«El kirchnerismo nunca se propuso transgredir los límites del sistema»Jorge Beinstein Últimamente es frecuente encontrarse con artículos que refieren al fin de la época de los gobiernos progresistas en Latinoamérica y del mismo modo otros artículos que niegan o minimizan esta posición analítica. Al menos y en concreto en Argentina encontramos la constatación de la […]
Jorge Beinstein
Últimamente es frecuente encontrarse con artículos que refieren al fin de la época de los gobiernos progresistas en Latinoamérica y del mismo modo otros artículos que niegan o minimizan esta posición analítica.
Al menos y en concreto en Argentina encontramos la constatación de la tesis del agotamiento, de sus límites, de las experiencias políticas gubernamentales progresistas.
Nos tentamos a realizar muchas preguntas sobre esta experiencia argentina. ¿Cuál fue el motivo primordial de su agotamiento? ¿Poseen en sí mismo su capacidad acotada?
¿Pudieron haber generado condiciones para escapar de sus limitaciones?
Pensamos que es pertinente echar un vistazo al Cooperativismo, entre el final y el comienzo de épocas en Argentina.
Recordemos que nuestra mirada sobre estos fenómenos socio-económicos y políticos desarrollados desde el Estado las enfocamos desde la Doctrina y la ciencia, tal como la juzgaron los Probos Pioneros de Rochdale sobre la realidad inglesa del siglo XIX y en función a conclusiones negativas se impusieron la tarea de fundar su organización cooperativa.
En Argentina hubo políticas de apoyo a la denominada Economía Social, pero está claro que la efectuaron desde una concepción asistencialista, paternalista, desde el «abrazo que ahoga».
Estas breves notas nos llevan necesariamente a penetrar un poco más profundamente, aunque de manera acotada, dado el espacio de un artículo: El gobierno saliente no impulsó ni produjo innovaciones determinantes para socavar el sistema económico capitalista dependiente argentino, de tal manera que la economía social pudiera ir paulatinamente ganando terreno.
Implantó programas nacionales de cooperativas de trabajo sujetas a los municipios, politizadas e inhabilitadas de autonomías e independencia, sin posibilidades de acceder a cursos de educación doctrinaria y empresarial que permitiese construir una conciencia cooperativista sólida.
Introdujo sí, planes sociales y educativos que contuvieron a vastos sectores desposeídos logrando inclusión, cuestión a ponderar entusiastamente por su importancia relevante.
Pero no organizó las condiciones concretas para producir movilidad y ascenso social bajo una concepción económica de superación capitalista. No logró instituir una poderosa educación cooperativa escolar y universitaria que permitiera el surgimiento de líderes y educadores formados estratégica y tácticamente. Recordemos que Perón incluyó al cooperativismo escolar en el Segundo Plan Quinquenal buscando desterrar la mentalidad individualista «base del capitalismo para su reproducción», según sus propias palabras.
Renunció a avanzar jurídica, política y estratégicamente en su apoyatura a las fábricas recuperadas, claudicando así en un armado compacto de la economía social como bastión de un cambio transformador en la estructura económica.
Un costado político que restó en vez de sumar fue el hecho de no alinear y disciplinar estratégicamente a gobiernos provinciales con claros sesgos de feudalismos, quienes acataron, pero no cumplieron, los lineamientos del impulso a la economía social, cercenando así una construcción territorial amplia y dinámica.
Está probado, por su reiteración, que el estancamiento de un proceso social alternativo favorable al pueblo, es, cuanto menos, contraproducente, aburrido y despierta actitudes desesperanzadoras y derechistas, tal vez allí esté parte de la explicación de la derrota electoral.
Del nuevo gobierno aún no sabemos a ciencia cierta su programa para la economía social y para la educación cooperativa escolar y universitaria en particular.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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