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Cuando los dineros más esquivos al control se inquietan

Fuentes: Rebelión

/Cuánto autoritarismo/. Con tantos controles para comprar y vender dólares, nos caemos del mundo.(Coro estable del neoliberalismo argentino)   La voz más acallada entre los economistas del sistema capitalista vigente figura el uso que los dineros no declarados por los sectores de la economía mundial en cada país, son mayormente vinculados a operaciones en el […]


/Cuánto autoritarismo/. Con tantos controles para comprar y vender dólares, nos caemos del mundo.
(Coro estable del neoliberalismo argentino)

 

La voz más acallada entre los economistas del sistema capitalista vigente figura el uso que los dineros no declarados por los sectores de la economía mundial en cada país, son mayormente vinculados a operaciones en el comercio internacional. Algo que suele estimarse casi inevitable y una interpretación que casi siempre sugiere alguna complicidad entre los técnicos económicos que no dramatizan por semejante flagelo, y los manejos no siempre transparentes de sus propios clientes dedicados del quehacer de las importaciones y exportaciones. Entre los argentinos, que a la moneda espuria llamamos ‘guita negra’, las maniobras de evasión impositiva que se realizan con ella son casi bienvenidas por los medios de comunicación, -radios, televisoras y entusiastas editoriales de los grandes diarios- con vacuos discursos anti estatistas y en general, contrarios al interés de cada país en particular. Y para esos arduos fabricantes de opinión el proteccionismo estatal fomenta la evasión de los dineros del contralor impositivo, ‘con tantas trabas y controles al libre comercio’; un libreto falaz y muy barato que equivale a quitar el derecho jurídico de cada país a defender su presupuesto con medidas recaudatorias que persigan la evasión ilegal de dinero. Los grandes contribuyentes y estos medios estiman el cobro de impuestos como un atropello expropiador, y cada medida de control estatal es ilegal, por más que eso signifique en buen romance el derecho jurídico que cada país apto como tal, haya establecido. Y esa oposición del liberalismo económico y sus lamentos, reiteran la certeza que los poderes del dinero siempre han actuado contra el Estado regulador de las relaciones en general; un derecho que esos grupos del Poder le siguen escatimando a la democracia verdadera.

Hoy mismo y dentro de la sociedad norteamericana durante el gobierno de Barack Obama, se repiten opiniones de cuando el entonces presidente republicano, Ronald Reagan, sugiriera el blanqueo del secreto existente en los bancos suizos. Un matiz que el mismo Reagan, nada afecto a ponerse en contra de un liberalismo financiero sin control, debió utilizar entonces ante ciertos desafueros y desmadres de la banca blanqueadora que ya afectaba a la economía norteamericana. Y tanto Reagan como el mismo Obama se han referido a esa misma banca tan añorada en América Latina por los tradicionales dueños de la tierra y la orientación liberal, quienes con sus perpetuo encono a las regulaciones propio del liberalismo agroexportador más vetusto y cerril, ni bien pueden lo acrecientan en los medios contra gobierno de Argentina que sea. Un conjunto organizado casi en mostrarse como seguidores a ultranza de las libertades en general, pero siempre vinculados en la realidad con alguna guarida bancaria encubridora de cuentas numeradas y secretas; tan óptimas a la más grosera evasión fiscal del país donde esa riqueza se genera. Y ese discurso de las libertades que los países desarrollados brindan a los inversores, léase Suiza en particular, resulta el preferido de los publicistas y opinadotes escritos y televisados al pontificar ellos sobre la ‘sagrada libertad comercial’ y demás lugares comunes . Incluyendo en ese libreto la confidencialidad protectora ante el abuso de cualquier gobierno autoritario o socializante contra de la propiedad privada. Pero bué, apenas tal vez sean recursos semánticos…

Lo curioso se exhibe hoy por la mucha prensa que reciban varios próceres de la ‘ciencia económica’, -calificación harto temeraria- que por siempre sirvieran a las grandes fortunas en Argentina en gestionar la fuga de capitales y la intermediación con la banca extranjera que históricamente fuera receptora del dinero no declarado legalmente en nuestro país. Personajes que ocuparan ministerios durante la gestión de Carlos Menem , del radical De la Rúa y dos o tres que hasta funcionaran en cierta etapa considerada de gobierno kirchnerista, siguen teniendo cámaras y micrófonos a disposición. Con derecho, por supuesto, de nuevo se exhibe Domingo Cavallo, -tan recordable por su privatizadora calamidad durante Menem que luego pretendió reflotar con el gobierno del radical De la Rúa, y todo ese engendro numerario obligara a la fuga íntegro del gobierno y produjera otro caos económico del los neoliberales contra los argentinos, y esta vez en el año 2001. Y no solamente el intrépido Cavallo, un confeso agente del capitalismo financiero reaparecido últimamente en diarios y televisión, sino hasta pareciera llegar secundado por esos jóvenes emprendedores que ignorando los números de la realidad europea actual y el decoroso avance económico de los últimos tiempos en Argentina, persisten en pontificar, rogar y exigir, -ya que estamos- una devaluación inmediata del peso ante el dólar. Instancia que ni mágicamente ha de mejorar la realidad económica del pobrerío, pero si la de ellos en cuanto las comisiones a cobrar en los paraísos fiscales; incluidos los que operan en Suiza, no dejan nunca de ser muy generosas. Pero los medios de información concentrados en la tarea de fabricar opinión, no apenas por defender cada uno su propio interés corporativo sino por su tradicional proyecto hegemónico, en América Latina al menos, siguen luchando a favor de un mundo desigual por esa sencilla convicción que persiste en su propia naturaleza. (Ag.012).

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

Blog del autor: www.eduardopersico.blogspot.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.