milei.

Un trecho más adelante en su alocución advirtió: “Lo único que está prohibido es fantasear con teorías imposibles de poner en práctica.” Otro puntazo más dirigido al hombre de los ojos claros.

Traducción: Ajuste fiscal fuerte, quita de regulaciones, privatizaciones, todo tipo de facilidades para los grandes inversionistas; sí, por supuesto. Dolarización, supresión del Banco Central, destrucción indiscriminada del aparato estatal, no. “Capitalistas” y “occidentales” sí, anarcocapitalistas, de ninguna manera.

Con esta sí, con este no…”

Entre el gran empresariado que orbita en torno a la Mediterránea, es presumible que la mayoría tenía en mente como su candidato ideal a Horacio Rodríguez Larreta. “Sensato”, “negociador”, insospechable de actitudes impulsivas y menos aún caudillescas. Hubo señales de que Bullrich aparecía menos previsible y, sobre todo, más bien ignorante en cualquier cuestión atinente a la economía.

Descartado en las urnas el jefe de gobierno porteño, para muchos hombres de negocios Bullrich es ahora preferible a Milei, de quien nadie está seguro acerca de si tiene una idea aproximada de qué puede hacerse y que no desde la conducción del aparato del Estado.

Queda Sergio Massa, claramente “promercado”, pero con el rasgo siempre molesto de estar enrolado en el peronismo. Sin embargo, la “conversión” de Carlos Menem podría no estar destinada a ser la última dentro del “justicialismo”, y los hombres de negocios lo saben. Queda el interrogante de qué harían si la presidencia de la Nación termina dirimiéndose entre el ex intendente de Tigre y el líder de “La Libertad Avanza”. Pero para eso falta todavía, si es que ocurre.

Todo lo antes descrito no implica la afirmación de que “todo” el gran capital está con “Patricia” y su nuevo valedor. Frecuentadores del ambiente empresarial sostienen que respaldan a Milei; Federico Braun, de “La Anónima”, el megadesarrollador inmobiliario Eduardo Elztain, su mentor inicial y dueño de Corporación América, Eduardo Eurnekian, y un par de banqueros.

Esos conocedores además saben que esos alineamientos de la altísima burguesía no son definitivos, ni siquiera unívocos. Quienes se mueven entre miles de millones de dólares nunca apuestan todo a una carta ni dejan de tener planes alternativos.

Algo similar podría afirmarse acerca de Sergio Massa. De tan repetida ya es ocioso enunciar la lista de sus amigos más o menos íntimos en el universo de las grandes compañías. ¿Jugarán por su candidatura? Tal vez sí, tal vez no.

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Las múltiples y crecientes dificultades de la democracia parlamentaria argentina se hacen también patentes en el terreno del engarce entre candidaturas con mayores probabilidades de triunfo y propuestas de política económica. Las PASO han dejado un escenario que, a primera vista, parecía a pedir de boca de los capitalistas: Tres candidatos con reales posibilidades; todos “promercado” y alejados de cualquier tentación crítica hacia la organización capitalista de la sociedad.

Sin embargo uno de los postulantes extrema su vocación “refundacional” hasta el punto de poner en riesgo certezas elementales. Y amaga con ir contra intereses económicos bien concretos (el trust de la obra pública, por ejemplo), en aras de abstracciones como la “libre competencia”. O en nombre de recortes indiscriminados al gasto estatal, que las empresas pueden declamar pero cuya aplicación no desean.

Melconian es hoy el hombre hacia el que muchos miran como capacitado para enderezar el timón. Y que sea finalmente un neoliberalismo “serio” el que aterrice en la Casa de Gobierno en diciembre. 2024 parece destinado a ser un buen año si se lo mira desde el ángulo de las ganancias de los capitalistas. ¿Para qué enturbiar ese futuro cercano con aventuras?

La última palabra la tendrán los votos, en un escenario volátil y de crisis de las propuestas políticas preexistentes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.