Las sirenas aún parecen sonar cuando se acerca el día 30 de cada mes, porque nunca los sobrevivientes, familiares y amigos de lo que se conoce como la «Masacre de Cromañón» dejaron de marchar para exigir justicia. Así, la ciudad se llena de dolor pero también de lucha. Ciento noventa y cuatro personas murieron a […]
Las sirenas aún parecen sonar cuando se acerca el día 30 de cada mes, porque nunca los sobrevivientes, familiares y amigos de lo que se conoce como la «Masacre de Cromañón» dejaron de marchar para exigir justicia. Así, la ciudad se llena de dolor pero también de lucha.
Ciento noventa y cuatro personas murieron a raíz de un incendio que se originó el 30 de diciembre de 2004 en el boliche República de Cromagnon. Esa noche, Callejeros, el grupo rockero de Villa Celina, festejaba el cierre del año más exitoso de la banda. Cerca de las 23, el boliche comenzó a incendiarse tras una bengala encendida por una persona del público, que alcanzó la media sombra colgada del techo a modo de escenografía y se propagó a otros materiales inflamables, prohibidos en las normativas de habilitación de tales lugares. Pero también el local tenía vencido el certificado de seguridad contra incendios y, el 26 de diciembre de ese mismo año, la discoteca tuvo un principio de incendio que fue controlado a tiempo por un empleado del local.
Además de que los accesos y puertas de emergencia estaban cerrados con candados por la parte externa del boliche, que solo pudieron ser abiertos una vez que el personal de bomberos arribó al lugar, la capacidad del sitio sobrepasaba lo máxima estimada como norma de seguridad. En vez de contener a 1037 personas, la representante de prensa de la banda declaró que esa noche había cerca de 3000 personas.
En este sentido, Mirta, mamá de Mariano Benítez, víctima de la masacre, señala: «Cromañón es una lección muy fuerte para toda la sociedad. Por eso le decimos a toda la sociedad: ‘mi hijo es igual a tu hijo’. No hay nada distinto entre nuestros hijos y los hijos de los demás. Solamente que nuestros hijos vinieron a un recital y murieron ahí por la ineptitud de un jefe de gobierno corrupto, por la codicia de un empresario mafioso y por la conducta reprochable de una banda que todavía se cree que está en el podio de la fama gracias a 194 muertos».
El largo camino que atraviesa el Poder JudicialLa Masacre de Cromañón ha generado distintas causas judiciales, siendo María Angélica Crotto la jueza.
Los implicados en el principal expediente son Omar Chabán (dueño del boliche y principal imputado) y ocho integrantes de Callejeros. El fiscal Sansone los acusó de presunto estrago doloso seguido de muerte, delito que contempla 20 años de prisión.
Fabiana Fiszbin, ex subsecretaria de Control Comunal, Gustavo Torres y Ana María Fernández fueron acusados por presunto incumplimiento de los deberes de funcionario público, ya que -por los motivos mencionados con anterioridad- «República de Cromagnon» debería haber estado clausurado.
Otra causa, ya elevada a juicio oral, es la que implica a un sector de los Bomberos (dependencia de la Policía federal) por un supuesto vínculo con compañías que brindaban asesoramiento para adquirir certificados de seguridad contra incendios.
Asimismo se investiga la presunta responsabilidad del ex jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, y de su gabinete, de funcionarios públicos, del SAME, de comisarios de la Federal y de bomberos por «abandono de persona». Ibarra también figura acusado por supuesta asociación ilícita, junto con un grupo de funcionarios acusados por probable cobro de coimas.
Por apelaciones y recursos presentados por la defensa de distintos acusados, el juicio oral podría comenzar recién en el 2008. Mientras, el ex jefe de gobierno porteño fue sobreseído por la jueza Crotto en la causa principal, aunque dicha resolución ha sido apelada a la Cámara de Casación Penal.
José Guzmán, papá de Lucas, asevera que «la jueza Crota -o Crotto, el apellido- tomó la decisión, acompañada políticamente por el gobierno de Kirchner, de dejar sobreseído al personaje siniestro, responsable político y cadáver político, como lo dijo Mariana Márquez (1) en la Legislatura porteña (se refiere a Aníbal Ibarra). Nuestros hijos han sido masacrados en una cámara de gas y la jueza tomó la decisión de dejarlo libre». A su vez agrega: «Chabán sabe mucho y tiene que decir a quién pagaba las coimas. Él permitió poner paneles acústicos con cianuro por una desidia, para ganar más dinero. Esos son los empresarios corruptos que tenemos».
Cabe recordar que Ibarra fue destituido de su cargo en marzo pasado. Para Guzmán esta destitución fue producto de la pelea de los familiares, sobrevivientes y amigos de las víctimas de la masacre. Es por ello que sostiene que «nosotros los vamos a condenar a base de lucha, de movilizaciones. Esta es una batalla dura pero vamos a seguir. Estamos dispuestos a quebrarles el brazo, no a doblárselos. Lo único que dejaron en el país fueron ruinas y quieren volver políticamente en las cenizas de Cromañón. No se los vamos a permitir. Ningún responsable quedará libre: esa es la consigna y es la que llevamos a cabo», finaliza José.
De la realidad de ya haberlo vividoDurante diciembre la falta de controles en los boliches volvió a ser noticia: Martín Castellucci murió el 6 de este mes, tres días después de haber sido golpeado brutalmente por patovicas de La Casona, un local de Lanús, provincia de Buenos Aires. Uno de ellos está detenido, acusado de homicidio agravado. La Casona fue clausurada por la municipalidad y se le retiró la habilitación. Y lo que es ley se volvió cumplir: no se actúa para evitar las causas, se procede a partir de las consecuencias.
En este sentido, Mirta no duda en afirmar que «estas situaciones ya las vivimos antes. Vivimos Cromañón cuando pasó lo de Keyvis (2). Lo volvimos a vivir cuando pasó lo de La Casona. Así que permanentemente estamos en situaciones que se asemejan a lo que pasó en Cromañón. Eso lo ha hecho la corrupción que genera y que sostiene la impunidad y que, desde el poder político, nadie está dispuesto a cambiarla».
Surge entonces el papel que cumplen los legisladores. Así Mirta relata: «A veces se piensan leyes que no son de la importancia que debieran tener para que lo trate un cuerpo legislativo. Por ejemplo, el caso de declarar a la milanesa napolitana una comida nacional… Una pavada semejante cuando sabemos que los boliches que se cierran porque no están habilitados correctamente o no están las condiciones dadas son abiertos de inmediato porque los dueños presentan recursos de amparo. Y no hay legislación en contra. A esa señora que piensa en la milanesa napolitana le digo: le pagaron para hacer algo más importante que pensar en eso; por qué no se pone a pensar en una ley que cuando se cierra un local se clausura en serio o una legislación que prohíba que patovicas maten a los chicos». Y concluye: «no hay una política tendiente a terminar con estos flagelos que están matando sistemáticamente a los jóvenes».
Silvia, mamá de Julián Rozengardt, asiente y señala que «el año pasado Ibarra puso un cartel que decía Memoria, Verdad y Justicia. No queremos que sea el gobierno el que recuerde a los chicos. El gobierno tiene que ver con esto que pasó y no podés hacer un homenaje si vos tuviste algo que ver».
José rememora el papel del gobierno nacional el día de la Masacre de Cromañón: «el Presidente se tomó su avión y se fue de vacaciones, mientras el pueblo estaba enlutado. Además, Kirchner ha tenido un personaje siniestro como Aníbal Fernández. Él fue el encargado de poner paños fríos en el momento en que nosotros estábamos en la búsqueda de nuestros hijos, cuando mencionó que los hijos de él estaban por llegar a Cromañón, pero no llegaron. Ahí ya hubo un mensaje político de este sistema atroz y asesino que mira para otro lado».
«Mirando los diarios no nos parece que sólo sea para Cromañón -añade Silvia- Hoy hay un nuevo desaparecido (se refiere a Luis Gerez, ya aparecido) y Julio López ha desaparecido en democracia. Quiere decir que no estábamos tan alocados cuando decíamos que los derechos humanos son los de ayer pero también los de hoy».
Una jornada de espaldas al poder políticoHoy, a dos años del incendio, habrá una jornada de lucha en la Ciudad de Buenos Aires. «Tenemos un espacio que se llama La Articulación, donde el grupo de sobrevivientes, familiares y amigos nos juntamos y acordamos. Consensuamos en esta heterogeneidad que tenemos porque no nos conocíamos, pero no hay duda de la responsabilidad política en la masacre, ni que Cromañón no terminó y que esto nos pasó a todos», explica Silvia, quien reseña que «haremos un acto central en Plaza de Mayo y una marcha dándole la espalda al poder político hasta Plaza Once. Aspiramos a que otras víctimas de la impunidad se sumen y sea un día de lucha contra la impunidad».
Asimismo recalca que «hay que llegar al santuario (Ecuador y Bartolomé Mitre, Ciudad de Buenos Aires) porque no se va a levantar, a menos que sea decisión de las víctimas. Si el gobierno quiere levantarlo, no lo va a poder hacer. El santuario es como un piquete de los chicos para demostrar que acá no hay justicia. Es el lugar de la memoria de los chicos y de las cosas que hemos rescatado».
Pablo, integrante de la murga «Los que nunca callarán», conformada por sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas en noviembre de 2005, cuenta que la idea original fue «crear un espacio de encuentro para encontrarnos, expresar las cosas que nos estaban pasando y articularnos en relación a la vida, a la música. Como varios somos murgueros, creamos esta murga». Junto a M.I.O. (Murgas Independientes del Oeste) y los Murgueros Contra la Impunidad convocan a las 16:30 en Av de Mayo y 9 de julio al movimiento murguero: «Ya tenemos garantizadas más de 30 murgas. De ahí salimos a Plaza de Mayo, donde haremos canciones referidas a Cromañón. Después nos sumamos a la convocatoria y marchamos a Plaza Once».
La herida abierta: «Cada familia ha sido masacrada junto con su hijo»«En Cromañón se fueron 194 vidas de un sólo saque. Quedaron miles de sobrevivientes, algunos con un perjuicio permanente porque les han dañado la existencia. En estos dos años hemos perdido cuatro mamás que se han enfermado después de Cromañón y por Cromañón. La corrupción mató a los chicos y la impunidad está matando y enfermando a los padres», sostiene Mirta. «Tenemos otros casos más de mamás que están con un problema de cáncer que no lo tenían antes y aparecieron en dos meses. Hay muchos mamás, papás y hermanos enfermos. Cromañón atravesó todo. Atravesó familias enteras. Hay chicos que estuvieron en Cromañón, que perdieron a sus amigos, y hoy no tienen ganas de vivir», asevera.
Para aquel que sostiene que «el tiempo cura las heridas», Mirta tiene una respuesta: «el tiempo no cura nada, acrecienta todo. Cada día que pasa nos sentimos peor. La bronca, la ira, el dolor se va acrecentando». La razón es simple, triste y fuerte: «Cada familia ha sido masacrada junto con su hijo. Lo que queda es una cascarita que va caminando y que sigue a pesar de todo porque aún no tenemos la justicia que se merece que en este país exista, no sólo para los chicos de Cromañón sino para todos los casos de impunidad que día a día se suman». Y concluye: «Andamos por la calle porque andamos y porque respiramos. La fuerza nos la damos el estar todos juntos».
(1) Cuando Mariana Márquez irrumpió en la Legislatura porteña, su claridad conmovió. Había pasado poco más de un mes del incendio en el boliche, sostenía la imagen de su hija Liz de 17 años y le dijo al entonces jefe de gobierno, Aníbal Ibarra: «Hace unos días tuve que enterrar el cadáver de mi hija, Liz. Pero vos, Ibarra, sos un cadáver político». Mariana era docente y al momento de su muerte tenía 34 años.
(2) se refiere al incendio en la discoteca Keyvis, Olivos, 1993.