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Edesur, empresa eléctrica de capital español, solicitó y consiguió de un juzgado que se corte la luz que utilizaban "ilegalmente" personas sin techo

Crónica de un corte de luz oficial

Fuentes: Agencia Walsh

Después de la tragedia en Cromañón, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires salió a cubrir sus sucias espaldas, cuidando más sus sillones que teniendo verdadera preocupación por la gente: comenzó su política de «protección» de la seguridad de sus gobernados a los ponchazos, al mejor estilo de «lo atamos con alambre»… Cual infección […]

Después de la tragedia en Cromañón, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires salió a cubrir sus sucias espaldas, cuidando más sus sillones que teniendo verdadera preocupación por la gente: comenzó su política de «protección» de la seguridad de sus gobernados a los ponchazos, al mejor estilo de «lo atamos con alambre»…

Cual infección purulenta, no se pudo disimular más el colapso de las escuelas: el Otto Krause, cuya comunidad educativa hace más de siete años reclama una solución, fue cerrado como última instancia de la desidia de un gobierno local que, toda vez que puede, revolea sus responsabilidades sobre el gobierno nacional; el Normal Nº 1 plagado de ratas que ya no esperaban el horario nocturno para asomarse a las aulas y promover no sólo un susto en docentes y alumnos, sino poner de manifiesto la falta de higiene y los riesgos para la salud que implica deambular por las escuelas públicas, también tuvo que ser cerrado ante el escándalo que significa una cámara televisiva usada de testigo; al grito de «los pañales al poder» los padres de los pequeños alumnos del Jardín Nº 3 de San Telmo lograron que, con cuarenta y cinco días de retraso desde la fecha de inicio lectivo, el Gobierno de la Ciudad encontrara tardíamente una solución consiguiendo un nuevo edificio acondicionado, también, a los ponchazos y bajo la mirada vigilante de una comisión de padres que terminaron cumpliendo el rol de un estado sin rumbo y con destino incierto; la histórica Escuela de Bellas Artes «Manuel Belgrano» fue rescatada a tiempo antes de que estallara otro escándalo televisivo y, una vez más, presionados por la comunidad civil encarnada en una asociación cooperadora que reclamó por las fisuras de todo el edificio y la provisión de bombas de agua potable, entró en una suerte de plan de urgencia para reparar un edificio que, lejos de toda posibilidad de mantenimiento por parte de los cooperadores, necesitaba de la intervención de un Gobierno de la Ciudad que sólo pone parches de emergencia en las escuelas.

Como parte de esta nueva política de bomberos para apagar el incendio encubierto en que se hallan gran parte no sólo de los edificios públicos, donde circulan seres humanos, sino todos los lugares donde, en su mayoría, viven los pobres y excluidos, una jueza y su secretaria consecuente, «descubrieron», ante la denuncia de la privatizada Edesur, que el asentamiento Pinedo, estaba en «peligro». Ante esta «evidencia», a la secretaria Claudia Leticia Cavalleri de la Fiscalía Correccional Nº 5, no le tembló la mano para resolver, el 02/05/05, el corte de luz a sus habitantes previo allanamiento de sus ranchos precarios garantizado por los «amables» policías de la Comisaría Nº 28 de la Policía Federal. Edesur, como se puede deducir, conforme por el cuidado de sus intereses econcómicos, única preocupación de la empresa que, lejos de cuidar a los usuarios, protege sus arcas.

A partir de allí, los infortunios de los pobres del asentamiento Pinedo: ante la falta de energía eléctrica y la necesidad perentoria de nebulizar a cuatro niños asmáticos y a un viejo dado de alta del hospital el mismo día del corte, la policía llamó a una ambulancia del SAME. Cuando llegó, se arremolinaron a su alrededor todos los enfermos, pero no se pudieron nebulizar: la ambulancia no estaba provista de tubos de oxígeno. Ante esta carencia, nuevamente por gestión del comisario, el responsable máximo del SAME prometió un «camión hospitalario» a la vez que solicitó que los vecinos dejaran regresar a la ambulancia porque necesitaba disponer de la unidad. Pero la ambulancia no se iba… ¿Qué pasaba? El médico de la ambulancia hubo de quedarse porque, paradójicamente, el camión «hospital» no tenía médico… O sea, las ambulancias no tienen oxígeno y los camiones hospitalarios no tienen médico… ¿Demanda mucho esfuerzo usar la lógica para pensar que un camión «hospitalario» necesita un médico?

En horas de la tarde llegaron los bomberos con un equipo electrógeno, preocupados por dar energía al comedor comunitario «Niño Jesús» donde se concentra toda la actividad social del asentamiento. Pero… el equipo electrógeno era de 380 y las conexiones precarias de los pobres, obviamente, son para 220… Conclusión: seguimos sin luz…

Al mismo tiempo, llegaba una dupla de señoritas bien intencionadas del «BAP»: Buenos Aires Presente, organismo que, con su sóla presencia augura malas noticias… Cuando el BAP viene, los pobres saben bien que vienen a por ellos… Es decir… «Buenos Aires se PRESENTA» cuando se trata de un desalojo… Si las señoritas estaban allí, entonces no estábamos ante un simple corte de luz, sino de un desalojo encubierto… Preguntadas las dos funcionarias a qué venían, literalmente dijeron, que no sabían…

Finalmente se retiraron en medio de su asombro y de la preocupación de los habitantes del asentamiento.

Para el miércoles, la asamblea de vecinos designó una comisión que fue a ver a la Secretaria del Juzgado quien, haciendo gala de abuso de autoridad, maltrato e insensibilidad, se limitó a responder que ella aplicaba el «código» y que estaba previniendo la vida de la gente que corría peligro por sus conexiones precarias a los cables de la privatizada Edesur. Pero la resolución que ella misma había firmado contemplaba la reconexión del suministro a los habitantes del asentamiento por parte de la misma privatizada, en condiciones aptas que evitaran todo riesgo humano. Sin embargo, la obligación de la Secretaria de hacer cumplir sus propios dichos, parece que se limitaba a proteger los intereses de Edesur porque, hasta el día de hoy (07/05/05) el asentamiento sigue sin energía eléctrica y el Gobierno de la Ciudad sin hacer acto de presencia, como es su obligación, ya que los habitantes del asentamiento, mal que le pese, viven en la misma ciudad donde se incendió Cromañón. Claro que en una zona marginal donde no se ven, como suele suceder con los pobres de la Capital Federal.

Mientras tanto, los vecinos mantienen el corte de la calle Pinedo, la olla popular de arroz con carcazas de pollo y el fuego en el centro de la calle que nos encuentra a todos unidos para seguir la lucha.

Algo sugestivo fue que muchos policías sugirieran que apenas ellos se retiraran los habitantes se podían «colgar» nuevamente de la luz… ¿Y después qué? ¿Después otra denuncia de Edesur, otro allanamiento y la justificación legal para el desalojo de los «inadaptados» sociales? ¿La jueza y su secretaria, la policía, los funcionarios del Gobierno de la Ciudad, contaban de antemano con que la obviedad era el «colgarse» inmediatamente, legitimando así la propia «ilegalidad social»? Es probable. Nada mejor que un buen desalojo «justificado»…

Sin embargo en el asentamiento Pinedo viven unos cuantos desocupados: antiguos obreros metalúrgicos y trabajadores del campo; unos cuantos viejos sin familia que se encontraron en la calle con una familia sustituta: los cuatro travestis que cuidan de ellos; unos cuantos chicos que van a las escuelas de la zona donde tiemblan los techos y la caca inunda los caños; unas cuantas mujeres que lavan la ropa en fuentones de plástico con agua acarreada de la vereda de enfrente y otros tantos adolescentes con el destino atado a un carrito… Todos son cartoneros, no se salvan de ese destino ni los viejos que, actualmente, con su esfuerzo también garantizan la inquebrantable fogata que crepita en medio de la calle.

También es menester relatar las permanentes «sugerencias» policiales de levantar el corte ante la «inminente» aparición de otro juez que declarara ilegal el corte de la calle, de acuerdo con el último código contravencional vergonzosamente aprobado en la Legislatura de la Ciudad… Y, entre las sugerencias policiales, se encuentra también la declaración de un comisario que adujo la ilegalidad del corte para justificar la toma incesante de fotografías de todos los participantes de la olla popular en medio de la calle Pinedo cortada desde el lunes. Los voyeuristas fotógrafos hacen piruetas desde la cabina del maquinista de los trenes que pasan sobre las cabezas del asentamiento Pinedo, se detienen con teleobjetivos desde taxis misteriosos ubicados a los bordes de las cintas de seguridad que los «rebeldes» cartoneros han colocado en los extremos del corte.

No faltan, tampoco, los provocadores que cruzan con sus coches a toda velocidad violando el corte, rompiendo cuanto encuentran a su paso y arriesgando, como anoche, la vida de una criatura que comía pan cocinado sobre el fuego y estaba jugando alrededor de todos nosotros en medio de la calle…

Los habitantes del asentamiento Pinedo quieren luz y vivir en paz en medio de una ciudad que estalla, incesantemente, mostrando el patio trasero de un gobierno local que esconde a los pobres debajo de las costosas alfombras de sus oficinas bien caldeadas en este otoño helado. Y todo esto sucede en el ombligo del país, donde atendía Dios…

Responsable Agrupación Ojos Grandes.