… conocimientos políticos. Ustedes, los intelectuales, pueden adquirir estos conocimientos y tienen el deber de proporcionárnoslos cien y mil veces más que hasta ahora; además, deben proporcionárnoslos no sólo en forma de razonamientos, folletos y artículos (que a menudo —¡disculpen la franqueza!— suelen ser algo aburridos), sino indispensablemente en forma de denuncias vivas de cuanto hacen nuestro gobierno y nuestras clases dominantes en estos momentos en todos los aspectos de la vida.
Lenin, ¿Qué hacer?
El academicismo hace referencia al trabajo intelectual que se desarrolla desde la institucionalidad, concretamente en las universidades y centros de investigación y que influye en gran medida en la construcción de la ideología de una sociedad. El trabajo intelectual puede ayudar a que el pueblo adquiera conciencia y se sume a la lucha por su liberación, o puede ser para justificar la explotación y la opresión capitalista.
La Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) es actualmente conocida más por estar inmersa en diversos escándalos económicos y políticos que por sus aportes para explicar la realidad. Muchos académicos, investigadores e intelectuales de dicha institución educativa poco han ayudado a clarificar la situación actual, por el contrario, han estado involucrados en actos de plagio, negligencia, acoso sexual y misoginia.
La universidad es un espacio de discusión, análisis, reflexión, un espacio para la denuncia, para adquirir conciencia y luchar por una educación gratuita, científica y popular, así ha sido, las organizaciones estudiantiles en las universidades son expresión de esto, las organizaciones de profesores, las investigaciones académicas que demuestran las causas y consecuencias del capitalismo, también.
Pero no todo es bello, también es un espacio para la creación de grupos porriles, de intelectuales burgueses, de sujetos reaccionarios que con sus plumas criminalizan la organización y la protesta popular, lamentablemente este tipo de personas son los que se reproducen más rápido en las universidades.
Es entendible si tenemos en cuenta que la educación en México no tiene el objetivo de crear sujetos críticos o liberar al pueblo, sino de mantenerlo bajo el yugo del capital, por esta razón los planes y programas de estudio están hechos en función de reproducir la ideología burguesa, lo podemos constatar con la ausencia total del marxismo en las universidades.
La crítica política al poder, desde las universidades proviene generalmente de quienes se acercan a la ciencia del proletariado, de sujetos con iniciativa, creatividad y conciencia que por la vía de los hechos rompen con las limitaciones que genera el academicismo y dan otro sentido a la educación, el sentido de educar a las masas para la lucha por su liberación.
El academicismo expresa en estos momentos pasividad y falta de discusión hacia temas actuales y de relevancia que incluye: las cada vez más difíciles condiciones de vida del pueblo, las violaciones a los derechos humanos, la represión, la impunidad, desplazamiento forzado, despojo de tierras, etc.
Con los ideólogos del régimen por su papel a lado del represor, es inevitable la existencia de una contradicción irreconciliable que se expresa en la lucha ideológica, porque ellos van a defender el interés oligarca y justificar la represión, mientras que el pueblo organizado va a cuestionar el actual régimen porque es la razón de la pobreza, miseria, desempleo y demás fenómenos que laceran la vida de los trabajadores.
En la academia existe aún la posibilidad de generar análisis, discusión y crítica con objetividad y rigurosidad científica, sin embargo, presenta serias limitaciones, por ejemplo, un problema recurrente es que sólo se produce conocimiento a partir del estímulo económico, por tanto, la mayoría de veces las opiniones de académicos giran en torno a los interese de quienes financian las investigaciones.
Es así como vemos por ejemplo una tendencia importante al estudio de “políticas públicas” sus “efectos, impactos, etc.” Estudios que sirven al Estado para planear el asistencialismo, política de gobierno que busca mantener al pueblo bajo control, para que éste no se organice ni luche por mejores condiciones de vida.
El esfuerzo intelectual desde la “máxima casa de estudios” por parte de académicos resulta insuficiente y a veces hasta grosero, esto último se ejemplifica con el hecho de que algunos para facilitar su trabajo recurren al plagio, tal como lo hicieron seis profesores que fueron despedidos por incurrir a plagio en la elaboración de artículos y libros.
Otros dirigen sus esfuerzos mentales para emitir opiniones criminalizadoras, como el comentario: “y luego dicen por qué las matan” dicho por un profesor de la Facultad de Medicina, refiriéndose al caso de mujeres asesinadas, hecho que fue denunciado ampliamente y lo que terminó en el cese en su trabajo de ese académico.
Otra muestra de que lo que desde la academia se plantea no tiene utilidad en términos prácticos, es el evento organizado por la UNACH a inicios del mes de marzo, donde participaron expertos en Derechos Humanos de diversos países, y donde se abordaron temas como “los principales desafíos de los Derechos Humanos en México, los Derechos humanos de personas en situación de desplazamiento forzado”, en donde lo que priva es el aspecto descriptivo y no propositivo.
En una entidad como Chiapas donde se violan derechos humanos al por mayor, se requiere de la denuncia, de la protesta, de acciones que ayuden a detener su cometido y avanzar hacia el camino de la justicia. Esto es lo que los intelectuales se niegan a comprender, que debe haber una relación armoniosa entre la teoría y la práctica.
Esta relación dialéctica la encontramos ampliamente explicada en el marxismo cuyo máximo exponente es Carlos Marx, personaje histórico, revolucionario que escribió una tesis en 1845 que reza “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.” Planteamiento que tiene vigencia y que sirve como crítica para los que creen que desde la comodidad del escritorio se podrá modificar los diversos problemas que atraviesa el pueblo.
No se trata de escribir montones de libros o artículos si estos no van a contribuir a la compresión científica del mundo y a la liberación del pueblo explotado. La labor de los intelectuales es terminar con la dictadura de opinión, con el atraso cultural, generar discusión, hacer crítica a las concepciones burguesas, todo lo que sea útil para la lucha ideológica y que permita preparar al pueblo en la lucha por su liberación.
El actual fenómeno sanitario ha obligado a que las universidades, bibliotecas, centros de investigación cierren, como consecuencia mermaron las discusiones entre estudiantes, profesores, académicos, se detuvieron foros, conferencias y demás espacios donde existe la posibilidad de tocar temas de coyuntura y avanzar en la construcción de organización en la comunidad universitaria.
Mientras esto pasa se aplican políticas que vuelven más precarias las condiciones de vida para los trabajadores del campo y la ciudad, por ejemplo, poco se ha dicho desde la academia sobre el despojo de tierras, desplazamiento forzado, prisión por motivos políticos, violencia gubernamental, crisis capitalista, la farsa electoral, etc. El silencio conviene a la clase en el poder, porque así encuentra menos oposición a sus intereses.
Hay excepciones, hay espacios de difusión y análisis que han generado algunas universidades, intelectuales donde hay oportunidad de brindar información, desenmascarar el rostro represivo del gobierno y condenar las violaciones a los derechos humanos. Esto debe mantenerse, pero cada vez debe romper el campo de lo virtual para pasar a la acción política concreta, la denuncia en la calle, los debates de forma presencial, para no permitir que las cifras de víctimas de la violencia institucional crezcan.
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo