Recomiendo:
1

Las elecciones presidenciales en México 2024

Continuidad del proyecto capitalista dependiente mexicano

Fuentes: Rebelión

En México se realizarán elecciones presidenciales el 2 de junio de 2024. Con una población total en este año de 129, 076, 767 habitantes, el padrón electoral oficial suma 100 millones, 184 mil 305 empadronados.

Se disputan la Presidencia de la República, 64 senadurías por el principio de mayoría relativa, 32 senadurías por el principio de representación proporcional, 32 senadurías de primera minoría, 300 diputaciones por el principio de mayoría relativa y 200 diputaciones por el principio de representación proporcional.

Los principales partidos que contienden son el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que, en conjunto, conforman la oposición al gobierno federal aglutinada en la Coalición Fuerza y Corazón por México. Por el otro lado los partidos Morena el Partido del Trabajo (PT) y el Verde Ecologista (PVEM) se registraron bajo el nombre Coalición Sigamos Haciendo Historia. Un tercer candidato pertenece al llamado Movimiento Ciudadano (MC) que lanza la candidatura de Jorge Álvarez Máynez un integrante de esa formación política hasta hace poco tiempo desconocido y con pocas probabilidades de ganar la elección presidencial.

En el espectro electoral formal se dice que se estarían enfrentando, por un lado, la derecha y ultraderecha representada en la Coalición Fuerza y Corazón por México y, por el otro, el presunto progresismo, aunque de no de izquierda como se afirma, de la Coalición Sigamos Haciendo Historia, mientras que el llamado Movimiento Ciudadano pretende colocarse entre ambas coaliciones políticas.

Aunque hasta ahora no se han esbozado los respectivos programas y políticas de gobierno, el común denominador es el continuismo en el caso de Morena y de la reafirmaciones franca y abierta de las políticas neoliberales por parte de la coalición de la derecha cimentadas en el mercado, la libre empresa, la inversión extranjera y las privatizaciones.

La política gubernamental del gobierno saliente se ha caracterizado por ser una mezcla de desarrollismo de los años setenta y de neoliberalismo con la imposición del Tratado de Libre Comercio México Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que rige y regula la dependencia histórico-estructural en nuestro país.

Las principales encuestas dan una amplia ventaja a la candidata de Morena a la presidencia, la señora Claudia Sheinbaum, en parte gracias a la labor promocional del propio presidente a través de sus conferencias matutinas, de entre 20 y 30 puntos, por lo que se ha creado un alto optimismo en su triunfo. La candidata de la derecha (¡se dice que es una contienda entre mujeres!), Xóchitl Gálvez, hasta ahora, ha ido remontando esa ventaja, pero es difícil marcar hoy una tendencia.

De cualquier manera, con toda la carga subjetiva, ideológica y política que implican, las encuestas son solo testimonio del momento en que son aplicadas y nada más. Y ahí están los casos recientes de la Argentina con Milei y, antes, con Guillermo Lasso en Ecuador. No hay nada escrito, todo dependen de las convulsiones políticas, de las luchas de clases y de los cambios sorpresivos, de última hora, del comportamiento de los electores.

En la anterior contienda electoral 2018 hubo alrededor de 30 millones de ciudadanos que se abstuvieron en su voto. Esa multitud ahora nadie sabe cómo se va a comportar en la elección del 2 de junio. Lo cierto, es que es un universo que puede cambiar la geometría electoral a favor o en contra de cualesquiera de las coaliciones.

Hasta ahora el tema más sentido y sensible para la mayoría de la población mexicana es la violencia y la inseguridad frente a la proliferación de las bandas criminales del narcotráfico y que el gobierno, en casi 5 años de su gestión, ha dejado mucho que desear. Homicidios, feminicidios, desapariciones forzadas, masacres, juicios sumarios, choque entre bandas del narcotráfico y entre estas y el ejército federal, el incremento de las migraciones, constituyen la realidad cotidiana de México.

Si bien se dio cierta recuperación de los empleos perdidos durante la pandemia del coronavirus, particularmente en lo que respecta a trabajo asalariado remunerado con prestaciones de ley, sin embargo, la precariedad laboral, salarial y la informalidad acusan altos índices en promedio. La estadística oficial de INEGI por regla general no computa del índice de desempleo y subempleo, sino la tasa de desocupación promedio que es un indicador más generoso que no da cuenta cabal de la población real sujeta al desempleo y desocupada, por lo que México quizás arroje la tasa de «desempleo» «más baja» del mundo. Cuestión absurda que no se compagina con la realidad social y laboral, ni con los miles y miles de personas que todos los días deambulan por las calles del país y de la ciudad de México en busca de alguna actividad que les permita sobrevivir.

El gobierno actual, desde un principio, impulsó los famosos «programas sociales:

  • Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores.
  • Sembrando Vida.
  • Jóvenes Construyendo el Futuro.
  • Beca para el Bienestar Benito Juárez de Educación Básica.
  • Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños Hijos de Madres Trabajadoras
  • Producción para el Bienestar.
  • Crédito Ganadero a la Palabra.

Muchos de estos programas, generalmente recomendados por el Banco Mundial para tratar de paliar un poco la pobreza extrema y la marginalidad social, pero sin resolverla de raíz, ya eran preexistentes y habían sido implementados por los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN. Al respecto no hay nada nuevo.

En una simplificación extrema muchos llegaron a identificar la llamada Cuarta Transformación (4T) (que no pasa de ser un lema de campaña y de gobierno) con proyectos extractivistas como el llamado Tren Maya, la refinería Dos Bocas, el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles o el Corredor Interoceánico, entre otros. Pero no se verificaron reformas estructurales a fondo, como la reforma fiscal al gran capital nacional y extranjero, ni se planteo al país la realización de una Asamblea Constituyente que hubiera servido de plataforma para el despegue de la 4T. Esto ni siquiera lo contempló el gobierno por razones que no quedaron claras, a pesar de que la actual constitución política, si bien con múltiples reformas, data de 1917.

La contienda electoral del 2 junio de 2024 promete ser competitiva en el sentido de la participación ciudadana, pero cualquiera que sea la coalición ganadora, sea la del neoliberalismo a ultranza o la del neoliberalismo remozado con tintes desarrollistas y progresistas, el proyecto capitalista dependiente mexicano tendrá continuidad en la medida en que las clases sociales y las fuerzas dominantes comprometidas no están involucrados en su transformación.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.