Empoderar o emponderar no es precisamente un concepto original o novedoso, pero la presidenta Cristina Fernández la empleo por primera vez en público en su discurso de los 10 años de la llegada del proyecto político kirchnerista iniciado por Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 y a dos años y medio de conclusión […]
Empoderar o emponderar no es precisamente un concepto original o novedoso, pero la presidenta Cristina Fernández la empleo por primera vez en público en su discurso de los 10 años de la llegada del proyecto político kirchnerista iniciado por Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 y a dos años y medio de conclusión del mandato constitucional de la presidenta, de no habilitarse una nueva elección consecutiva que actualmente prohíbe la Carta Magna redactada en el año 1853.
La presidenta avanzó algo más en su argumentación: expreso que si el pueblo no se organiza van a venir por ellos y los logros alcanzadas que benefician a millones de argentino podrían perderse de cambiar el proyecto político en marcha.
En términos valorativos podríamos estar de acuerdo en los planteos centrales del proyecto: era una obligación recuperar para el Estado todos aquellos sectores que fueron privatizados por Menem pero no todos fueron estatizados en los 10 años de kirchnerismo. YPF como empresa emblemático se estatizo solo en un 51% una vez que se decidió tapar el agujero de miles de millones de dólares que se iban del país por importación de combustibles, hecho que derivó en el denominado Cepo cambiario. Es decir, ni siquiera la estatización de YPF se llevo a cabo por una convicción ideológica o por conciencia política, sino cuando se ponía en riesgo todo el proyecto político construido en esta década.
Considero también que varias de ellas se realizaron tardíamente – (Asignación Universal) reconocido hasta por Néstor, y que la mayor parte de ellas se quedaron a medio camino (política educacional, 54% de deserción secundaria), disminución de economía informal. Otras medidas, sobre todo las económicas y comunicacionales resultaron ser contradictorias y no alcanzaron el efecto pretendido. En este último caso las consecuencias fueron el contragolpe de los sectores de derecha y económicos (caso Clarin).
Pero alguna de las políticas que impulsaron son un pacto con los monopolios: una nueva ley tributaria, eliminación del IVA a productos esenciales, disminución en general de este impuesto regresivo; pacto con las transnacionales Monsanto, Barrick Gold, Chevron.
Sin dudas, el proyecto capitalista propuesto por Cristina es fácilmente reversible en caso de tomar el gobierno uno 100% neoliberal y el llamado (auto llamado) a empoderar a la sociedad es por lo menos tardío: nunca se consulto a la sociedad a la hora de tomar decisiones importantes por eso el pueblo no considera al gobierno como propio. En esta democracia representativita las decisiones políticas se anuncian desde el Salón Blanco ante dirigentes poco representativos, empresarios monopólicos y oligopólicos, que se toman la mesa chica junto a algunos ministros, diputados y senadores, no ha sido precisamente una política de empoderamiento.
La construcción del «Poder Popular» no vendrá precisamente por una orden de arriba, sino que los propios grupos y colectivos sociales ya están construyendo sus propios espacios de empoderamiento para enfrentar las consecuencias de las decisiones mal tomadas o no tomadas por el kirchnerismo, que ahora pide organizarse para sobrevivir, ante las difíciles circunstancias políticas y electorales que deberá enfrentar este año, con una inflación galopante ( los precios los fijan los monopolios con los que Cristina negocia) y ante el bloqueo de la rere- elección, sin un delfín que pueda garantizar la continuidad del proyecto de la década ganada.
Un gobierno de clase rica que empodere a la sociedad es un supuesto negado por la historia de la Humanidad.
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