«El peronismo será revolucionario o no será nada» Eva Duarte de Perón «Yo nunca pretendí ser revolucionaria, siempre fui peronista» Cristina Fernández de Kirchner El pasado 20 de mayo la Presidente Cristina Kirchner manifestó malestar por las denuncias judiciales contra su persona, como así también por las causas abiertas al Vicepresidente Amado Boudou. A […]
«El peronismo será revolucionario o no será nada»
Eva Duarte de Perón
«Yo nunca pretendí ser revolucionaria, siempre fui peronista»
Cristina Fernández de Kirchner
El pasado 20 de mayo la Presidente Cristina Kirchner manifestó malestar por las denuncias judiciales contra su persona, como así también por las causas abiertas al Vicepresidente Amado Boudou. A ella le toca una denuncia por los delitos de «abuso de autoridad, incumplimiento de deberes de funcionario público y daño ambiental en grado de tentativa», todo esto en relación al decreto por el cual se creó el «Régimen de Promoción de Inversión para la Explotación de Hidrocarburos» y la denuncia sostiene que esa norma se sancionó «con la clara intención de beneficiar a Chevron en la explotación del yacimiento Vaca Muerta» en abierta violación de la ley de hidrocarburos.
Se mostró públicamente disgustada al manifestar «¡Cuánto tiempo perdido, cuántas cosas mal vendidas, cuánta administración fraudulenta en contra de los intereses del Estado! Sin embargo, no se escuchaban tantas voces, ni tantas denuncias, ni tantas medidas cautelares durante los años en que se entregaba vergonzosamente el patrimonio nacional de los argentinos». Por lo visto la Presidenta dirigió estas palabras a argentinos desmemoriados y a los jóvenes menores de veinticinco o treinta años que no vivieron la época de la «vergonzosa entrega».
Quien tenga algo de memoria recordará que el gobierno de Carlos Menem, durante los años 90 en que se remató nuestro patrimonio colectivo, contó con el apoyo incondicional del matrimonio Kirchner, Néstor como gobernador de Santa Cruz y Cristina como legisladora de esa provincia, «acompañando el proceso de transformación y cambio que la República Argentina debe llevar adelante», gustaba decir Néstor Kirchner.
El más valioso patrimonio nacional entregado fue, sin duda alguna, Yacimientos Petrolíferos Fiscales. La destrucción de YPF comenzó durante la dictadura de Videla y Martínez de Hoz a través de 427 operaciones de endeudamiento. La deuda de la más grande empresa argentina llegó a constituir más del 17% del total de la deuda externa (declarada ilegal por la Justicia Federal) que nos legara la dictadura.
Lamentablemente esto fue sólo el inicio de la etapa de despojo; terminado el mandato de Raúl Alfonsín y ante una población golpeada tanto por la represión como por la inflación, no le resultó difícil a Carlos Menem argumentar que el Estado era incapaz de manejar compañías de semejante magnitud y que no había más remedio que entregarla al capital extranjero. El aval del gobernador de Santa Cruz fue indispensable para aprobar la privatización (el miembro informante en el Congreso fue Oscar Parrilli, actual Secretario General de la Presidencia). El atractivo que ofreció el gobierno nacional fue el de las regalías petroleras para esa y otras provincias productoras de crudo. Desde su lugar como legisladora provincial, Cristina Kirchner llamó a sus colegas a apoyar la privatización. Fue en su actual gestión como Presidenta que YPF terminó vaciada por la española Repsol, empresa a la que por haber sido expropiado su paquete accionario, se indemnizará con 11.000 millones de dólares, entre capital e intereses, sin haberse realizado una verdadera auditoría de los pasivos ambientales.
Como corolario de todo esto, gracias al decreto de la Presidenta cuestionado por la Justicia, se firmó un acuerdo secreto entre YPF y la multinacional Chevron, demandada por el gobierno ecuatoriano por grave contaminación, considerada como uno de los mayores desastres ambientales del planeta; con este antecedente, esta empresa operará en el yacimiento Vaca Muerta con la controvertida técnica del fracking, prohibida en algunos países europeos y varios estados norteamericanos.
Hasta aquí una breve reseña de la participación de los Kirchner en el vaciamiento y entrega de YPF. Resulta necesario recordar que el apoyo que brindaron a Carlos Menem abarcó a las demás privatizaciones, como Gas del Estado, Obras Sanitarias de la Nación, correo, ferrocarriles, teléfonos, electricidad, etc. Lo hicieron con la mirada complaciente de la «oposición» parlamentaria que aprobó, en su momento, la ley de reforma del Estado, sin la cual hubiera resultado imposible la entrega del patrimonio nacional. De ahí se explica el actual silencio ante las palabras tan cínicas de nuestra Presidenta y el vacío de propuestas de los candidatos presidenciables quienes, en su mayoría, ya rindieron examen en su paso ante el «Consejo de las Américas» de David Rockefeller.
La entrega sigue, sin solución de continuidad, a través de los ignominiosos acuerdos con la Barrick Gold, Cargill, Procter & Gamble (P&G), Walmart y Monsanto (a este último ofreció la Patagonia durante un almuerzo en junio de 2012 en Nueva York). A pesar de todo esto, Cristina Fernández de Kirchner sigue negando ser Presidenta de las multinacionales.
Carlos Mario Martínez es integrante del proyecto de comunicación alternativa»Al Dorso»
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.