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Entrevista a José Montes, delegado del Astillero Río Santiago y dirigente del PTS

Cómo luchar por el empleo y el salario

Fuentes: La Verdad Obrera/Rebelión

LVO: Montes, Néstor Kirchner acaba de decir en un acto del PJ en José C. Paz que los empresarios hagan el esfuerzo de «ganar un poco menos, pero que no toquen el empleo de un solo trabajador». Es de un cinismo increíble. Se calcula que sólo en el mes de enero de este año hubo […]

LVO: Montes, Néstor Kirchner acaba de decir en un acto del PJ en José C. Paz que los empresarios hagan el esfuerzo de «ganar un poco menos, pero que no toquen el empleo de un solo trabajador».

Es de un cinismo increíble. Se calcula que sólo en el mes de enero de este año hubo ya casi 9.000 despidos, en su mayoría de trabajadores contratados en condiciones precarias como gran parte de los puestos de trabajo creados en estos años. Ni hablar de las suspensiones que, sólo en el mes de enero, se calcula llegaron a un récord de más de 33.200 trabajadores, mayormente de las automotrices, metalúrgicas, construcción, frigoríficos, madereras y textiles. Toda esta masa de trabajadores, que las patronales suspenden como antesala al intento de despido, ya está sufriendo un fuerte recorte de salarios. Una empresa muy favorecida por los Kirchner estos años, Peugeot, que le aportó el embajador en Francia al gobierno, suspendió a todo el personal hasta marzo con el 60% del salario. Estos datos son contundentes y se han hecho con el aval oficial del Ministerio de Trabajo. Hay despidos, suspensiones en masa y rebaja de salario, pero Kirchner, que comenzó su propia campaña electoral, quiere aparecer como si estuviera de nuestro lado. Parece Obama, que ataca de «irresponsables» a los financistas de Wall Street pero les vota nuevos planes de salvataje a los grandes banqueros.

LVO: Es decir que, con esta política, los que «ganan menos» serían los trabajadores…

En realidad, están en disputa dos políticas para hacernos pagar la crisis a los trabajadores. Una es la de las patronales exportadoras del campo y la industria, que proponen devaluar en forma drástica el peso, para «restaurar la competitividad» y equiparar la devaluación de Brasil, que ya alcanzó más de un 30%. Como acaba de sincerarse por televisión el gerente de Fiat Cristiano Ratazzi, que dijo:»en Argentina, la única manera para bajar los salarios es devaluando.. . es simple, es valor agregado barato, o sea salarios bajos». Lejos de pretender «ganar menos» ésta es la «salida» a la crisis que proponen también las patronales agrarias y toda la oposición tipo Carrió, Solá o Macri, que se muestran claramente a favor de los intereses empresarios, reclamando eliminar las retenciones a la exportación de soja, pero no abren la boca por el empleo y el salario de millones. Del otro lado, Kirchner promueve un gran engaño. Nos quieren hacer creer que con los discursos del gobierno, que apela a «la responsabilidad social de los empresarios», van a frenar el ataque en curso a las conquistas de los trabajadores. Hablan de que los empresarios resignen ganancias para la tribuna, pero mandan a la CGT a ser «responsable» con el pedido de aumentos salariales e incluso acuerdan desde el Ministerio de Trabajo suspensiones con rebajas salariales o, como quieren hacer en Paraná Metal, con el chantaje de congelar el salario a cambio de que no haya despidos masivos. Lo peor es que ninguna de estas medidas oficiales detendrá una crisis que es histórica, como se ve en el anuncio de todos los gobiernos del mundo de la brutal caída del empleo. La propia Organización Internacional del Trabajo habla a cerca de que la crisis producirá más de 50 millones de nuevos desempleados en todo el mundo. Tarde o temprano, la perspectiva de despidos masivos llegará a la Argentina. Los Kirchner han tomado toda una serie de medidas a favor de los grandes empresarios, como el blanqueo de capitales pero, lejos de «repatriar capitales», la realidad es que las empresas multinacionales han girado más divisas que antes a sus casas matrices en los países centrales, más de 3.500 millones de dólares el año pasado, casi el doble que en el 2007.

LVO: El PTS comenzó una campaña con afiches para enfrentar despidos, suspensiones y congelamiento salarial, planteando el reparto de las horas de trabajo y el aumento de salarios.

Claro, porque no es una cuestión de pedirle a la clase social cuya razón de ser es el lucro que, por favor, «ganen menos». Pensemos que las automotrices, que son la avanzada patronal contra el empleo, hasta el mes de octubre mantenían ganancias récord y aún hoy mantienen planes de producción de 450 mil autos para el 2009. Nuestra alternativa es más realista: hay que obligar a los capitalistas a solventar con sus ganancias acumuladas todos estos años, extraídas de la explotación de nuestra fuerza de trabajo, el empleo y el salario acorde a lo que necesitamos para vivir los millones que producimos. Cuando necesitaban aumentar la producción, repartían horas extras extendiendo en los hechos la jornada laboral. Ahora, ante la baja de la producción, que se repartan las horas de trabajo entre todos, efectivos y contratados, sin ninguna rebaja de salario porque no somos los causantes de su crisis.

El otro día lo escuché decir por la televisión a Héctor Recalde, el diputado y abogado de la CGT, que aceptar suspensiones con rebaja de salario para mantener el empleo era una manera de ser solidario. Es una receta muy tramposa que se repite en todo el mundo. Incluso Barack Obama en su discurso de asunción dijo algo similar cuando habló de «la solidaridad de los trabajadores que prefieren trabajar menos horas para que un amigo no pierda su trabajo». La política actual de los dirigentes sindicales burocráticos de aceptar por un lado el despido de contratados y por otro las suspensiones con rebaja salarial rompe la solidaridad de clase. Justamente es al revés: el reparto de las horas de trabajo significa, por ejemplo, que en una empresa se compartan las horas de producción entre todos los trabajadores sin resignar el salario ni discriminar entre efectivos y contratados. Este es el punto de partida para el surgimiento de nuevas organizaciones de base del movimiento obrero que recompongan la unidad de la clase trabajadora con lazos de solidaridad reales. Por supuesto, nada de esto se puede imponer sino a través de una dura lucha, desarrollando el inicio de la resistencia obrera que ya ha comenzado en Córdoba, en el cordón industrial de Rosario y en muchas fábricas del país.

LVO: Hay un tironeo entre la UIA y la CGT con respecto a las paritarias. El jefe de los industriales, Lascurain, dijo que «la prioridad es mantener todo lo posible el empleo» pero para eso es imposible dar aumentos salariales. Moyano sostuvo que en algunas actividades no se va a poder mantener el salario de años anteriores…

Volviendo a lo anterior, el colmo de la ruptura de la solidaridad de clase es que la CGT ni siquiera ha reconocido la existencia de despidos, porque son en su mayoría de trabajadores contratados. Y ahora ha vuelto a reafirmar que se discuta el salario según las necesidades de cada patronal. Es decir, que de los 1.000 convenios de actividad y empresa que alcanzan a más de 6 millones de trabajadores en blanco que se discutirá en las paritarias, no sólo los divide de otros 4 millones de asalariados en negro, sino que también según cómo le vaya a la patronal deben amoldarse los trabajadores. Pero si la rama estrella de los últimos años, que son las automotrices, están suspendiendo con rebaja salarial, ¿qué se puede esperar de las otras? Esto es subordinar a las organizaciones obreras de acuerdo con las necesidades del capital, cuando sólo las patronales dedicadas a alimentos y bebidas tuvieron un alza de ganancias del 37% gracias a la inflación de precios. Para la CTA, la inflación real es cuatro veces superior a la oficial y Hugo Yasky acaba de proponer un piso del 25% de aumento salarial, pero no hacen nada por ello. Peor todavía, la UOM de Villa Constitución, que es dirigida por la CTA, acaba de manifestarse junto a la patronal de la Federación Agraria, intentando compatibilizar la lucha de los metalúrgicos de Paraná Metal con los reclamos agrarios, cuando sabemos que éstos piden una devaluación del peso que hundiría más el salario. Increíblemente, los que se hacen llamar progresistas como Claudio Lozano y la nueva centroizquierda opositora encubren, en su alianza con Buzzi de la FAA, el programa de la devaluación.

Para nosotros, los sindicatos deben plantear claramente el problema del desempleo y de los salarios, en conjunto. Todo el mundo debe tener un trabajo. Pero esto debe ser acompañado con lo que llamamos la escala móvil de salarios, es decir, el reajuste automático de los sueldos según la inflación real, la que Moyano llamó la del «índice del ama de casa». Los trabajadores no podemos tolerar direcciones sindicales que justifiquen una baja continua del nivel de vida de los trabajadores, porque sino, ¿para qué están los sindicatos?

Estas consignas introducen una idea completamente distinta a la irracionalidad de la economía capitalista, basada en maximizar las ganancias, donde en tiempos de crecimiento exprimen a los trabajadores con jornadas agotadoras de trabajo y cuando ven amenazada su alta rentabilidad nos mandan al desempleo como sufrimos en los ’90 o chantajean para bajar el salario. Repartir las horas de trabajo disponibles entre toda la fuerza laboral, lo que llamamos la escala móvil de las horas de trabajo, y la escala móvil de salarios, son medidas que anuncian un nuevo tipo de sociedad, porque apuntan a una economía planificada de acuerdo a las necesidades de la clase trabajadora y las mayorías populares, y no en base al lucro de una minoría explotadora. Esto, que sólo puede ser aplicado en forma generalizada y duradera bajo el gobierno de los trabajadores, debemos empezar a plantearlo desde ahora al nivel de cada empresa y rama de la producción que se vea afectada por la crisis, promoviendo la elección de cuerpos de delegados donde estén representados efectivos y contratados.

LVO: ¿Cómo llevarlo adelante?

El PTS ha salido a propagandizar y agitar estas consignas ampliamente entre los trabajadores para crear un movimiento militante en la perspectiva de imponer una salida obrera a la crisis, que necesitará de otras medidas imprescindibles como la nacionalización de la banca, el comercio exterior, la gran propiedad agraria, la energía y el transporte bajo control de los trabajadores, para empezar. Para esta perspectiva es que planteamos a todos los sindicatos antiburocráticos, cuerpos de delegados y comisiones internas combativas, a toda la izquierda que participa de las organizaciones de la clase trabajadora y sus luchas, a impulsar un polo de agrupamiento nacional que podría reunirse en un Congreso o Asamblea nacional de trabajadores para disputar la dirección de los sindicatos a los dirigentes vendidos.

Junto a esto, vuelvo a reafirmar el debate que tenemos planteado con el Partido Obrero y todos los que luchan por la independencia de clase: construir una izquierda de los trabajadores, que luche por un gobierno y un programa obrero y socialista ante la crisis capitalista.