Nos encontramos ante las puertas de un proceso electoral que marcará tendencias hacia el 2011. A pesar del injustificable adelanto de las elecciones, estamos mejor preparados para competir y profundizar la propuesta de Proyecto Sur; una alternativa a las políticas neoliberales que nos saquean y a las dos derechas del bipartidismo que lo permiten. Una […]
Nos encontramos ante las puertas de un proceso electoral que marcará tendencias hacia el 2011. A pesar del injustificable adelanto de las elecciones, estamos mejor preparados para competir y profundizar la propuesta de Proyecto Sur; una alternativa a las políticas neoliberales que nos saquean y a las dos derechas del bipartidismo que lo permiten.
Una vez más, el oficialismo y sus aliados intentan hacernos creer que el enemigo es sólo una parte de la derecha económica y política y no los dos brazos con que opera el modelo neoliberal agro-minero-exportador: el Partido Justicialista y la alianza UCR-Coalición Cívica. Sus diferencias no son económicas, sino políticas: siguen siendo la alternancia gerenciadora del sistema neocolonialista imperante, después de traicionar las causas fundantes de Alem, Yrigoyen y Perón. Cómplices de los grupos económico-financieros dominantes, del poderío de los EE.UU., del FMI y del Banco Mundial, las distintas expresiones del bipartidismo son responsables de la crisis y la degradación argentina.
En su momento, un artículo mío publicado en Página 12 («Oro, hambre, saqueos y complicidades», el 5 de enero pasado) provocó diversas respuestas, sin que ninguna contestara su denuncia principal: el hambre es un crimen evitable y consentido porque el país tiene los recursos para acabar con él. Algunos compañeros se molestaron porque no mencionaba los logros del Gobierno, como si cada vez que se critica sea necesario recordarlos. Los he ponderado innumerables veces en los medios y en notas, por honestidad política e intelectual. Queremos debatir con sinceridad, sin que recorten declaraciones o las saquen de contexto. Jamás dije que «Kirchner es Menem» o que «el kirchnerismo es la continuidad del menemismo», porque en lo político -derechos humanos, relaciones exteriores, justicia- tienen grandes diferencias. Reitero lo dicho: Néstor y Cristina continúan el modelo agro-minero-exportador de Menem y profundizaron las prebendas a la «patria subsidiada». Otros amigos se enojaron porque traté a Kirchner de traidor. No tuve ánimo de ofenderlo: él se puso junto a Menem y a contracorriente de la ola latinoamericana de recuperación de los recursos. Una buena política de derechos humanos no justifica la entrega ni la «ley corta» (Nº 26.167/1/2007) que le pasó el dominio de los yacimientos a las provincias, traicionando la línea histórica de Yrigoyen, Mosconi, Perón a Illia, para quienes los hidrocarburos eran de la Nación.
El resultado fue que, en vez de obligar a las petroleras a cumplir las inversiones, se prolongaron las concesiones por 30 años. Fue el mayor golpe económico que sufrió la Argentina desde Menem. Hagamos la cuenta: tomando la producción actual de 230 millones de barriles anuales y el valor del crudo a una media de u$s 50 el barril y lo multiplicamos por 30 años, dan u$s 345 mil millones, a los que debe sumarse un 45 por ciento más del gas. Una descomunal transferencia de riqueza superior a los u$s 500 mil millones -sin contar que el crudo subirá en los próximos años-, más que suficiente para acabar con el crimen del hambre, la indigencia y desarrollar el país. Es un recurso que le pertenece a nuestros hijos y se entregó sin necesidad: la Nación y las provincias podían recuperar los yacimientos por los incumplimientos o cuando vencieran las concesiones en el 2017 y reconstruir una empresa petrolera nacional. Estos temas no pueden silenciarse: fueron y son políticas del Gobierno. Somos el único país del mundo que permite a las petroleras concentrar el ciclo total de explotación. Sin debidos controles públicos: extraen, transportan, refinan y venden. La estafa fiscal es inmensa. En minería es peor: premian las exportaciones con subsidios del 2,5 al 7 por ciento y pueden dejar fuera del país el 100 por ciento de sus ventas. ¿No se parece al viejo Potosí? Los recursos son de todos y deben cuidarse entre todos. Sin reconstruir una ética pública, no llegaremos a la Argentina que soñamos.
¿He querido decir que todo lo que hizo el Gobierno está mal como dicen Carrió, Morales y Macri? Lejos de estos ánimos «destituyentes», defendemos la continuidad republicana del Gobierno y el legítimo derecho del Estado de fijar las políticas distributivas. Con la misma firmeza con que criticamos las complicidades del gobierno K con el saqueo de nuestras riquezas, defendemos sus aciertos y apoyamos en el Congreso sus buenas iniciativas -ante las AFJP, la reforma de la ley de radiodifusión, recuperar la fábrica de aviones de Córdoba-, porque lo que es bueno para la Nación y para el pueblo, es bueno para Proyecto Sur.
Lo que nos ocupa ahora no es el pasado, sino el desafío de construir lo que falta: el movimiento político, social y cultural que pueda derrotar la cultura de la entrega y la derrota y pueda transformar en paz nuestra Argentina. Frente al temor al cambio, la resignación o el posibilismo, planteamos objetivos emancipatorios, democráticos y participativos. Pero, ¿por dónde pasa esta alternativa? Sectores progresistas y neokirchneristas plantean que, como no hay nada a la izquierda de Kirchner, hay que apoyar al Gobierno para evitar que avance la derecha y criticarlo desde adentro para que corrija el rumbo. Así, en mayo de 2007, todos se unieron detrás del Frente para la Victoria para derrotar a Macri, mientras daban luz verde a la reprivatización de Cerro Dragón y la Ley Antiterrorista. Creemos que esta posición es un error y un grave olvido: Kirchner preside el PJ, partido que nuclea a quienes remataron los bienes de los argentinos y hace de lo público asunto de negocios privados. Su pragmatismo político no tiene principios: es válido abrazarse con Barrionuevo, Saadi o Gioja. Así le fue en Catamarca. No pueden hacernos creer que la derecha es sólo la Sociedad Rural. ¿Qué son acaso las grandes corporaciones petroleras, mineras, agroexportadoras y financieras? ¿Debemos cosificar la historia y estar a la zaga de un gobierno aliado a esta gran derecha? A pesar de la quiebra global, en nuestro país los bancos fueron el sector que más ganancias obtuvo en 2008 por las tasas usurarias que siguen cobrando con la vista gorda del Gobierno.
Sabemos que las alternativas no nacen espontáneamente, se las construye con obstinación, coherencia y principios. Es lo que venimos haciendo desde agosto del 2007 con Proyecto Sur. Parecía empecinado y suicida, pero demostró que un importante sector de nuestra sociedad lo esperaba. Las movilizaciones y luchas sociales de los últimos 20 años enseñaron que sin construir una fuerza propia, sin disputar poder político, los esfuerzos son capitalizados por otros. Hoy seguimos construyendo una fuerza alternativa que uniendo culturas nacionales, progresistas y de izquierda, se prepara para reemplazar al bipartidismo y llegar al gobierno. Tarea ciclópea que sólo podrá llevarla a cabo un grandísimo movimiento y es lo que debemos realizar entre todos. Hemos vuelto a la política no por una elección, sino para realizar el Proyecto Sur. Participaremos en los futuros comicios hasta lograrlo: 2009, 2011, 2013, 2015, etc. Estamos creciendo en las provincias y el 28 y 29 de marzo celebramos el primer congreso nacional. Desde estos objetivos, va nuestro mensaje fraterno: a los militantes sociales y territoriales que aún desconfían de la política; a los compañeros que siguen en sus casas; a todos los trabajadores, jóvenes y mujeres que guardan la esperanza; a los investigadores y técnicos; a los grupos de artistas e intelectuales, a Carta Abierta y a todos aquellos que deseen aportar les decimos: encontrémonos con amistad y modestia, tomémonos un matecito y construyamos juntos la alternativa que el país necesita
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