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Concertación, «no more» (y Cobos se vuelve al pago)

Fuentes: Rebelión

Después de que el radicalismo K confirmase, a través del subsecretario de relaciones institucionales de Cancillería, Horacio «Pechi» Quiroga, que Julio César Cleto Cobos estaría en vísperas de solicitar una audiencia con Cristina Fernández de Kirchner para «definir el futuro de la Concertación», parece claro, nomás, que la Concertación Plural, ese poco convincente armado electoral […]

Después de que el radicalismo K confirmase, a través del subsecretario de relaciones institucionales de Cancillería, Horacio «Pechi» Quiroga, que Julio César Cleto Cobos estaría en vísperas de solicitar una audiencia con Cristina Fernández de Kirchner para «definir el futuro de la Concertación», parece claro, nomás, que la Concertación Plural, ese poco convincente armado electoral del kirchnerismo de cara a las elecciones de octubre del año pasado, tendrá, después de todo, su entierro formal.

Será formal, en primer lugar, porque la Concertación, en tanto estructura de gobierno y discusión de ideas, nunca funcionó como espacio político. Los magros resultados obtenidos por los radicales K en sus propios distritos debilitaron la jugada del futuro ex vicepresidente, menoscabando sus posibilidades reales de constituirse en una fuerza política en condiciones de paridad con el kirchnerismo real. La dinámica interna de la reconstitución del PJ dejó en claro, tanto a propios como a ajenos, que Kirchner, avizorando tal vez algunos nubarrones en el horizonte, no veía a la Concertación como herramienta concreta de construcción de un espacio capaz de aglutinar al progresismo no peronista.

En segundo lugar, se trata de una formalidad en la medida en que el diálogo llega condicionado, tanto por los acontecimientos públicos, como por sus efectos. La Concertación feneció en el mismo momento en que Cobos votó en contra de la resolución 125, en un hecho inédito en la historia institucional de las democracias occidentales. Pero dicho voto, además, terminó de caldear los ánimos al interior del kirchnerismo, donde diversos sectores se hicieron eco de una larvada crítica a la conducción de la mesa nacional, que viene desde el mismo origen de la alianza con los radicales disidentes, por el manejo estratégico del conflicto agrario. Dirigentes tan diferentes como Miguel Ángel Picchetto, Carlos Kunkel, Luis D`Elía, Emilio Pérsico, etc. se quejaron en reiteradas ocasiones de la postergación de sus respectivos espacios políticos, decidida «desde arriba» por la mesa chica, siempre en aras de construir con sectores ajenos a la experiencia de gobierno K. Con el resultado del Senado puesto, esas voces se han hecho sentir con más fuerza aún, reclamando la liquidación, lisa y llana, de la entente con el sector liderado por Cobos.

Al mismo tiempo, desde el mismo día de su defección, el futuro ex vicepresidente ha emitido toda clase de gestos y señales hacia su viejo partido, tratando de lograr que se revea su suerte al interior de la UCR, luego de su inhabilitación de por vida por parte de la Convención Nacional. Constituido en el único presidenciable real del radicalismo de cara a 2011, Cobos sabe bien que debe maniobrar rápido, y en ese sentido, es de esperarse que la reunión le sirva como pretexto para darse por «marginado» de un gobierno en el que, en realidad, nunca se sintió muy a gusto, renunciar, y pasarse al barco de la oposición. Sabe bien el mendocino que el tiempo es su peor enemigo: si espera, su actual punteo positivo en ciertas encuestas se revertirá, y pasará a revistar en las filas del grupo de prometedores candidatos fallidos, junto a Juan Carlos Blumberg y Ricardo López Murphy.

La inminente salida de Cobos reabre, en el oficialismo, la pregunta del millón: qué lugar tendrán los diferentes actores en el armado del movimiento de ahora en más. Las pérdidas sufridas en el Parlamento parecen decantar en el «Peronismo Republicano», nombre de batalla de aquellos dirigentes desafectos al liderazgo kirchnerista, Duhalde, De La Sota, Busti, Rodríguez Saá y Reutemann, que buscarán presentarse ante la sociedad como una opción «alvearizada» del PJ conducido por la mesa nacional. A esta conducción paralela responde la corriente sindical del gastronómico Luis Barrionuevo, y no es improbable que se sumen otras figuras desplazadas, como el ex gobernador Felipe Solá.

En cierto sentido, debemos decir que es positivo que se produzca esta decantación. En 2005, el kirchnerismo había quebrado la hegemonía duhaldista en la provincia de Buenos Aires, pero sobre la base de la costura de un «duhaldismo a medida», resultado antes del acuerdo con dirigentes de dudosa prosapia que de la integración de un espacio medido por convicciones comunes. Dicha costura ha estallado luego del desastre sufrido por el oficialismo en la Cámara Alta, pero, después de todo, el panorama no es tan oscuro: los 129 Diputados que dieron media sanción a la resolución, más los 36 senadores que acompañaron su paso por la cámara revisora, constituyen una fuerza legislativa que el gobierno puede, con todo derecho, considerar como propia -al menos, hasta que nuevas elecciones le permitan ir oxigenando el Parlamento-.

Por su parte, los movimientos sociales, que no vieron realizadas sus aspiraciones en la conformación de las listas durante las últimas dos elecciones nacionales, han demostrado, en los episodios recientes, ser una fuerza política real, capaz de rivalizar, e incluso superar en convocatoria, al aparato de los intendentes y a los sindicatos.
Finalmente, queda por ver la forma que adoptará la convocatoria del kirchnerismo hacia los sectores no peronistas del progresismo argentino, representados, entre otros, por los intelectuales del encuentro «Carta Abierta». Esta es, sin dudas, una de las incógnitas más importantes de la nueva etapa que se abre: ¿será el kirchnerismo capaz de ofrecer, a los diversos sectores que lo apoyaron, una alternativa de tipo orgánico convincente? ¿Quiénes serán sus referentes? No siempre el futuro se muestra tan indiscernible, pero ello no resulta un obstáculo para afirmar que, necesariamente, la etapa que se abre traerá muchas sorpresas, junto a algunos cambios que hace rato eran reclamados por quienes apoyamos a este proyecto, con todas sus virtudes y con todos sus errores.