La semana que pasó dejó en evidencia, tal vez como nunca, la poderosa maquinaria tripartita de poder en la Argentina que funciona de forma coordinada: el Gobierno, los actores de la Justicia y los medios concentrados. Al megaescándalo mundial sobre los papeles de Panamá en el que se involucró al presidente Mauricio Macri entre tantos […]
La semana que pasó dejó en evidencia, tal vez como nunca, la poderosa maquinaria tripartita de poder en la Argentina que funciona de forma coordinada: el Gobierno, los actores de la Justicia y los medios concentrados. Al megaescándalo mundial sobre los papeles de Panamá en el que se involucró al presidente Mauricio Macri entre tantos otros funcionarios, empresarios y celebridades del mundo con empresas offshore en paraísos fiscales y el papelón de la prensa hegemónica para acorazar al mandatario argentino y sacarlo de sus portadas informativas, se le sumó la maniobra judicial sobre la detención de Lázaro Báez y su contador, y la imputación a la ex presidenta Cristina Kirchner y al ex ministro Julio De Vido por la causa de lavado de dinero. Todo en la misma dirección. En el medio, otro sector de la Justicia de signo opuesto había imputado, el jueves 7 de abril, a Mauricio Macri.
La defensa de Macri sobre el escándalo de las filtraciones fue tibia desde un inicio: ensayó un módico descargo desde el diario cordobés La Voz del Interior, propiedad del multimedios Clarín, y del resto se encargaron algunos de sus funcionarios, entre los que descolló Laura Alonso quien, como titular de la Oficina Anticorrupción, intentó una precipitada y desopilante defensa del presidente: no es delito tener una empresa en un paraíso fiscal.
Una vez más, el diario La Nación y el multimedios Clarín se han ocupado de blindar al mandatario, ya sea subestimando la magnitud de la denuncia y confinándola a espacios menos relevantes de su grilla, ya priorizando sus propias agendas. Mientras los medios del mundo detallaban en sus portadas los pormenores del escándalo de las filtraciones, la prensa canalla local escondía la basura debajo de la alfombra. Hasta el diario alemán que inició la investigación, Süddeutsche Zeitung, se mostró sorprendido por la cobertura sobre el presidente argentino en el escándalo: el periódico que recibió los documentos en primera instancia se extrañó de que a Macri «lo trataran muy bien los grandes medios«, cuando «a su antecesora se la sometía a fuertes presiones para que deje el cargo«, y se sorprendió de que en muchos diarios y canales de televisión le dedicaran tanto o más lugar al ex secretario de Néstor Kirchner, también implicado en la denuncia, que a las firmas en las que figura Macri. El diario The New York Times, por su parte, consideró que el caso del presidente argentino representa una de las «acusaciones más graves» reveladas por la investigación, y resaltó que tanto el mandatario como otros altos líderes políticos usaron los paraísos fiscales para «proteger su vasta riqueza«. A su vez, el portal francés Liberation también hizo foco en la responsabilidad de Macri en una nota titulada «Fútbol y evasión fiscal, los dos deportes nacionales en Argentina«, en la que asegura que los argentinos están azorados de que «su flamante presidente, quien se proclama portavoz de la lucha anticorrupción» haya aparecido en los documentos denunciados. También la cadena CBS colocó a Mauricio Macri en el podio de las acusaciones, al poner su foto junto a la del presidente de Ucrania y a la del rey de Arabia Saudita, bajo el título: «Anillo de corrupción«.
La aparatosa detención de Lázaro Báez y su contador Pérez Gadín fueron el pretexto perfecto para desvanecer en las portadas y agendas de los medios concentrados la sensible denuncia contra el presidente. La captura del empresario -bajo el pretexto de sospecha de fuga- se llevó a cabo el martes 5 de abril, cuando el escándalo internacional por la filtración que involucró a Macri estaba candente en la prensa mundial. La detención de Lázaro Báez era inminente y estuvo definida de antemano: sólo había que esperar que transcurrieran los primeros ecos del escándalo Panamá Papers para ejecutarla. El día anterior, tal cual declaró el periodista Néstor Expósito en el programa Mañana Sylvestre -que se emite por Radio del Plata-, un diputado del partido oficialista Cambiemos lo había interrogado acerca de la probable detención del empresario el día martes 5 de abril. Es decir, si se corrían rumores sobre el arresto es presumible pensar que la decisión de detenerlo fue anterior a la sospecha de fuga. No se juzgan aquí los procederes y actitudes del empresario Báez, sino el timing de la prensa y de algunos sectores del Poder Judicial interesados en embarrar la cancha, confundir a la sociedad y ocultar el affaire de las filtraciones.
Hace meses era vox populi que ciertos actores del Poder Judicial en la Argentina irían a lanzar una ofensiva contra la ex presidenta y algunos funcionarios y empresarios que actuaron bajo el anterior Gobierno. Ahora se sabe también que los nombres de los involucrados en los Panamá Papers se conocían ya desde algún tiempo atrás. Esta información permitió a la Triple Entente -gobierno, medios hegemónicos y ciertos alfiles del Poder Judicial- proyectar el doble objetivo: ejecutar su dulce venganza a la vez que guardar sigiloso silencio sobre la corrupción propia. El escándalo Macri y el de algunos de sus funcionarios apenas despunta en el horizonte. Pero ese es uno de los vértices de la madeja: también parece necesario evitar que -tal cual figura en el portal Open Corporates- las empresas Agea Inversora y Semar Inversora, ambas asentadas en Panamá, que tienen entre sus integrantes al CEO de Clarín y otros dos caciques del multimedio y que siguen vigentes a la fecha -según el Registro Público de ese país- pasen inadvertidas y duerman el sueño de los justos. Hasta uno de los operadores estrella de esa corporación mediática, Jorge Lanata, fue denunciado por Ramón Fonseca -uno de los directivos de la firma panameña de la que salieron los datos de la investigación Panamá Papers– de haber recibido dinero del buitre Paul Singer para activar una investigación en contra de la administración política anterior.
Todo esto en medio de una crisis económica y social como hacía tiempo no vivía la Argentina. La imputación a la ex presidenta Cristina Kirchner -seguida de una cobertura mediática espectacular- terminó por hacer invisible en la prensa hegemónica el escándalo Macri. La maniobra de distracción, oportunismo judicial mediante, parece de manual. Un manual que los argentinos ya deberíamos conocer de memoria.
Gabriel Cocimano (Buenos Aires, 1961) Periodista y escritor. Todos sus trabajos en el sitio web www.gabrielcocimano.
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