Esta mañana me desperté muy tempranito. Saqué la bandera azul y blanca del armario mundialista, y la desplegué en el balcón de mi departamento. Luego, meticulosamente vestí a Bombón con escarapelas y moñitos, todo azul y blanco. Le puse una escarapela alrededor de justo allí, dejando el orificio al descubierto, y lo saqué a que […]
Esta mañana me desperté muy tempranito. Saqué la bandera azul y blanca del armario mundialista, y la desplegué en el balcón de mi departamento.
Luego, meticulosamente vestí a Bombón con escarapelas y moñitos, todo azul y blanco. Le puse una escarapela alrededor de justo allí, dejando el orificio al descubierto, y lo saqué a que dé su opinión en la banqueta. Bombón dio su sabia opinión, y no la recogí. No hoy.
Mis vecinos chilangos no entendían nada. Muchos no habían leído todavía la edición de hoy de La Jornada, que reprodujo textualmente, con entusiasmo casi cardenista, seis o siete artículos y editoriales de opinión del diario oficialista argentino Página 12, incluyendo aquel artículo jolivudensemente titulado «Día de la Independencia», que habla de la sangre ibérica (sic) y de la sangre argentina.
Es que el gobierno argentino actual, luego del vaciamiento del que fue cómplice por más de una década, y luego de ser cómplice también de la anterior década menemista, decidió comprar de vuelta Yacimientos Petrolíferos Fiscales argentinos (YPF) de los españoles (de los burgueses españoles, aclaro, porque mi sobrino que está de paro en Bustar no va a ver ni un duro del dinero de esa compra).
Pero así es. Se trata de una compra. Aunque Página 12 y La Jornada usen palabras rimbombantes como «expropiación», «nacionalización» y «soberanía», se trata de una compra. El precio, que no será una barata, está todavía por fijarse, pero no deja de ser una compra.
En este día glorioso no pasaron muchos minutos hasta que mi casilla de correo electrónico comenzó a recibir manifestaciones eufóricas de mis amigos argentinos simpatizantes del modelo comprerista. Uno de ellos, que sabe cómo viene la bocha, hasta «me recordó» que Trostky «apoyó» a Lázaro Cárdenas en los años 30 del siglo XX. Obviamente nunca leyó a Trotsky ni comprende quién era Lázaro Cárdenas, y además el verbo «apoyar» no está claro en su diccionario.
Curiosamente, recibí también correos de amigos mexicanos desinformados. Uno de ellos me felicitaba efusiva y cándidamente, con un patriótico «¡Viva Argentina!». Por lo menos no agregó, por justificados pruritos nacionales, el consabido «¡…cabrones!» del 16 de septiembre. Bastó con hacerle leer a este querido amigo que la misma CFK apoyó hace muy poquito la privatización de YPF (y se enriqueció personalmente en el camino) para que dejara de lado su entusiasmo dieciséis septembrista australizado.
El shopping spree de Cristina dio mucho que hablar a los candidatos a las elecciones mexicanas. Peña «respetó» la decisión «sin compartirla». Vázquez aprovechó para declarar su filiación primordial con la burguesía, y hasta dijo con voz quebrada que ella defendía «…la libertad» (al parecer, comprar acciones de una empresa atenta contra la libertad, y las mujeres se ponen muy emocionales cuando salen de compras). El candidato de la inexplicable mafia burguesa alrededor de la maestra por supuesto que condenó la compra y la tachó con el adjetivo preferido de la ultra derecha: «¡populista!» (no sabe que Cristina en realidad compra normalmente muy caro y fino). ¿López?…no quiso opinar de tan importante hecho acaecido en un shopping mall sureño; que saquen los amorosos sus propias conclusiones.
A pesar de mi entusiasmo mundialista y de la bandera azul y banca que cuelga en mi balcón, en realidad me preocupan mi vieja y mi hermana en Tucumán. Ambas son jubiladas y cobran la mínima.
Nadie dice nada acerca de qué bolsillo costeará esta compra compulsiva de la presidenta, y yo me temo que no es ni patagónico ni puertomaderista, no señor.
El estado argentino está prácticamente vaciado, controlado por camarillas burguesas corruptas, incluso ligadas a los juegos de azar, y seguramente quienes van a financiar esta compra son argentinos como mi vieja y mi hermana, no las camarillas. Yo busco algún argumento que me sirva para explicarles a ellas porqué esta compra es tan importante, necesaria, nacional, popular y soberana, pero créanme que no lo encuentro. ¿Alguno de ustedes puede? ¿Alguien me puede explicar en qué beneficia -concretamente- a mi hermana pagarle una lanota a Rajoy y Cia.? ¿Alguien?
Si fuera una verdadera expropiación sin pago, bajo control de los obreros que producen el petróleo, y puesta al servicio de ellas, yo no tendría ningún problema en explicárselo a mi madre y a mi hermana. Pero no. El dinero no va a salir de Puerto Madero, que es donde se diseña esta compra. Me temo que va a salir del bolsillo de ellas.
Así que en realidad me avergüenzo de haber colgado la bandera. Aún con mi pecho henchido de nacionalismo patriotero mundialista azul y blanco (cosa que hago cada cuatro años solamente), yo nunca, nunca iría contra mi propia vieja.
Voy a seguir la sabia recomendación del Bombón y voy a descolgar la bandera…
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