Transitamos momentos complicados en la Argentina: La pandemia y la pobreza crecen, el Fondo Monetario Interancional (FMI) nos aprieta por las deudas que quieren cobrar y el ajuste que demandan. Este gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner vive un momento de la economía mundial que tiene semejanzas con los tiempos de Néstor y Cristina Kirchner, pero también se observan grandes diferencias.
En el aspecto económico la mayor semejanza es que se repite el fenómeno de gobernar en tiempos de auge de los precios internacionales de los productos primarios. Eso, para un país agroexportador, aunque es peligroso para el largo plazo es bueno en la coyuntura. Su resultado es que para una economía necesitada de divisas le entran dólares.
En estos días, los precios internacionales de la soja y el maíz, dos de los principales cultivos que mantienen viva a nuestra economía, registran los más altos valores de los últimos años. Pero por ahí terminan los aspectos positivos de la economía macro y nos quedan los datos duros de lo que nos demanda el FMI en medio de una realidad socio-económica y sanitaria que se va haciendo crítica.
Pobreza e ingresos
Esta semana tomaron estado público los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), producida por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), con las cifras del segundo semestre del 2020. El dato más global y significativo es el crecimiento de 6,6 puntos de la pobreza respecto de igual período del 2019.
Ésta llega al 42% de la población sumando 19,4 millones de personas, 3 millones más que un año atrás. Cuando se la mide respecto a los menores de 14 años la cifra sube a 57,7%. No son mejores los datos salariales donde se observa, comparando enero 2021 con diciembre 2020, un crecimiento de 3,3%, mientras que la inflación subió un 4%, con lo que se suman 35 meses consecutivos de caída de ingresos.
Tomado todo el año 2020 resulta que los salarios crecieron un 29,6% y la inflación un 38,5%. Por último, recordemos que el PBI del año 2020 retrocedió un 9,9%.
Desde el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) complementan la información del INDEC. Estiman que la pobreza está en el 44% y que, en los menores de 17 años, ella llega al 60%, agregando que más del 50% del conurbano bonaerense está bajo la línea de pobreza.
Apuntando a la profundidad de esos números, agrega que el achicamiento de la economía en los últimos tres años alcanzó al 15%. En ese sentido destacan que la transferencia de ingresos hacia los sectores más pobres se da por el auxilio estatal y no por la producción, que permita una creación de empleos.
También señalan que volver al estado de prepandemia no será fácil. Que hay un núcleo duro de pobreza que ronda el 38%, unos 15 millones de personas en la pobreza, cifra de la cual parece difícil bajar.
Pandemia: la segunda oleada asoma en el horizonte
La segunda oleada ya viene asomando. Si bien los especialistas evalúan que faltan varias semanas para la llegada de los momentos críticos (esperables entre la segunda y cuarta semana de mayo) ya estamos transitando cifras que indican un notorio crecimiento.
Los infectados crecieron más del 60% respecto a los datos de dos semanas atrás; el número de fallecidos creció -en el mismo período- en un 5%.
En materia de vacunaciones se sigue avanzando de un modo constante, aunque lento. Los vacunados con la primera dosis llegan al 7,6% de la población y el 1,5% recibió la segunda
El abastecimiento de vacunas continúa siendo deficiente, no obstante que, de los laboratorios de Astra-Zéneca, salieron al exterior la cantidad de insumos básicos más que suficientes para las 22,4 millones de dosis que el Estado argentino le compró al empresario Hugo Sigman.
Por eso crecen los reclamos para que no se permita que sigan sacando del país dichos componentes.
El gobierno se encuentra frente a un complejo problema. Debería preparar férreas restricciones a la circulación pero tropieza con dos dificultades. Una que –ahora- priorita mantener la actividad económica, ante la gravedad de la situación social. Otra, advierte que la población está poco dispuesta a cumplir nuevas restricciones por las idas y vueltas planteadas desde el gobierno.
Fmi: ajuste en marcha y las contradicciones del gobierno
A nadie le caben dudas que el FMI es un protagonista más de la crisis que atraviesa Argentina. Para un sector del gobierno, incluido el ministro de Economía Martín Guzmán, es parte de la solución. Mientras que para otros, Cristina entre ellos, es parte del problema. Para el Presidente, puede ser una cosa y la otra, según los momentos.
La síntesis es que la negociación con el Fondo, que debía terminar en marzo, ahora está congelada. Eso es así por dos razones complementarias: los tiempos del proceso electoral y las contradicciones al interior del gobierno.
La relación de Argentina con el FMI no es una relación cualquiera. Ambos son rehenes de ese vínculo. Un solo dato explica la importancia de dicha relación: La deuda que Argentina tiene con el FMI es equivalente a la que suman los cinco países que lo siguen en los montos del endeudamiento (Egipto, Ucrania, Pakistán, Grecia y Sudáfrica).
El Fondo ayudó a la Argentina a cerrar el trato con los Fondos Buitres. Ellos acuerdan con cada país el pago de lo adeudado a la banca privada y el Fondo les asegura que cada uno de esos deudores cumplirá pautas económicas que beneficiarán a los acreedores.
Esa es una vieja historia. Según la misma, los endeudamientos son el camino a la pérdida de soberanía.
El presidentel Juan Domingo Perón un día afirmó: “Antes de contraer un empréstito me corto la mano”. Alberto, a poco de asumir, quiso copiar ese gesto afirmando que no tomaría el dinero que al FMI le faltaba entregar por aquel nefasto préstamo al gobierno neoliberal de Mauricio Macri.
Pero ahora anda mendigando algunos fondos para evitar una bancarrota que agrave la situación. El FMI aprieta y le promete un plan de pago a 10 años y la plata que le corresponde por la parte proporcional de un incremento de su capital. Esos fondos, algo más de 4.500 millones de dólares, le permitirían evitar el incumplimiento de pagos que vencen en el mes de abril.
Claro está que eso supone varios acuerdos que llevan el impresentable título de “ajustes” (sobre tarifas y subsidios, por ejemplo) y “reformas estructurales” (sistema jubilatorio y leyes laborales, entre otras). Cuestiones a las que el gobierno no está en condiciones de acceder y mucho menos en un año electoral.
Por todo ello el gobierno se refugia en la idea de “soberanía”, pero -hasta ahora- siempre terminó pagando y muy caro. Axel Kicillof, cuando fue Ministro de Economía, conoció de cerca cómo y cuánto se pagó al Club de París y al propio FMI por esa buena idea, pero débilmente aplicada.
Algún día, algún gobierno entenderá que hacer efectiva la “soberanía” es bastante más que cacarear y terminar pagando. Ello supondría cortar las relaciones con el FMI y entrar en una nueva situación que será difícil pero distinta y seguramente el pueblo lo acompañará.
Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)