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Chau soberanía, chau esperanza. Sometimiento argentino al FMI

Fuentes: Rebelión / CLAE

La Cámara de Diputados argentina dio media sanción al proyecto de ley del oficialismo para refinanciar la deuda externa contraída con el Fondo Monetario Internacional por el gobierno de Mauricio Macri y ahora todo indica que el Senado también avalará el Acuerdo de Facilidades Extendidas entre Argentina y el FMI.

Organizaciones, sindicales y políticas –algunas de ellas integrantes del oficialista Frente de Todos- se movilizaron al Congreso para rechazar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y propusieron caminos alternativos. El principal argumento de los movimientos es el origen ilegítimo del préstamo tomado por Macri y la necesidad de investigarlo.

Además consideran que el convenio es una pérdida inconcebible de soberanía y que se basa en un modelo extractivista que tiene base en la explotación de los recursos minerales (agronegocios, minería e hidrocarburos)

Este acuerdo crea las condiciones para que vuelvan los que hicieron la estafa, repitieron en los dos días de acampe y movilización, preocupados por el juste que deberán soportar los argentinos durante la próxima década tras la firma del acuerdo, esta vez con el aval del Poder Legislativo.

 Entre las propuesta de las organizaciones está denunciar al FMI ante La Corte Internacional de La Haya, aunque su factibilidad es muy lejana, ya que debiera ser llevada adelante por el propio gobierno que acaba de acordar con el FMI, y no se percibe signo alguno que tenga intenciones de hacerlo.

Otra, es impulsar el llamado a una consulta popular para que sean los argentinos quienes decidan por la vía del voto si quieren que se siga negociando una reestructuración del préstamo que contrajo Mauricio Macri en 2018 o si se desconoce el pago por considerar que el dinero se usó para la fuga de capitales.

Pero ésta sería una iniciativa de mayor plazo y envergadura que habría que considerar su viabilidad. En lo inmediato la movilización se concentrará a contra la aprobación por parte de la otra cámara legislativa, la de senadores.

El secretario general de la sindical CTA Autónoma, Ricardo Peidro, sostuvo que del acuerdo se desprende que las consecuencias van a ser de ajuste. “Parece que es una imposición directa del FMI. El Parlamento no puede validar el acuerdo macrista y también el cercenamiento de la soberanía y el cogobierno. Es inaceptable. Cada tres meses, los responsables de esto van a cogobernar económicamente diciéndonos cuál es el camino que tenemos que seguir y eso es una cesión de soberanía”, señaló

“Cuando a los trabajadores nos dicen que va a haber reducción del déficit fiscal, aumento de la tasa de interés y aumento de tarifas, ya sabemos que los que ponemos las víctimas somos nosotros y las consecuencias nuestro pueblo. Esta deuda es ilegal y va a pasar a ser la deuda de este gobierno, vamos a legalizar la deuda de Macri”, añadió.

¿De qué forma vamos a pagar esa deuda si no es con los dólares de los recursos naturales? Entonces, obviamente esto tiene que ver con un modelo de país de profundización del agronegocio, del modelo de megaminería. Si este acuerdo se cierra es directamente proporcional a este modelo porque los dólares no van a salir de otro lado. Repite la historia”, señaló Agustín Suárez, de la Unión de Trabajadores de la Tierra.

Un acuerdo incumplible

El economista Horacio Rovelli es categórico: Todo el acuerdo es un despropósito. Se obliga a un ajuste fiscal y comercial de proporciones, jamás logrado; se castiga a cinco millones de jubilados y pensionados hasta al menos 2034 a percibir magros ingresos, por debajo de la línea de pobreza; se ofrece explotar nuestros recursos naturales como lo han hecho siempre, sin contemplar el impacto ambiental y dejando monedas en el país (y ni siquiera oficialmente) mientras detraen nuestra riqueza.

Asimismo, con el 40 por ciento de los argentinos bajo la línea de pobreza  se condena a la población a una permanente inflación que carcome su poder adquisitivo; y solo se garantizan mejoras en el ingreso a una minoría que no supera el 1% de la población que son los que fugaron la mayor parte de la deuda y que se abroquelan en el sistema extractivo, agropecuario, automotor, comercial y financiero, todo ello en lugar de levantar el secreto bancario declarando la Emergencia Cambiaria y que la AFIP y demás organismos de fiscalización exijan a los grandes compradores de monedas extranjeras.

Rovelli señala que se puede empezar con los primeros 100 compradores que lo hicieron por 24.769 millones de dólares en la gestión macrista, para que expliquen como hicieron para comprarlas. Añade que se debe castigar con multa y recuperar parte de esas compras, que se pagarían en pesos, pero que ayudarían a financiar el gasto público y de esa manera y naturalmente reducir el déficit fiscal y obtener un superávit que le permitiría al Estado comprar las divisas para ir amortizando la deuda con el FMI.

Pese al imaginario que tratan de imponer desde el poder, la economía argentina crece al ritmo del mercado interno y no de sus exportaciones (el 65% son productos primarios o manufacturas de origen  agropecuario con centrado en pocas empresas).

Campaña de terror mediático y el fantasma del default

La campaña de terror mediático orquestado desde el FMI, el gobierno y la prensa hegemónica en la antesala de la decisión del Congreso, señalaba que si no aprobaba el acuerdo, el default era automático ante el primer incumplimiento deliberado de una cuota, más allá de que en el FMI se inicia un proceso administrativo que puede durar hasta seis meses para una sanción efectiva y hasta dos años para la expulsión.

Si no se firma el acuerdo con el FMI no pasa nada. En agosto de 2001, cuando Adolfo Rodríguez Saa era presidente provisional, el Estado argentino suspendió el pago de la deuda externa para usar ese dinero en los planes de creación de fuentes de trabajo y progreso social. Esa declaración se concretó poco después del estallido social que dejó 39 muertos, cuyo desenlace fue la renuncia (y huida en helicóptero) del presidente radical Fernando de la Rúa.

«La gente me recuerda porque fui el presidente que se animó, en un momento trágico nacional, a hacerse cargo del país y a salvar las instituciones. Ustedes hablan de default, pero lo que yo hice fue suspender el pago de la deuda externa», recordó recientemente.

Fue una campaña  para aterrorizar, posiblemente siguiendo los lineamientos dados por los expertos en comunicación social del FMI. Los argumentos son totalmente discutibles y absurdas las inferencias de aislamiento total del mundial a que se arribaría si no se aceptan las exigencias de los acreedores. Con estos seudoanálisis (mentiras, especulaciones) repetidas sistemáticamente es que pusieron a este gobierno a sus pies.

La campaña añadía que inmediatamente el Índice de Riesgo País se dispararía hacia arriba, con lo cual el desplome de la cotización de los bonos del Tesoro Nacional y de las acciones de empresas argentinas en la bolsa local y en las bolsas del mundo, se produciría de manera casi inmediata. También se produciría un impacto inmediato en las cotizaciones de los dólares financieros y paralelos en el mercado local,

Transcurridas dos semanas, comenzaría a cortarse todo financiamiento y desembolso por parte de entidades como el Banco Mundial, el BID, la CAF, los cuales le aportan fondos a la Argentina, para programas sociales y productivos por valor de 5.000 millones de dólares anuales, así como el ingreso de dólares provenientes de las inversiones en infraestructura por parte de China y, aemás, a todo ingreso de Inversión Extranjera Directa no especulativa.

La campaña de terror señalaba, asimismo, que la cotización del dólar oficial y de los dólares financieros seguirían tensionando hacia arriba, metiéndole presión a la brecha cambiaria y a la inflación, con lo cual los proveedores del exterior comenzarán a exigir que las importaciones se paguen por adelantado, al momento de emitir la orden de compra. Y se cortaría todo el crédito en dólares para pre financiar exportaciones.

Para los medios hegemónicos, con el default se estaría en presencia de un mal que es mucho peor que lo malo que puede ser acordar con el FMI ahora, pateando el problema para más adelante, convirtiendo el stand by de dos años en un programa de facilidades extendidas a diez años, achatando la curva de pagos y liberando a la economía argentina de tener que poner un solo dólar hasta el 2026 para pagar el stand by de Macri.

Y de la mano edulcorada de los publicistas del FMI, llegó a los medios hegemónicos la “noticia” de que el FMI muestra señales prometedoras de estar cambiando a tono con los tiempos. Además de reconocer que el cambio climático, plantea riesgos significativos para la estabilidad financiera, ha respondido a la pandemia con una importante asignación de derechos especiales de giro (el activo de reserva del Fondo) y ha criticado la inadecuación del marco del G20 para la gestión de crisis de deuda.

Es un comentario con sabor a opiniones de Joseph Stiglitz, mentor del ministro de Economía Martín Guzmán, el gestor del acuerdo que quería el FMI.

Una opinión muy distinta a la del economista Jorge Marchini, quien afirma que son totalmente discutibles y absurdas las inferencias de aislamiento total del mundial a que se arribaría de no aceptarse las exigencias de los acreedores,.

Agregó que “paradójicamente, podría ser totalmente al revés en este momento de enorme incertidumbre por la guerra en Ucrania  Si por rechazar exigencias de ajustes por el parte del FMI  Argentina fuera  sancionada, con un boicot a sus  exportaciones de alimentos, es el mundo que sufriría muchos más serios problemas, por  perder,  cuando más se necesita, la alternativa del abastecimiento de muy significativas y vitales  exportaciones de cereales, oleaginosa, carnes argentinas”,

Los argumentos a favor   a la aceptación  fueron sintetizados por el diputado oficialista –exdirigente comunista, ahora referente del Partido Solidario, exvicepresidente del club Boca Juniors, expresidente del Banco Credicoop- Carlos Heller: “este gobierno, por sus principios, jamás hubiera recurrido al FMI sino que recibió una auténtica bomba de tiempo y debió sentarse a negociar».

De todas formas,  las perspectivas,  significado y las consecuencias del programa económico bajo la supervisión del FMI  se verá en la realidad. El  mundo está cambiando  muy velozmente y. el tic-tac del reloj de la historia se percibe siempre muy sensiblemente en Argentina, un  país con el 40 por ciento de su población debajo del nivel de pobreza.

Aram Aharonian es periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Claudio Della Croce es economista y docente argentino,e investigador asociado al CLAE.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.