La semana estuvo impactada por la inundación. Mucho dolor por 6 muertes en Capital y 51 en La Plata. Y mucha discusión por las responsabilidades de los políticos lugareños, provinciales y nacionales.
La disuelta banda «Los Piojos» tiene un gran tema rockero, «Civilización», donde dice que Dios perdona al hombre a veces y la Naturaleza nunca. Lejos de echarle la culpa a esta última, Ciro apunta a la labor destructiva del hombre: «Un nuevo desierto, un nuevo granizo, saben quien lo hizo, anda por acá».
Que sirva como introito al análisis de las inundaciones en la Capital Federal y La Plata, que mataron respectivamente a 6 y 51 argentinos. Eso, con ser lo más doloroso, no agota los sufrimientos de miles de evacuados y gente que temió por sus vidas, perdió muebles y artefactos del hogar, y vio afectadas sus viviendas.
Las tragedias, antes que buscar los responsables, deben servir para medir cómo está de madura o podrida una sociedad. Y la Argentina está mucho mejor que diez años atrás. Eso se notó en la actitud comprensiva de gran parte de la sociedad, que sintió lo sucedido casi como si le hubiera pasado a ella, aunque esos solidarios no habrían leído la carta de despedida del Che Guevara a sus hijos donde les encomiaba que fueran capaces de sentir «en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo». La inundación no era una injusticia sino una desgracia de otros, pero el consejo guevarista parece aplicable a lo de estos días. Es que en estas catástrofes sufren más los que menos tienen, y en este aspecto también se trata de una injusticia.
El grueso de los argentinos se sintió conmovido y trató de colaborar, informarse, donar cosas y reclamar que las autoridades se pusieran a tono con los inundados, etc.
Casi no se registraron casos de pillaje. Hay que congratularse de vivir una época socialmente mucho mejor. Es destacable porque en general, en momentos de catástrofes y viviendo bajo el paradigma del capitalismo, lo usual es el «sálvese quien pueda». Esta vez no fue así.
Mejor Cristina
«La única verdad es la realidad» supo definir el general Perón. Aún con los riesgos del esquematismo -la realidad tiene varios aspectos y a veces predominan unos u otros-, ese criterio puede ser empleado para sopesar la emergencia.
La que sacó la mejor nota es la presidenta de la Nación. Se puso las botas de lluvia y se fue en helicóptero a recorrer La Plata, en su viejo barrio de Tolosa; luego estuvo en Barrio Mitre, de la capitalina Saavedra. Y no se quedó mirando desde el cielo sino que puso sus pies en el barro, como lo había hecho en 2009 durante el alud de Tartagal, y habló cara a cara con los vecinos. En algunas imágenes se podía vislumbrar que el diálogo no era dulce como la miel, por la legítima crispación de los inundados, pero lo importante es que Cristina Fernández estuvo allí. Para una jefa de Estado eso es un cable a tierra, aún cuando en estas coyunturas el cable pueda estar pelado y haya riesgo de alguna descarga eléctrica, políticamente hablando.
Mauricio Macri, en cambio, estaba vacacionando en Brasil y su segundo, Horacio Rodríguez Larreta en Europa. Faltaron en el crucial momento inicial, igual que el kirchnerista Pablo Bruera, intendente platense, también en Brasil.
Tuvieron que regresar con el apuro de los bomberos, pero ya era tarde. Se habían quemado en política. Y mucho más grave aún, los daños en vidas y bienes, no tuvieron en ese primer tramo ni el consuelo de esas autoridades.
Lo de Daniel Scioli se ubicó en una postura intermedia entre la buena performance de CFK y la pésima de Macri: mediocre, parejito y trabajador, tratando de quedar bien con mojados y secos, ricos y pobres, TN y Televisión Pública.
Actuar sobre las consecuencias
Frente a tanto dolor, lo primero era paliar al menos las situaciones más dramáticas, de los más afectados y pobres.
En esto picó en punta otra vez CFK, que por cadena nacional anunció un pago triple a los jubilados afectados y mejores similares para quienes cobran las asignaciones familiares, la AUH y el subsidio de desocupado. También habrá créditos de hasta 50.000 pesos a bajo interés para la refacción de viviendas inundadas y otros créditos por hasta 15.000 pesos para arreglos en casas de jubilados.
El impacto total para la caja nacional fue estimado en 2.000 millones de pesos, a lo que habrá que sumar lo dispuesto para la Capital por Macri, y confiar que en su caso no haya «subejecuciones» tan habituales cuando se trata de partidas de interés social.
Cuando suceden dramas no se puede empezar por el debate sobre las causas y eventuales responsables. Lo urgente es solucionar en parte las aristas más dolorosas. El gobierno nacional y en parte el de la provincia de Buenos Aires tuvo reflejos más rápidos para reaccionar positivamente. Eso es propio de la política, no una cuestión fisiológica. Lo de Macri fue lamentable. Lo de vago y mal entretenido parece estar en su ADN, cuando se disculpaba ante su amigo Jorge Rial con que es un hombre político que necesita descansar. Para mucha gente descansa mucho y debería trabajar un poco más…
Remover las causas
«Es una tragedia climática», definió el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con lo que -lejos de cualquier inclinación ecologista- estaba lavándose las manos como un Pilatos moderno. Es una de sus imitaciones más logradas, mucho mejor que la del gran Freddie Mercury.
Por supuesto que el cambio climático y las recurrentes lluvias, con sequías alternativas, es un problema real. No hay que remitirse a Macri, que no tiene escrita ni una línea, sino a alguien que el referente de la derecha detesta tanto. Fidel Castro, ya en la cumbre Eco-Río ’92, advirtió hacia dónde marchaba el planeta con el derroche, consumismo y atentado al medio ambiente propios del capitalismo salvaje…
La catástrofe porteña y bonaerense invita a revisar el estado de cosas de las cumbres climáticas mundiales que no han podido aprobar resoluciones de real cumplimiento para las grandes potencias culpables de esas alteraciones climáticas.
Y no es sólo cuestión de levantar el dedo acusatorio contra otros países. La contaminación del Riachuelo y otras cuencas, el modelo sojero con sus desmontes e impacto en lluvias más arrasadoras, la especulación inmobiliaria y construcción a como de lugar, las extracciones de las mineras, etc, todo eso también es «hecho en Argentina».
Limitaciones del modelo
En este punto las responsabilidades políticas no son sólo de Macri sino que tienen una envergadura nacional e involucranal gobierno de Cristina Fernández, como al de Néstor Kirchner y por supuesto a los anteriores, que ni siquiera tuvieron la sensibilidad de éstos.
Como les espetó a los oficialistas el arquitecto Rodolfo Livingston en el programa 678, ante la atenta mirada del ministro Julio de Vido, el modelo desarrollista que aquí se aplica, con producción de miles de autos por día, no es una forma de cuidar el medio ambiente. El cronista completa ese razonamiento: se fabrica casi un millón de autos al año, sin desarrollo del tren para todos, con diez terminales automotrices extranjeras y que dejan un déficit de la balanza comercial de 5.200 millones de dólares, porque importan el 60 por ciento de las piezas de esos autos.
Y hay que agregar otros elementos. ¿Cincuenta de toneladas de soja en 2012-2013, serán un aporte al ciclo normal de cultivos y a que el régimen de lluvias sea bien absorbido? Está claro que no, aunque la Mesa de Enlace y Clarín traten de disimularlo mucho y, en cambio, acusen a La Cámpora porque quienes repartían colchones y bidones de agua tenían remeras de la agrupación.
Hasta en eso hacen agua. El cronista revisó una foto de Télam: sobre 23 personas fotografiadas en el acarreo de esas donaciones, una tenía la pechera camporista y otra una camiseta de JP de Buenos Aires. ¿Tanto escándalo por eso? Las causas del drama están en otro lado, no en los jóvenes activistas, con remeras o descamisados, que daban una buena mano a los inundados.
Querían los marines
Clarín defendió cuanto pudo a su benefactor Macri y sus colegas de «La Nación» querían ver directamente a los marines patrullando en lanchas en La Plata.
No es una exageración ni ficción de este cronista. Carlos Pagni cuestionó ayer en aquella «tribuna de doctrina» pro-estadounidense que en la X Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, celebrada en octubre de 2012 en Punta del Este, la delegación argentina hubiera rechazado la oferta pentagonista. Las Fuerzas Armadas de EE UU propusieron intervenir con sus similares del continente en caso de «Desastres naturales», aún sin autorización de las autoridades nacionales.
Pagni se lamentó por el voto adverso de Argentina: «de no ser por aquellas prevenciones, los inundados de La Plata serían rescatados por helicópteros brasileños o estadounidenses, y gomones chilenos o -si no hay otro remedio- uruguayos. Pero no es posible. Deben arreglarse con lo que hay. Además de la soberanía cambiaria e hidrocarburífera, deberán aprender a valorar la ‘soberanía humanitaria'».
Habría sido «sobre llovido, mojado». Si además de la catástrofe de las aguas, hubiera habido bienvenida a los marines, entonces el país habría estado fondeado, en política, a 5.000 metros de profundidad del mar.
Fuente original: http://www.laarena.com.ar/