Insiste, en esa fecha, con su pacifismo y su política de recuperación de las islas Malvinas mediante el «diálogo», en las alturas onunianas, con el Reino Unido. Con lo cual recibe la anuencia y el apoyo de todo lo que se ha diferenciado de la dictadura, de todo lo progresista, moderno, democrático y hasta los […]
Insiste, en esa fecha, con su pacifismo y su política de recuperación de las islas Malvinas mediante el «diálogo», en las alturas onunianas, con el Reino Unido. Con lo cual recibe la anuencia y el apoyo de todo lo que se ha diferenciado de la dictadura, de todo lo progresista, moderno, democrático y hasta los sectores K que se autoidentifican como «de izquierda».
Pero la fecha en sí, materialmente considerada, es la expresión de una dictadura atroz y desquiciada que había emprendido la solución de todos los problemas sociales mediante la violencia, la violencia institucional y suprema, bajada desde el estado a los particulares.
Y esta última carga «gloriosa» del 2 de abril ha sido y es muy cara a la derecha más retardataria, no a la que apuesta a Londres como capital política argentina (o la que se ha actualizado apostando ahora a Miami), es decir a la que se podría haber expresado políticamente en su momento a través de la UCD, sino a su variante chovinista, la que podría emparentarse con caras pintadas de diversos maquillajes, ésos que nunca han advertido ni están dispuestos a hacerlo que «la patria» puede (y suele) ser «el último reducto de lo canalla». [1]
Con lo cual, CFK cosecha apoyos, un 2 de abril, a izquierda y derecha, usando tales calificativos con la circunstancialidad exigible, satelizados en lo que llamaríamos el magma peronista.
Gracias a la dinámica expansiva de la lucha contra los delitos generados por la dictadura, hemos ido adentrándonos -la sociedad argentina in toto− en las complicidades, y más que en las complicidades, en el papel, a veces protagónico, que otros sectores sociales, hasta ahora invisibilizados, han tenido; políticos y funcionarios, jueces y judiciales, banca y empresarios.
Hasta ahora, el foco de las denuncias habían caído sobre militares y fuerzas de seguridad en general y el aparato jerárquico de la Iglesia Católica; curiosa exclusividad que estos dos «agentes» cosecharon, cuando cuesta imaginar que solo religiosos católicos hubiesen brindado apoyo al «Proceso de Reorganizaciòn Nacional», como pomposamente fue bautizado el despliegue de abuso y muerte del 24/3/1976.
CFK, con su muñeca política, procurará y tendrá probablemente el éxito en cosechar como propio ese saludable avance de las investigaciones sobre los abusos y miserias de la dictadura desaparecedora, aunque soy de los que considera que dicho avance sobre agentes hasta ahora intocados proviene de la misma dinámica generada por la lucha por los derechos humanos, que proviene de Familiares, de Madres, de Abuelas, los juicios contra las juntas, etcétera: la sociedad argentina es la responsable de estas oleadas de lucha por los derechos humanos de la cual la ampliación de los juicios durante la era K es apenas su capítulo más reciente. [2] El mantenimiento de cientos de bebés, niños, ahora adultos, secuestrados ha sido un gran motor que ha mantenido a la sociedad en vilo, buscando raíces y responsables. Las Abuelas han sido protagónicas. Pero también, aunque con un sentido opuesto, la señora de Noble y sus hijos adoptados en tiempo de desapariciones, resistiendo a o burlándose de, una investigación normal y elemental. Durante diez años por lo menos…
Este 2 de abril, verá a la sociedad argentina, una vez más entreverada, como en un cambalache, oficiales torturadores junto a colimbas tratados como esclavos en las islas.
Esos mismos muchachos son ahora tratados como héroes en los cantos patrióticos del después. Se la pueden creer o no. Tal vez el divorcio entre aquella realidad del maltrato y el terror y las loas posteriores hayan generado en más de uno una fractura irremediable.
Pero el patriotismo opera como un enorme curalotodo o cubrelotodo. Así que seguramente no vamos a ver mayores fisuras, aunque siga en la Plaza de Mayo, protestando, un sector de militares que en 1982 estuvieron acuartelados, movilizados, incluso ocasionalmente bombardeados, pero que al no haber puesto pie en las islas, NO son «héroes de Malvinas».
Las cuentas en el país son difíciles. Acaba de surgir un entredicho entre los cálculos de la UCA sobre pobres en Argentina, registrando un 27% de la población, alrededor de 11 millones, y los del INDEC, que estima para el mismo concepto un 5,5% de habitantes, 2,2 millones…
En el caso de las Malvinas, protestan los acampados por no figurar entre los que realmente fueron afectados por el operativo desencadenado mediante Galtieri y el whisky y a la vez, hay asociaciones de ex-combatientes que consideran que los registros oficiales están inflados con muchos más enlistados y consiguientemente designados como excombatientes de los que realmente anduvieron en el archipiélago…
Es decir que falta por un lado y sobra por otro. Que no están todos los que son ni son todos los que están. Dificultades que parecen ser rasgos de.. ¿argentinidad al palo o hipermodernidad mal asimilada?… vaya uno a saber.
[1] Se entiende por qué. Esa atinada observación del inglés Samuel Johnson, que tiene bastante más de dos siglos de formulada, se refiere al patriotismo inglés. De gran nación, de nación imperial, imperialista. El nacionalismo en sociedades nacionalmente oprimidas adquiere, precisamente, por su condición, una doble faz: hay un nacionalismo que mantiene la función que señala Johnson pero hay otro, u otros, nacionalismos antiimperiales, anticoloniales, con rasgos de emancipación y de lucha contra el racismo y la injusticia estructural, de los cuales el bolivarianismo chavista sería en nuestra región su expresión más reciente.
[2] Aun reconociendo todos los aspectos saludables del strip-tease ideológico y delictual que la sociedad argentina está viviendo, hay que advertir que esta sociedad sigue siendo sensible a los demandas de los sectores ilustrados o con diversos poderes, pero que los victimados del tiempo de la dictadura que no estaban en los lugares del reclamo amparados por dichos poderes, por ejemplo conscriptos pobres asesinados en escaramuzas guerrilleras, siguen perteneciendo a la Argentina negada. Hasta ahí no llegan los derechos humanos, que pondrían en conflicto los derechos humanos consagrados para sectores diz que progresistas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.